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11. Extrañar a la persona en concreto.

12. Extrañar el hecho de sentirse queridos.

13. Extrañar la posibilidad de querer a alguien

14. Extrañar una relación profunda…15. Extrañar tener a alguien en casa

16. Extrañar compartir las tareas.

17. Extrañar la forma de vida de la gente casada.

18. Extrañar la satisfacción de ir acompañados

19. Extrañar la vida sexual

20. Extrañar las amistades en común.

Dado que la expectativa de vida de las mujeres en Argentina es de 75 años mientras que la de los hombres es de 71 (según la Dirección de Estadísticas de las Naciones Unidas), la viudez es un fenómeno que tiene mayor incidencia entre las mujeres.

Muchas mujeres fueron educadas para idealizar el amor, y siempre dependieron del hombre para subsistir social, económica y por consiguiente psíquicamente. Si bien la dependencia económica está disminuyendo, la psíquica continúa, por lo que no pueden evitarse sentirse desamparadas cuando pierden al compañero. Un hombre que pierde a su mujer puede sentirse desconsolado, pero difícilmente desamparado porque las mujeres estructuran su subjetividad en torno a los vínculos, mientras que los hombres la construyen en torno de su trabajo. Si hombres y mujeres hicieran suya la frase de Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia". Ellos dirían de sí mismos: "Yo soy yo y todo lo que sé hacer". Las mujeres dirían en cambio: "Yo soy yo y todos aquellos a quienes amo". La persona que murió no se pierde, porque es interiorizada emocionalmente. Lo que queda vacante es el lugar de los roles que ocupaba. Una de las cosas que suelen sorprender a los viudos recuperados es que pueden volver a amar, a pesar del dolor, ya que el dolor y el amor pueden coexistir. "Cuando murió mi esposa viví su muerte como un terremoto. Fui perdiendo de a poco a todos mis amigos. No sabía cómo se pagaba la luz, dónde se compraba la fruta ni cómo se conseguía la leche. Mis hijos me trataban como si fuera un inútil.

Un día los junté a todos y les dije: "Un momento, me quedé viudo, no descerebrado". Ese día todo empezó a retomar su rumbo. Eso de "yo no podía soportar que vos te fueras" es la misma historia de "yo nunca voy a poder dejar de fumar" y "nunca voy a poder hacer una dieta para adelgazar". Mientras yo me crea que nunca podría, seguro que no voy a poder. Si yo me creo que no voy a poder soportar tu ausencia, si me creo que no puedo seguir sin vos, si me convenzo de que mi vida ha terminado, es posible que todo esto suceda. Hay una tribu, y esto es real, en el norte de África. Es costumbre que cuando alguien comete un hecho muy grave, por ejemplo matar a otro miembro de la tribu, se hace una junta, una reunión de todos los jefes de la tribu. Si lo encuentran culpable lo condenan a muerte. Lo maravilloso es que la condena significa hacerle una marca con tinta en el hombro. Es una marca rara, que en la tribu es el símbolo de la muerte. A partir de ese día el condenado es alojado en una carpa a unos diez metros de los otros, nada más. Nadie lo toca, nadie le hace nada, si quiere comer, come, si quiere beber, bebe, nadie le dirige la palabra, nadie habla con él, está muerto. Dos meses después de la condena, el reo muere, muere sin que nadie le haya tocado un pelo. Y no muere porque le pase algo especial, ni porque la marca sea venenosa, muere sólo porque cree que se tiene que morir. En esa cultura el condenado está convencido que se va a morir, y por supuesto se muere, literalmente, se muere. Según los especialistas, un duelo termina cuando uno puede volver a insertarse en la vida con nuevos proyectos, cuando decide que ya no está "muerto", y del dolor intenso puede pasar a uno menos intenso y de allí al amor por otros (la familia, una nueva pareja, los amigos). Cuando la pareja muere, todos sus roles quedan vacantes y hay que aprender a reacomodarse. NO es sólo haber perdido un contador, un jardinero, un compañero sexual, un padre, etc. No es sólo haberse quedado sin cocinera, ama de llaves, planchadora, consejera, partenaire sexual y enfermera…aunque también es eso. Después de la muerte de tu pareja es muy difícil permitirse una nueva relación. No es indispensable hacerlo pero es importante saber que es posible.

Divorcio.

Recordar es el mejor modo de olvidar.

SIGMUND FREUD.

Quizás suene raro encontrar este título aquí, mezclado entre muertes y duelos funerarios. Y sin embargo, como vimos en nuestra cuestionada estadísticas de dolores, el divorcio está vivencialmente bastante cerca de lo catastrófico de la situación de muerte de la pareja…Y pongo siempre el mismo ejemplo: una cosa es estar juntos y conectados, en una relación de pareja donde él o ella pueden irse, acercarse o quedarse y yo puedo también hacer lo propio, y otra cosa es estar enganchados.

Engancharse no es estar juntos, porque no sirve para conectarse con el otro, sino para tironear, para retener, para atrapar al otro y que no se pueda ir. Para escaparse va a tener que lastimarse y lastimarme, porque estamos atrapados.

Esto no es estar juntos, ni tiene que ver con amor. Esto es un disfraz de la manipulación y del intento de controlar tu vida.

Y a pesar de la gravedad de este planteo, nos seducen estas situaciones de control, nos encanta tener estos vínculos "seguros" vivimos de alguna manera viendo cómo hacemos para tener al otro atrapado, para que el otro no se escape, para que no se vaya y dimensionamos las relaciones de pareja como relaciones en las que

"Los dos somos uno"

"Somos una sola carne"

"Yo para el otro y el otro para mí".

De alguna manera nos encanta este símbolo infame de nuestra condena al sufrimiento garantizado, que es

"No puedo vivir sin vos"

¡Qué pesado que suena!

Un poco más tibio pero igualmente condicionante es

“Me haces tan feliz"

Y yo digo siempre: no acepten, porque si aceptan tener ese poder van a tener que aceptar

“Me cagás la vida".

Pero lo cierto es que no tenés ese poder, nunca lo tuviste, aunque yo quisiera concedértelo. Me puede lastimar algo que hagas, algo que digas, eso sí, ¿pero hacerme sufrir?, la verdad que no.

¿Qué puede hacer el otro?

“Puede hacer todo lo que a mí no me gusta"

Muy bien, bárbaro. Pero si hace todo lo que a mí me disgusta ¿para qué me quedo?

"Me quedo porque lo quiero"

Bueno, si vos te quedas porque lo querés ¿es el otro el que te está haciendo sufrir?.De ninguna manera.

Entonces digo que soy yo que me hago sufrir. Claro que sí. Y posiblemente no sea sólo yo, pero seguro que tiene que ver más conmigo que con vos.

Y lo que tiene que ver más conmigo que con vos es aquello que al principio llamamos el "sistema de creencias" de cada uno.

Si me creo que para ser feliz vos tenés que hacer tal cosa y tal otra.

Que para ser feliz vos tenés que conducirte de tal manera.

Que para que yo sea feliz vos no tendrías que decir tal cosa o tal otra.

Que para que yo no sufra vos deberías querer exactamente lo que yo quiero, en el exacto momento en que yo lo quiero.

Y que no tendrías que querer ninguna otra cosa, porque si vos querés alguna otra cosa en un momento que no es el momento en que yo lo quiero, entonces yo sufro por tu culpa.

Y si no tenés el poder de hacerme sufrir mientras estés conmigo, menos aún tendrás ese poder si nos separamos.

Pero no me voy, me quedo.

¿Para qué me quedo?

Para cambiarte.

Para conseguir que seas diferente

Para lograr que quieras exactamente eso que yo quiero.

Y sobre todo porque no soporto la idea de perderte.