Ruby: ¡Te estás convirtiendo en uno de los suyos!
Rosie: Ja, ja. Tengo una hija que alimentar.
Ruby: Yo también.
Rosie: Tu hijo se alimenta solo, Ruby.
Ruby: Oye, deja en paz a mi gordinflón. Es mi niño y lo quiero tal como es.
Rosie: Tiene diecisiete años.
Ruby: Sí, y es lo bastante mayor como para tener un hijo propio, según tus parámetros…
Rosie: Bueno, todo le irá bien mientras no vaya a ese baile del colegio con el hombre menos interesante y más feo del mundo. Así no tendrá que beber una cantidad descomunal de alcohol para engañar a su cerebro y pensar que ese hombre es guapo y divertido y…, en fin, ya sabes el resto.
Ruby: ¿Estás insinuando que mi hijo quizá debiera tener una relación gay en su baile de debutantes?
Rosie: ¡No! Sólo estaba diciendo…
Ruby: Ya sé lo que estabas diciendo, es sólo que creo que mi querido hijo es precisamente la clase de chico al que sólo será capaz de amar una chica que vaya más bebida de la cuenta.
Rosie: ¡¡RUBY!! ¡¡Cómo te atreves a decir eso de tu hijo!!
Ruby: ¿Y por qué no? Le quiero con todo mi corazón, pero el pobre no ha nacido con las trazas de su madre. En fin, dejemos eso. Dime, ¿cuándo piensas decidirte a salir con alguien?
Rosie: Ruby, no quiero que tengamos esta conversación otra vez. ¡Todos los tíos que has intentado encasquetarme eran unos excéntricos de cuidado! No sé de dónde sacas a esos hombres y en realidad creo que prefiero no saberlo, pero después del último fin de semana puedo asegurarte que no volveré a ir a Joys nunca más. Además, mira quién habla. ¿Cuándo fue exactamente la última vez que saliste con alguien?
Ruby: ¡Eso es un asunto completamente distinto! Soy diez años mayor que tú, he tenido que pasar por un divorcio muy difícil para librarme de ese cabroncete egoísta y tengo un hijo de diecisiete años que sólo se comunica conmigo gruñendo algunos monosílabos. Me parece que es hijo de un simio (en realidad, me consta que lo es). ¡No tengo tiempo para los hombres!
Rosie: Pues yo tampoco.
Ruby: Rosie, cariño, tienes veintiséis años, aún te quedan por lo menos diez más antes de que todo se acabe. Tendrías que salir un poco y pasártelo bien. Deja ya de llevar el peso del mundo sobre tus hombros. De eso me encargo yo. Y deja también de esperarle.
Rosie: ¿Que deje de esperar a quién?
Ruby: A Alex.
Rosie: ¡No sé de qué me estás hablando! ¡Yo no estoy esperando a Alex!
Ruby: Sí que lo esperas, querida amiga. Debe de ser un hombre excepcional, puesto que para ti ninguno está nunca a su altura. Y me consta que eso es lo que haces cada vez que conoces a alguien: compararlo. Estoy convencida de que Alex es un amigo fabuloso y seguro que siempre te dice cosas encantadoras y maravillosas. Pero no está aquí. Está a miles de kilómetros, trabajando de médico en un gran hospital, y vive en un apartamento elegante con su elegante novia médico. Mucho me temo que no está haciendo planes para conseguir abandonar esa vida cuanto antes y compartir sus días con una madre soltera que vive en un piso diminuto y tiene una mierda de empleo a tiempo parcial en una fábrica de clips y una amiga loca que le envía e-mails cada dos por tres. Así que deja de esperarle y sigue adelante. Vive tu vida.
Rosie: No le estoy esperando.
Ruby: Rosie…
Rosie: Tengo que volver al trabajo.
ROSIE se ha desconectado.
Queridas Rosie y Katie Dunne:
Shelly y Bernard Gruber tienen el honor de invitaros a la boda de su querida hija Sally con Alex Stewart.
De: Stephanie
Para: Rosie
Asunto: Re: ¡Por nada del mundo voy a ir a esa boda!
¡Estoy muy enfadada contigo por tu última carta! ¡No puedes faltar a la boda de Alex! ¡Sería totalmente inconcebible!
¡Se trata de Alex! ¡Alex, el niño que solía pasar la noche en un saco de dormir en el suelo de tu cuarto, el niño que solía colarse en mi habitación para leer mi diario y revolver el cajón de mi ropa interior! ¡El pequeño Alex a quien perseguías por la calle disparándole con un plátano que hacía las veces de pistola! ¡El mismo Alex que se sentó a tu lado en clase durante doce años!
Estuvo a tu lado cuando tuviste a Katie. Te brindó todo su apoyo pese a que sin duda le costó lo suyo encajar que la pequeña Rosie, que había dormido en un saco de dormir en el suelo de su cuarto, fuera a tener un bebé.
Ve a Boston, Rosie. Celebra esto con él. Comparte su felicidad y su entusiasmo. Participa de todo eso con Katie. ¡Sé feliz, por favor! Estoy segura de que ahora te necesita. Va a dar un paso muy importante en su vida y necesita a su mejor amiga a su lado. Busca también el modo de hacer buenas migas con Sally, ahora una persona importante en su vida, del mismo modo que él ha aprendido a llevarse bien con Katie, la persona más importante de la tuya. Me figuro que no tienes ganas de que te lo digan, pero si no vas, estarás poniendo punto final a lo que ha sido y todavía es uno de los lazos de amistad más fuertes que he visto jamás.
Entiendo que te incomode lo que ocurrió hace unos años cuando fuiste a verle, pero trágate el orgullo y levanta la cabeza. Vas a asistir a esa boda porque Alex quiere que estés allí con él; vas a asistir porque necesitas estar allí por tu bien.
Toma la decisión correcta, Rosie.
Querida Rosie:
¡Hola! Sin duda habrás recibido nuestra maravillosa invitación de boda que Sally tardó tres meses en elegir. El porqué, no lo sé, pero, según parece, una invitación de color crema con el borde dorado es muy diferente de una invitación de color blanco con el borde dorado… Cómo sois las mujeres… No sé si debería preocuparme o no, pero ¡me parece que la madre de Sally aún no ha recibido respuesta! ¡Yo no la necesito, puesto que doy por sentado que estarás presente!
La razón por la que te escribo en vez de llamarte es que quiero que dispongas de tiempo para pensar lo que voy a pedirte. Para Sally y para mí sería un honor que permitieras que Katie fuese la dama de honor de la boda. Tendríamos que saberlo bastante pronto para que Sally y Katie puedan elegir el vestido.
Quién iba a decirnos que esto llegaría a ocurrir, ¿verdad, Rosie? Si alguien nos hubiese dicho hace diez años que tu hija sería la dama de honor de mi boda, nos habríamos partido el pecho de risa ante tamaña ridiculez. ¡Y eso a pesar de que Sally y yo hayamos tardado tanto en decidirnos a casarnos, si bien la culpa es de los absurdos horarios de médico que rigen nuestras vidas!
La segunda pregunta que quiero hacerte es sin duda la que querrás meditar con más detenimiento. Tú eres mi mejor amiga, Rosie; esto huelga decirlo. No tengo ningún amigo íntimo por estos pagos, al menos ninguno que dé la talla de lo que tú significas para mí, y, por consiguiente, no tengo padrino. ¿Quieres ser mi madrina? ¿Quieres estar a mi lado ante el altar? ¡Te necesitaré a mi lado! ¡Y sé que puedo confiar en que montarás una despedida de soltero mil veces mejor que cualquiera de mis amigos de aquí!
Piénsalo y dime algo. ¡Y dime que sí!
Besos para ti y Katie,
Alex
Tiene un mensaje instantáneo de: ROSIE
Rosie: No te lo vas a creer.
Ruby: Tienes una cita.
Rosie: No, más increíble, si cabe. Alex me ha pedido que sea su «madrina».
Ruby: Espero que eso no signifique que estarás a su izquierda en la iglesia…
Rosie: Pues… no. A su derecha.
Ruby: ¿Y su hermano?
Rosie: Se encarga de recibir y sentar a los invitados en la iglesia.
Ruby: Caray. ¿Entonces va en serio lo de la boda?
Rosie: Sí. Eso parece.
Ruby: Creo que ahora sí que deberías dejar de esperarle, cariño.
Rosie: Ya lo sé. Seguramente debería.
Capítulo 10
Mi discurso de «acompañante de honor».
Buenas tardes a todos. Me llamo Rosie y, como podéis ver, Alex ha decidido no hacer caso de la tradición y me ha pedido que sea su acompañante de honor en este día tan señalado. Todos sabemos, sin embargo, que hoy este título no me corresponde. Le corresponde a Sally, puesto que ella es, a todas luces, quien mejor va acompañarle en la vida. Podría definirme como su «mejor amiga», pero todos sabemos también que a quien mejor definen hoy esas palabras tampoco es a mí. Ese título también le pertenece a Sally.
Pero lo que no pertenece a Sally es toda una vida de recuerdos del Alex niño, del Alex adolescente y del Alex casi un hombre que estoy segura de que él preferiría olvidar, pero que ahora voy a contaros. (Con un poco de suerte reirán.)
Conozco a Alex desde que tenía cinco años. En mi primer día de colegio llegué a clase con los ojos llorosos, la nariz enrojecida y media hora tarde. (Estoy casi segura de que Alex gritará: «¡Vaya novedad!».) Me ordenaron que me sentara al final de la clase, al lado de un niño mocoso, maloliente y con el pelo revuelto que estaba enfurruñado y se negaba a mirarme y a hablarme. Odié a ese niño al instante.
Me consta que él también me odiaba: su costumbre de darme patadas en la espinilla por debajo de la mesa y de decirle a la maestra que le copiaba los deberes eran signos inequívocos. Nos sentamos juntos día tras día durante doce años quejándonos del colegio, quejándonos de nuestros novios y novias, anhelando ser mayores y terminar el colegio, soñando con una vida en la que no tendríamos doble clase de mates los lunes por la mañana.
Ahora Alex tiene esa vida y yo estoy muy orgullosa de él. Estoy muy contenta de que haya encontrado a su acompañante de honor y a su mejor amiga en la listísima y pesadísima Sally. Por eso os pido que levantéis la copa y brindéis por mi mejor amigo, Alex, y su nueva mejor amiga, acompañante de honor y esposa Sally, deseándoles suerte y felicidad en el futuro.
¡Por Alex y Sally!
O ALGO EN ESTA LÍNEA. ¿QUÉ OPINAS, RUBY?
Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY
Ruby: Arcadas y vomitonas. Les encantará. Buena suerte, Rosie. Nada de llorar y sobre todo NO BEBAS.
Querida Rosie:
¡Saludos desde las Seychelles! Rosie, ¡muchas gracias por la semana pasada! Lo pasé de fábula. La verdad es que nunca pensé que fuera a disfrutar el día de mi boda, pero gracias a ti fue la mar de divertido. No te preocupes, creo que nadie se dio cuenta de que estuviste borracha durante toda la ceremonia (quizás alguien lo notara durante el discurso, pero fue divertido), ¡aunque no creo que el sacerdote se llevara muy buena impresión al oír tu hipo justo cuando yo iba a decir: «Sí, quiero»!