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a… Grupos de ayuda mutua autogestionados.

b… Psicoterapia dinámica de tiempo limitado.

c… Intervención de comportamiento cognitivo.

d… Tratamiento farmacológico con terapia de apoyo.

e… Desensibilización progresiva del trauma

f… Talleres y laboratorios temáticos gestálticos.

La gran mayoría de los duelos transcurren sin complicaciones (duelos normales) y se completan saludablemente dentro de un tiempo razonable sin intervención externa. El apoyo de los grupos sociales, familiares y amigos, así como el aporte de personas calificadas o profesionales entrenados puede, de todas formas, ayudar a mejorar la calidad del proceso de duelo. Las metas de orientación para la ayuda descritas por Worden son diez:

1… ayudar a la persona en duelo a aceptar la pérdida, invitándola a hablar acerca de ella y de las circunstancias que la rodearon.

2… ayudar a identificar los sentimientos relacionados con la pérdida (rabia, culpa, ansiedad, tristeza), no criticando su presencia, más bien avalando su expresión.

3… ayudar a vivir sin el fallecido y a tomar sus propias decisiones.

4… ayudar a independizarse emocionalmente del fallecido y establecer relaciones nuevas.

5… ayudar a enfocar su duelo en situaciones especiales como cumpleaños y aniversarios.

6… "autorizar" la tristeza dejando saber que es lo apropiado e informando de las diferencias individuales de este proceso.

7… dar apoyo continuo, incondicional y sin límite de tiempo.

8… ayudar a la persona a entender su propio comportamiento y su estilo de duelo.

9… identificar problemas irresueltos y eventualmente sugerir ayuda profesional.

10… escuchar…comprender…escuchar…comprender…escuchar…y comprender.

Psicoterapia profesional.

La terapia es indicación casi obligada en personas que manifiestan un duelo complejo y anormal. Porque cuando un paciente se queda estancado en el lugar del duelo y no puede salir durante un pequeño tiempo, él mismo empieza a sentir que no puede hacer nada para salirse de donde está trabado.

Ni siquiera puede, pobre, escuchar a quien lo quiere ayudar y esta última frase nos conecta con la paradoja.

Es una persona que necesita ayuda para poder recibir ayuda.

La meta de la terapia en estos pacientes, tanto en individual como en grupo, es identificar y resolver los conflictos de separación que interfieren en la culminación del proceso de duelo.

Más que en ningún otro caso es importante establecer un contrato terapéutico claro para definir tiempo necesario, costo, expectativas y enfoques.

Si el paciente se queja de problemas físicos, es imprescindible antes de iniciar un tratamiento descartar cualquier enfermedad.

La terapia de duelo requiere hablar acerca de la persona fallecida y reconocer si hay emociones mínimas o exageradas alrededor de la pérdida. Una descripción persistente e idealizada de la persona fallecida puede indicar la presencia de sentimientos ambivalentes de rabia. La terapia puede ayudar a la persona a ver que la culpa, rabia u otros sentimientos "negativos" pueden estar interfiriendo en otros más positivos y viceversa.

También puede suceder que las complicaciones en el proceso se deban a algún duelo anterior mal resuelto. El duelo relacionado a estas pérdidas anteriores debe ser manejado apropiadamente para poder resolverlo satisfactoriamente.

La terapia de duelo incluye el lidiar con la resistencia al proceso de duelo, identificar los asuntos pendientes con el fallecido e identificar y acomodar pérdidas secundarias como resultado del fallecimiento.

Por último el doliente debe ser ayudado a aceptar la condición irreversible de la pérdida y visualizar lo que será su vida después de terminar de recorrer el húmedo camino de las lágrimas.

A pesar de resistirme ideológicamente a que sea tomado como norma y menos aún de primera instancia, a veces la medicación terapéutica abre una puerta por donde poder entrar para poder ayudar.

Pero atención: La medicación es un parche, no soluciona nada…Nada.

Nadie pasa del duelo tomando antidepresivos. Nadie.

Lo único que la medicación puede hacer es abrir la puerta. Y a veces hace falta. Solo a veces…

La mejor droga es sin lugar a dudas la presencia sostenida de quienes amorosamente deciden acompañar al que pena hasta el final de este camino.

Y de todas maneras, de ellos se reciben no sólo las "buenas palabras" sino también, muchas veces, "las malas

bienintencionadas acciones".

Las buenas palabras son, por ejemplo:

Respeto,

Permiso,

Compañía,

Sostén,

Ayuda,

Facilitamiento,

Propuesta,

Presencia.

Y las "malas" acciones podrían ser:

Forzar,

Empujar,

Manipular,

Salvar,

Interrumpir,

Olvidar,

Invadir,

Apurar.

Aceptemos que puede haber alguien que está muy triste, con mucho dolor, y que con sinceridad no quiere por ahora que lo ayudes a salirse de ese lugar.

Hay que tener mucho cuidado, hay que ser muy respetuoso.

A veces es muy difícil saber si estás molestando o estás ayudando

Sumándose al duelo, los manejos de los padres y otros familiares o de algunos amigos (pocos amigos) determinan, a nivel social, una presión culposa a veces más insoportable que el dolor de la misma pérdida.

Me parece bueno acercarse y me parece bien proponer; pero estoy seguro de que hay que evitar los "hacelo por mí".

A veces escucho, por ejemplo:

"Tenés que salir, porque tenés familia…

porque tus hijos…

porque tu esposo…

porque fulano…

porque mengano…

Y yo digo, puede que sea una buena idea recordarle que hay otras cosas, pero no lo es forzar una actuación y menos desde la culpa, porque a veces, como dijimos, hay que preguntarse sinceramente si lo que estoy queriendo es ayudarte a salir por vos o estoy queriendo que vos salgas de tu tristeza, porque soy yo el que no soporto verte triste.

Ayuda puede ser simplemente llamarle la atención a alguien para que se ocupe de sí mismo.

Les digo a los que están de duelo:

En medio de este luto que tenés, en medio de este dolor, te llama tu mejor amiga. La mejor amiga que tenés en el mundo te llama y te dice:

"Yo sé que estás mal, pero te necesito, así que, por favor, dejá lo que estás haciendo, sal´´i de tu casa, vení, ayudame, necesito que me consueles, necesito que me contengas, necesito que me ayudes a amigarme con la vida, porque estoy en un momento muy difícil, te necesito conmigo de verdad, por favor, vení."

A pesar de tu duelo, ¿qué creés que harías?

Y en general los dolientes respiran hondo pero siempre dicen:

– Iría.

– Irías, ¿seguro?

– Sí, sí.

Y entonces agrego como el mago de una feria:

– Tu mejor amiga sos vos. Y te estás pidiendo eso. ¿Vas a ir o no?

El duelo en el niño.

Ser completamente honesto con el niño…Acompañar a un niño que ha perdido a un ser querido significa ante todo no apartarlo de la realidad en la que está viviendo, con el pretexto de ahorrarle sufrimiento. Aunque por razones de edad no comprenda todavía lo que es la muerte, es perfectamente sensible a la reacción y el llanto de los adultos, a los cambios de la rutina de la casa, a la ausencia de contacto físico con la persona fallecida…; es decir, se da cuenta de que algo pasa y le afecta.

Solamente evitaremos (siempre que sea posible) que presencie escenas desgarradoras de dolor y pérdida de control de los adultos.

Aunque resulte muy doloroso y difícil de hablar de la muerte con el niño, es mejor hacelo lo antes posible. Pasadas las primeras horas de mayor dramatismo y confusión, buscaremos un momento y un lugar adecuados y le explicaremos, con un lenguaje apropiado para su edad, lo ocurrido. Haremos un esfuerzo por contestar todas sus preguntas. Si no tenemos alguna respuesta, le diremos sencillamente que no lo sabemos.