Se desgarró el corazón hasta hacerlo jirones. No era más que terciopelo.
El deudo que ha heredado 100 amigos. Está satisfecho.
Para domar fieras les sopla en la nariz. Cuando el domador dijo esto me acordé del gusto que me daba y de cómo me ponía meloso cuando me soplaban en los oídos .
Peligros del orgullo: uno se vuelve tan orgulloso que ya no se mide con nadie. Ya no confía en nadie a quien tenga miedo. Sólo se confía entre aquellos que le admiran. Ya haciendo cada vez menos cosas y al final no hace nada; así es como no pone en peligro su actitud de orgullo.
¿Cómo se aprende a entregar aquello que se domina? ¿Cómo se abre la mano sin que se nos encojan los sentimientos? ¿Cómo anhela uno lo conocido y familiar sin que este anhelo lo atraiga hacia sí? ¿Cómo se renuncia a lo que se posee sin destruirlo?