Cuando Prudencia se cayó al salir de la bañera estuvo en el suelo tirada cinco horas. Resbaló. A veces pasa. Lo malo no fue el dolor, sino el frío. Dice que pasó más frío que en toda su vida. Menos mal que, como pudo, alcanzó una toalla y se tapó, no le servía de mucho pero de vez en cuando se la quitaba un ratito y cuando sentía que se helaba se volvía a arropar. Así se consolaba de que podía ser peor. Gritó pidiendo socorro hasta quedarse ronca. La voz le salía muy rara con la tiritona, como la de las muñecas antiguas que decían mamá. Calculó el tiempo por los rosarios que rezó pidiendo que su marido llegara pronto. Aprendió a rezarlo contando con los dedos y desde entonces lo reza siempre así.

Dice que no paró de llorar en todo el rato. Le cogió tal miedo a la bañera que no se atreve a meterse sola, y mucho menos a salir. Se arrastró hasta la puerta, pero no pudo levantarse a descorrer el pestillo. La pobre, en medio de la tiritona, el llanto y el rosario, se pasó las cinco horas esperando el ruido de las llaves al abrir la puerta, como un milagro. Y el ruido no acababa de llegar, porque el marido, justo ese día, se fue a jugar la partida de mus sin avisar a Prudencia.

Para que luego le preguntara qué hacía tirada en el suelo arropada con una toalla. Eso fue lo primerito que le preguntó. Al llegar a casa, y ver que Prudencia no estaba en la cama, se puso a llamarla a gritos. Hasta que pasó un buen rato no oyó cómo ella pedía socorro con la poquita voz que le quedaba. Y le echó la bronca por no haber hecho un esfuerzo por levantarse. Enfadado porque tuvo que romper la puerta del cuarto de baño para entrar.

Y es que hay gente que cuando le remuerde la conciencia arremete contra los demás. Como Prudencia sabe que tiene un elemento así en casa, no se atrevió a decirle a qué hora se había caído, para que él no se sintiera culpable por llegar tan tarde. Cuando se lo preguntó, contestó que sólo hacía un ratito.

Fue Prudencia quien le dijo que pidiera ayuda, porque él no la podía levantar solo y se puso tan nervioso que no hacía más que gritar. La ingresaron con una pierna rota y con pulmonía.

De esto hace ya mucho tiempo, pero todavía cojea.