—A qué huele —le preguntaba—, dime a qué huele.

—Huele bien —contestaba Jeanine—, huele bien.

Era la primera vez que compraba una noche, se sintió defraudado, no encontró lo que buscaba.

—Puedes quedarte más tiempo —dijo Jeanine al amanecer, viendo que José se levantaba—. ¿Quieres que te huela otra vez?

José paseó por las calles de Amsterdam, deteniéndose en los canales. El agua le trajo el recuerdo de Blanca. El hombro de Blanca. El parque en Madrid. Le queda el triste recurso del recuerdo. El recuerdo de los ojos de Blanca, de los ríos en los ojos de Blanca, en Amsterdam.