Aunque Koltsov disfrutaba en Moscú de un alto nivel de vida, la posibilidad de trasladarse a España debió de antojársele como el respiro que necesitaba ante la cada vez más opresiva atmósfera política de Rusia. Koltsov fue el primer corresponsal soviético de prensa en viajar a España. Envió su primer despacho a Pravda 3la misma noche de su llegada a Barcelona. Es más, le faltó tiempo para asumir el papel de asesor político de las autoridades republicanas. Las únicas credenciales de que disponía eran las de redactor y enviado especial de

Pravda,pero se le consideró de inmediato una figura de peso. El teniente coronel Felipe Díaz Sandino, consejero de Defensa del recién constituido gobierno catalán de Joan Casanovas, puso un vehículo a su disposición. En el transcurso de apenas dos días, Koltsov se entrevistó con el líder anarquista Juan García Oliver, con los dirigentes del Partit Socialista Unificat de Catalunya (Partido Comunista Catalán), y con el mismo Casanovas. Al día siguiente, Koltsov ya estaba en el frente de Huesca, asesorando al comandante local. Poco después expresó su deseo de conocer al legendario dirigente anarquista Buenaventura Durruti, que se hallaba en Bujaraloz, en el frente de Aragón. Al principio, Durruti no demostró interés alguno en hablar con él, pero cambió de idea cuando leyó, en la carta de presentación que le había enviado García Oliver, las palabras «Moscú» y «Pravda».

A pesar de las ventajas que suponía el acceso a tan importantes políticos, Koltsov no tardó en toparse —lo mismo que el resto de corresponsales— con las dificultades de la censura, de la escasez crónica de líneas de teléfono y del limitado sistema telegráfico español. 4Llegó a Madrid el 18 de agosto y al cabo de veinticuatro horas ya había hablado no sólo con los dirigentes del Partido Comunista, sino también con el ministro de la Guerra, el teniente coronel Juan Hernández Saravia, y con el jefe de gobierno, el doctor José Giral. Al cabo de una semana, Koltsov había conseguido entrevistar al socialista moderado Indalecio Prieto, el cual dirigía desde la sombra la campaña bélica. Que Prieto le hablara sin tapujos del desprecio que le inspiraba Largo Caballero es un reconocimiento no sólo al talento periodístico de Koltsov, sino también a la posición que éste ocupaba. Un día después, y por mediación de Julio Álvarez del Vayo, a quien Koltsov conocía de la época de éste último como corresponsal español en Moscú, pudo entrevistar al presidente Manuel Azaña y al mismo Largo Caballero, el cual se mostró tan poco reservado como Prieto en sus feroces críticas hacia el gobierno del doctor Giral. 5Cuatro días después de ser nombrado jefe de gobierno, el 4 de septiembre de 1937, Largo Caballero recibió de nuevo a Koltsov para otra larga entrevista. 6

El papel de Koltsov en la guerra civil española se ha exagerado hasta lo inimaginable. Se ha llegado a decir, incluso, que hablaba por teléfono con Stalin una o dos veces al día, con el objetivo de comunicarle las últimas noticias acerca de la situación española. El impulsor de esa idea, que con el paso del tiempo ha ido gozando de una aceptación cada vez más amplia, fue Claud Cockburn, periodista anglo-irlandés de ideología comunista e íntimo amigo de Koltsov en España. 7Sin embargo, no por ello resulta más verosímil: la conexión telefónica entre Madrid y Moscú, vía Barcelona y París, no era ni lo bastante operativa ni lo bastante segura como para permitir tales conversaciones, ni siquiera en el caso de que Stalin hubiera mostrado interés por recibir boletines diarios desde España. Tal y como revela una carta de Koltsov a Stalin, los emisarios soviéticos más veteranos se mostraban reacios a enviar información incluso por telegrama, método que permitía la codificación, así que no digamos ya por teléfono, un sistema que se podía intervenir con relativa facilidad. 8

Sea como fuere, lo que sí se puede afirmar es que a pesar de que oficialmente Koltsov no era más que el corresponsal del diario Pravda,desempeñó en España un papel que iba más allá de sus meras responsabilidades periodísticas. Muchos testigos presenciales de la época constataron la importancia de Koltsov. Santiago Carrillo, por aquel entonces consejero de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, se refirió a él como alguien que, sencillamente, tenía mucha más influencia que cualquier otro corresponsal. Durante el sitio de la capital, parecía incluso más importante que el embajador Marcel Rosenberg. El experto sovietólogo Louis Fischer, que en aquella época mantuvo frecuentes contactos con Koltsov, lo describió como «corresponsal de Pravdaen España y, oficiosamente, los ojos y los oídos de Stalin en el país». 9Hemingway se refirió a Koltsov como «uno de los tres hombres más importantes de España». 10El novelista Iliá Ehrenburg escribió: «Los españoles lo consideraban no sólo un periodista famoso, sino también un asesor político. Resulta difícil imaginar el primer año de la guerra civil española sin Koltsov.» 11Comandante de la NKVD, Lev Lazarevich Nikolsky, conocido como Aleksandr Orlov, coincidía en España con Koltsov desde septiembre de 1937, y luego, en unas memorias poco fiables, afirmó que Stalin había enviado a Koltsov a España «en calidad de observador personal», lo cual es como no decir nada, ya que es justamente lo que cabría esperar del veterano corresponsal de Pravda. 12"Estas opiniones han pasado a formar parte de la historia aceptada de la guerra civil española. Hugh Thomas, por ejemplo, presenta a Koltsov como «el más que probable agente personal de Stalin en España, con línea directa al Kremlin de vez en cuando». Con menos exageración, la historiadora rusa Olga Novikova lo considera «un enlace entre Stalin y las autoridades españolas». 13

Uno de los rasgos más fascinantes del diario de Koltsov es la forma en que éste separó sus tareas periodísticas de otras que tenían un carácter más político-militar. Lógicamente, se atribuyó a sí mismo la obra periodística, pero dejó en manos de un misterioso mexicano llamado «Miguel Martínez» los asuntos relativos a las operaciones con dirigentes políticos y militares. Supuestamente, el tal Martínez había luchado en la revolución mexicana y, como el mismo Koltsov de joven, había tomado parte también en la primera guerra mundial y en la guerra civil rusa. Además, la descripción que el minúsculo Koltsov hizo de Martínez indica que podría estar hablando de sí mismo: «Un comunista mexicano de estatura por debajo de la media que, como yo, llegó ayer.» Lleva gafas, igual que Koltsov. 14El texto está repleto de pistas que apuntan a la posibilidad de que «Martínez» y Koltsov fueran en realidad la misma persona. En el diario se describe el espeluznante vuelo de Martínez entre París y Barcelona, en un avión pilotado por Abel Cuides. Tras sospechar que el piloto podría tener planeado llevarlo a la zona rebelde, «Miguel» contempló la posibilidad de disparar a Cuides y luego pilotar el avión él mismo... algo de lo que Koltsov era perfectamente capaz. El 8 de junio de 1937, en Bilbao, Koltsov mantuvo una conversación con Cuides sobre ese mismo incidente, de la cual se desprende que quien iba en el avión y quien había considerado disparar al piloto no era otro que Koltsov. El periodista ruso escribió en su diario que Miguel Martínez iba todas las noches a la redacción del periódico comunista Mundo Obreroy colaboraba en la edición del día siguiente... que es justamente lo que solía hacer Koltsov. En otro momento se dice que, durante la retirada de Talavera, «Miguel Martínez» vio a la escritora María Teresa de León con una pistola pequeña en las manos; más tarde es Koltsov quien recuerda haberla visto con la pistola en ese mismo lugar. 15Por tanto, no es de extrañar que el hermano pequeño de Koltsov —el famoso humorista gráfico de Pravda,Boris Efimovich Friedland, más conocido como Boris Efimov—, los biógrafos Skorokhodovy Rubashkin,y otros estudiosos hayan dado por cierto que «Miguel Martínez» era, en realidad, el propio Koltsov. Enrique Líster, comandante del Quinto Regimiento comunista, que más tarde se convertiría en el núcleo del Ejército Popular, mantuvo contactos frecuentes con Koltsov, tal y como atestigua el diario. Líster le aseguró a Ian Gibson que, en su opinión, Koltsovy «Miguel Martínez» eran sinlugar a dudas la misma persona. 16Sin embargo, ese hecho no aclara por qué Koltsov creyó necesario inventarse a «Miguel Martínez». Es bastante obvio que en realidad fue Koltsov quien llevó a cabo muchas de las actividades atribuidas al mexicano. Sin embargo, es posible que otras no, lo cual explicaría por qué Líster, ferviente prosoviético, se esforzó por ocultar la verdadera identidad de «Miguel Martínez» o, por lo menos, de alguna parte integrante del mismo. En sus memorias del sitio de Madrid, Vicente Rojo, jefe republicano del Estado Mayor, dice haber conocido a «Miguel Martínez» y su trabajo con el Quinto Regimiento. No cabe duda de que Koltsov conoció a Rojo y, es más, escribió sobre él en diversas ocasiones. 17En consecuencia, el hecho de que Rojo se refiriera a «Martínez» y no lo identificara con Koltsov llevó tanto al estudioso ruso Boris Volodarski como al historiador español Ángel Viñas a sospechar que existía un auténtico «Miguel Martínez» que había mantenido contacto con Rojo. Basándose en las investigaciones de Boris Volodarski en los archivos de la seguridad rusa, llegaron a la conclusión de que por lo menos algunas actividades atribuidas a «Miguel Martínez» no las llevó a cabo Koltsov, sino un agente soviético de origen lituano. El hombre en cuestión, Jvozas Grigulavicius, conocido en la «Dirección S» (Ilegales) de la NICVD-KGB como lósif Romualdovich Grigulévich (con nombres de código ARTUR, MAKS y FELIPE), tenía veintitrés años y era miembro del «cuerpo de operaciones especiales» de la NKVD, una sección especializada en el asesinato, el terrorismo y el sabotaje en suelo extranjero. Había aprendido español en Argentina y había llegado a España en 1936. Más tarde dirigiría el primer atentado contra la vida de Trotski en México. En consecuencia, el «Miguel Martínez» que describió Koltsov podría haber sido en realidad una amalgama de varios individuos: el mismo Koltsov, Grigulévich y, posiblemente, el agregado militar ruso, el general Vladimir Gorev. Gorev era consejero militar en Madrid, enviado por la inteligencia militar soviética (GRU), e informó a Moscú de que Koltsov «ejecutaba al pie de la letra todas las órdenes que yo daba en relación con la defensa de la ciudad». 18