– ¡Jesús, qué ocurrencias!

El forastero vio que Moucho el Carroupo no tenía a nadie detrás. La quinta señal del hijoputa está en las manos, que son blandas, húmedas y frías, Fabián Minguela tiene las manos como babosas.

– No me gusta levantar la voz pero si no paga lo que lleva perdido, le parto la boca.

El gato de la taberna de Rauco no se llama de ninguna manera, la patrona le dice michino y él ya entiende. Mientras Moucho saca los cuartos, el forastero acaricia al gato y ni mira siquiera.

– Deje el dinero encima de la mesa, ya vendré a buscarlo si me da la gana.

Moucho se la tuvo que envainar porque nadie salió en su defensa, tampoco la tenía ni se la merecía. Fabián Minguela, Moucho, trabaja sentado como todos los Carroupos, los zapateiros no montan a caballo ni cultivan la tierra. Moucho es sastre y también trapichea con artículos de mercería, carretes de hilo, botones de celuloide y de metal, medias de algodón, pañuelos y otras pobrezas, los Carroupos no son de por aquí, Dios sabrá de dónde salieron.

– Deje el dinero bien a la vista, los pesos, las pesetas y los patacones, que todos lo vean, y después váyase. Patrona, empiece a sacar vino, digo si no molesto, que yo no quiero molestar a nadie.

Moucho, los domingos, se peina con fijador Omega y gasta corbata de lacito color verde brillante y pañuelo de crespón a juego, que se sujeta con un imperdible para que no se lo roben.

– ¡Qué pituco!

– ¡Ya lo creo, de lo más que hay!

La sexta señal del hijoputa es el mirar huido, Fabián Minguela no mira por derecho ni en la oscuridad. El loro de la señorita Ramona es más viejo que nadie, el loro de la señorita Ramona come cacahuetes y recita la letanía del Santo Rosario, virgo potens, ora pro nobis, virgo clemens, ora pro nobis, virgo fidelis, ora pro nobis, aquí hay demasiado virgo, esto es como tener en casa a las adoratrices llevando al buen camino a las jóvenes descarriadas. Los cuatro criados de la señorita Ramona son los siguientes: Braulio Doade, 82 años, natural de Camposancos; Antonio Vegadecabo, 81 años, natural de Cenlle; Purina Córrego, 84 años, natural de los Baños de Molgas, y Sabela Soulecín, 79 años, natural de San Cristóbal de Cea. El loro es más viejo que el mayor de todos y allí no se muere nadie: virgo prudentissima, ora pro nobis, virgo veneranda, ora pro nobis, virgo predicanda, ora pro nobis, aquí hay virgos demás, esto es como tener en casa a los jesuitas desbravando mozos pajilleros de buena familia. Los cuatro criados de la señorita Ramona están medio ciegos y medio sordos, unos más que otros, y también bronquíticos y reumáticos, todos por un mismo estilo; la verdad es que ninguno vale para nada, pero tampoco se les puede mandar a freír puñetas, así sin más ni más, a que se los coman los lobos y la piojera.

– Es una carga de caridad, ya lo sé; lo que da pena es pensar que a estas ruinas también les dio un vuelco alguna vez el corazón en el pecho, por causa de amor, antes de la pérdida de las colonias, ¡qué disparate! Cuando el loro vino de Cuba ya era viejo, lo que no sé es cómo se acostumbró a este clima.

Ádega lleva la cuenta de los muertos, alguien tiene que ser el notario de las muertes que van segando las vidas sin darse jamás un punto de descanso.

– El parvo de Bidueiros no se ahorcó, que lo ahorcaron para ensayar, no lo hicieron con mala intención pero se les fue la mano; el demonio hace que a veces, en un descuido, se ahorque a alguien que no se quería ahorcar, todo es cuestión de desgracia, al parvo de Bidueiros lo ahorcaron para ensayar, lo ahorcaron de broma pero él se murió en serio, se conoce que lo pillaron distraído.

A Roque Gamuzo le llaman Crego de Comesaña por broma, también por broma ahorcaron al parvo de Bidueiros y después lo hubieron de enterrar, el escribiente del juzgado no sabía qué poner en el papel.

– ¿Qué pongo en el papel?

– Ponga lo que quiera, no fue más que un caso de desgracia, el pobre parvo tuvo siempre mucho desnivel y desventura, los hay que nacen con buen pie y los hay que no, eso es todo.

Don Merexildo Agrexán Fenteira, cura de San Miguel de Buciños, le rezó tres misas a su hijo el parvo de Bidueiros sin decir a nadie la intención.

Chelo Domínguez dio seis varones a Roquiño Gamuzo, su marido.

– ¿Y calzan la carallada de su padre?

– Pues, sí, parece que no hay queja.

Chelo lleva a sus hijos muy aseados y elegantes, está muy orgullosa de ellos.

– Y además, tengo razón para estarlo, pocas mujeres tienen siete hombres tan hombres alrededor, Roque y los niños, da gusto verlos.

Tía Lourdes, la mujer de tío Cleto, murió enseguida, no pasó de la luna de miel. Tía Lourdes murió en París porque los franceses, que se lavan poco, le pegaron las viruelas; Ádega no cree que ése fuera el mal que la llevó al sepulcro.

– No puede ser porque la señorita Lourdes, que en paz descanse, nació en año bisiesto, todo el mundo sabe que los que nacen en año bisiesto libran de las viruelas.

– ¿Pero ésa es una regla fija?

– ¡De lo más fijo que hay!

Cuando tío Cleto volvió habiéndose dejado a tía Lourdes en el camino, los abuelos, que aún vivían, se mostraron muy compungidos.

– ¡Pobre Lourdes, qué desconsuelo habrá dejado en el corazón de Cleto! La finada valía poco, ésa es la verdad, pero podía haber durado más tiempo. Aquí en la fábrica le hubiéramos dado el ataúd que la esposa de un hijo se merece, arca inglesa n.° 1 en nogal con herrajes de bronce. ¡Pobre Lourdes, qué pronto fue llamada por Nuestro Señor a su presencia!

A tía Lourdes la echaron a la fosa común porque tío Cleto dejó pagado el entierro, sí, pero no la sepultura, en esto los franceses son muy mirados y el cónsul dijo que a él ni le iba ni le venía; morir en el extranjero es siempre desairado porque no se conocen los usos.

– ¿Los franceses son católicos?

– Sí, yo creo que sí, bueno, son católicos a su manera; los que son protestantes son los ingleses y los alemanes.

– Ya.

Los dos Gamuzos gemelos, Celestino Carocha, cazador, y Ceferino Furelo, pescador, son curas en San Miguel de Taboadela y en Santa María de Carballeda, ésta en término de Piñor; Furelo estuvo antes en San Adrián de Zapeaus, en Rairiz de Veiga, el pueblo del famoso guerrillero Celso Masilde, Chapón, que anduvo con la partida del Bailarín hasta 1948, en que cayeron todo sen una emboscada. Este Bailarín no tiene nada que ver con Esteban Cortizas, el otro Bailarín, armador de motoras de pesca y jefe local de Falange en Mugardos, donde los maquis lo mataron a tiros en 1946. Chapón también hizo la guerrilla por la comarca de Órdenes, con Benigno García Andrade, Foucellas, jefe de la IV Agrupación, a quien agarrotaron en La Coruña en 1951. Furelo va a visitar a Benicia todos los primeros y terceros martes de mes, el orden es el orden; Benicia tiene el joder alegre pero es muy respetuosa, siempre trata de usted a Furelo, bueno, a don Ceferino, y cuando se despide de él le besa la mano.

– Usted siga bien, don Ceferino, ¿disfrutó?

– Sí, hija, que Dios te lo pague, disfruté mucho.

Los curas también son de Dios, como las arañas, las flores y las niñas que salen pegando brincos de la escuela, y Dios sabe perdonar los pecados.

– ¡Apriete, don Ceferino! ¡No se retire! ¡Ay, ay!

Benicia tiene los ojos azules y los pezones como castañas, Benicia no sabe ni leer ni escribir pero va por la vida adivinándolo todo: el amor y el aburrimiento, la vida y la muerte, el gusto y el asco, lo que se dice todo. Raimundo el de los Casandulfes, en la cama, se da más arte que Furelo, se conoce que pasó por la universidad, eso siempre se nota; en Santiago, cuando estudiante, aprendió muchas habilidades en las casas del Pombal, en la Macana, en la Portuguesa y en Mamá Lola, una buena iniciación siempre predispone. Furelo es pescador y a Benicia suele llevarle alguna trucha.

– Toma, cuando hayamos…, bueno, tú ya me entiendes…, vas y fríes una para mí y otra para ti.