– Ahora sí estoy furiosa -dijo Melanie-. Esos no fueron disparos al aire. Mirad el parabrisas trasero.
– Creo que debemos retirarnos -sugirió él-. Siempre he tenido miedo a esos soldados y ahora sé el porqué.
– Supongo que la llave del puente no nos servirá de nada.
Qué pena, después de todo lo que tuvimos que hacer para conseguirla.
– Es un fastidio -convino Melanie-. Tendremos que buscar un plan alternativo.
– Yo me voy a la cama -dijo Kevin. No podía entender a esas mujeres; parecían no tener miedo a nada. Se llevó una mano al corazón: nunca le había latido con tanta rapidez.