– ¿Te refieres a lo que Dumas escribió en "Los tres mosqueteros"? ¿Todos para uno y uno para todos?

– ¡Exacto! -exclamó Shively-. Una vez lo hayamos conseguido, ése será mi lema y no otro.

– Shively -le dijo Brunner-, ¿estás insinuando que aunque la señorita Fields no nos quisiera a ti o a mí, tú estarías decidido a mantener relaciones sexuales con ella?

– Eso es lo que estoy insinuando, ni más ni menos.

Brunner se inquietó extremadamente.

– No accedería a ello en ninguna circunstancia, Shively.

No me gusta utilizar esta palabra pero ya veo que no tendré más remedio que volver a utilizarla.

Es violación, estás hablando de un delito de violación, Shively.

– Llámalo como prefieras -replicó Shively-. Muy bien, violación. Es posible.

Pero lo que ahora estoy diciendo es que no estoy dispuesto a tomarme todas estas molestias sin cierta seguridad de que podré intervenir en la acción de alguna forma.

– Bueno, Shively -dijo Brunner escasamente convencido-, si estás pensando en la posibilidad de una violación, será mejor que sepas el resultado que puede aguardarte. -Se levantó del sofá-. Aparte de considerar censurable y moralmente negativo el acto de violar a una mujer, da la casualidad de que me consta muy bien que se trata legalmente de uno de los delitos más serios y graves que existen. -Rodeó la mesilla de café y se acercó al escritorio-. He previsto la posibilidad de que pudiera suscitarse de nuevo esta cuestión y he decidido estar preparado.

He trabajado un poco, Shively. En el transcurso del fin de semana, valiéndome de los conocimientos legales que todavía poseo, he realizado algunas investigaciones acerca de este tema. ¿Quieres conocer el resultado?

– No estoy especialmente interesado -repuso Shively.

Mientras Malone giraba el sillón, Brunner abrió el cajón central de su escritorio.

– No obstante, puesto que hemos hablado de permanecer unidos en la puesta en práctica de este proyecto, considero que no sólo tú sino todos nosotros debemos estar plenamente al corriente de los hechos. -Sacó un montón de folios de tamaño legal-. Tengo aquí ciertos artículos del Código Penal de California.

– Estás perdiendo el tiempo, Leo -dijo Shively-, no me interesa.

Yost efectuó con la mano un gesto conciliador mirando a Shively.

– Déjale leer, Shiv. El saber no ocupa lugar. Muy bien, Leo léenos estos fragmentos de la cartilla de urbanidad local.

– El Código Penal de California -repitió Brunner-Para ahorrar tiempo, me limitaré a leer las disposiciones clave que he analizado previamente. -Carraspeó y empezó a leer sin inflexión alguna en la voz-.

Artículo Dos Sesenta y Uno.

Definición de violación: "Violación es un acto de unión sexual llevado a cabo con una mujer que no sea la propia esposa, bajo cualquiera de las siguientes circunstancias: Cuando la mujer no ha cumplido los dieciocho años; cuando, por locura intermitente o cualquier otra deficiencia mental, tanto transitoria como permanente, es incapaz de consentir legalmente; cuando opone resistencia pero es superada por medio de la fuerza o la violencia; cuando se le impide oponer resistencia mediante amenazas de graves e inmediatas lesiones físicas acompañadas de aparente capacidad de puesta en práctica de las mismas o mediante cualquier sustancia narcótica o anestésica administrada por el acusado o con el consentimiento de éste; cuando en aquellos momentos no es consciente de la naturaleza del acto y el acusado está al corriente de ello; cuando se somete a ello en la creencia de que la persona que lleva a cabo el acto es su marido, siendo dicha creencia el resultado de cualquier artificio, simulación u ocultación practicada por el acusado con la intención de provocar tal creencia".

Esto último a Shively se le antojó muy gracioso.

– Ya tenemos la solución, Leo.

Le haremos creer a Sharon que somos su último marido y no le diremos en ningún momento que no lo somos.

A Brunner no le hizo la menor gracia.

Miró a Shively frunciendo el ceño y reanudó la lectura.

– Artículo Dos Sesenta y Tres, sobre la violación.

"Elementos esenciales.

Penetración. La culpa de la violación consiste en el ultraje a la persona y sentimientos de la mujer.

Cualquier penetración sexual, por leve que ésta sea, es suficiente para la comisión del delito".

Shively seguía insistiendo en hacerse el gracioso.

– !Penetración! -exclamó.

En el caso de Sharon Fields, te aseguro, hermano, que no sería leve.

Brunner prosiguió sin hacerle caso.

– El artículo Dos Sesenta y Cuatro define las penas de este delito.

Pasaré por alto lo que ya acabamos de comentar aquí.

"La pena mínima por violación es reclusión en la prisión del Estado durante un período no inferior a los tres años.

Si a la víctima se le han infligido daños físicos y ello se demuestra ante el tribunal, el acusado cumplirá condena de reclusión en la prisión del Estado desde un mínimo de quince años hasta cadena perpetua".

– No habrá daños físicos -dijo Yost-, por consiguiente, eso no nos concierne. En cuanto a…

– Espera, Howard -dijo Brunner levantando una mano-, me había equivocado.

Aquí está la parte que nos concierne.

La parte que se refiere a la intervención de varias personas.

Es el artículo Dos Sesenta y Cuatro, apartado uno del Código Penal.

"En todos los casos en los que el acusado, actuando voluntariamente de acuerdo con otra persona, ejerciendo fuerza y violencia y, contra la voluntad de la víctima, cometiera una violación, ya fuera personalmente o bien ayudando e incitando a otro, tal acto figurará en la acusación y, caso de demostrarse, el acusado cumplirá condena de reclusión en la prisión del Estado desde un mínimo de cinco años hasta cadena perpetua".

– Brunner levantó la cabeza y se ajustó las gafas-.

De eso estábamos hablando. Reclusión desde cinco años hasta cadena perpetua.

Quizás ello nos induzca a reflexionar.

Malone se inclinó hacia adelante sentado en el sillón giratorio y tiró a Brunner de la manga.

– Leo, lo que acabas de leernos carece de sentido, porque aquello de que estamos hablando jamás llegaría a este extremo de la violación por la fuerza.

A pesar de lo que haya dicho Kyle, no es eso lo que nos proponemos hacer.

Pero supongamos -admitamos esta posibilidad-, supongamos que Sharon nos engaña y acude a las autoridades para declarar que ha sido violada.

¿Sabéis una cosa? No la creerían.

Y eso también puedo demostrarlo.

No eres el único que ha estado trabajando.

Malone empezó a rebuscar entre sus papeles.

– Quítate de en medio, Leo, el León -dijo Shively-. Nos impides ver.

Brunner se apartó molesto de delante del sofá donde se encontraba y fue a sentarse en el sillón que había frente al escritorio. Malone ya había encontrado lo que buscaba.

– Os resumiré lo que he averiguado. Ante todo, según los expertos, un setenta por ciento de las violaciones no llegan a conocimiento de la policía.

Por lo general, las víctimas se averguenzan, no quieren que se sepa, no quieren publicidad y no quieren pasar un mal rato ante los tribunales.

En el último informe del FBI figuraban treinta y ocho mil violaciones denunciadas en todos los Estados Unidos, es decir, unas treinta y seis mujeres violadas de cada cien mil.

Pero el FBI calcula que en el transcurso del año en cuestión se habrán producido cinco veces más violaciones.

Como veis, la mayoría de mujeres lo ocultan. Si una persona como Sharon Fields fuera violada, lo más probable es que no lo denunciara.

– Yo creo que sería una de las pocas que lo harían -dijo Brunner.

– Muy bien -dijo Malone afablemente-, supongamos que sucediera lo que tú dices. Supongamos que Sharon fuera violada y lo denunciara.

¿Cuántas probabilidades habría de que sus violadores fueran declarados culpables y castigados? Pocas, muy pocas. Lo tengo aquí. Escucha.