Le llamé pero no me oyó porque ya había salido a la calle. Entonces recogí el dinero y salí tras él para entregárselo.

Y le encontré colocando los paquetes en el cacharro. Le entregué el cambio antes de que subiera y él me dio las gracias. Entonces me fijé en el cacharro porque yo había tenido uno en mi rancho.

– ¿Y qué tenía de insólito el vehículo?

– Yo no diría tanto. Todos ofrecen distintos aspectos pero son iguales, no sé si me explico; éste me parece que tenía como una especie de toldo para protegerse del sol. Pero eso no fue lo que me llamó la atención.

Mire, lo malo de estos cacharros -lo descubrí en el mío hasta que al final me desprendí de él por este motivo-es que pueden usarse por terreno escabroso, por las montañas y en el rancho, pero en la ciudad no sirven porque el asfalto se les come los neumáticos.

Lo cual significa que tienes que disponer de dos coches, un cacharro para el campo y un automóvil distinto para la ciudad, cosa que muy poca gente puede permitirse.

Y yo le hice una advertencia a aquel hombre y le dije que no utilizara el cacharro para ir por la ciudad porque le estropearía los neumáticos nuevos que llevaba.

Y entonces él me dijo una cosa que yo no sabía, es decir, que ahora han sacado unos neumáticos para todo terreno que pueden utilizarse tanto en terreno escabroso como sobre asfalto.

Miré los neumáticos para ver cómo eran por si me decidía a comprar otro cacharro.

Los neumáticos eran de marca Cooper Sixties y decidí hacer averiguaciones al respecto.

– ¿Las hizo usted?

– Hoy precisamente. Me he encontrado al joven Conroy en el bar -es el propietario de la tienda de accesorios de automóvil que hay aquí abajo-y le he preguntado si conocía la marca Cooper Sixties y él me ha dicho que sí, que hoy en día había muchas marcas de neumáticos de doble uso pero que él recomendaba especialmente el neumático Cooper Sixty Paso Rápido.

Ha dicho que resultaba tan adecuado para el campo como para la ciudad. Es un neumático muy ancho -creo que ha dicho que es el más ancho que se fabrica-que sirve también para circular por las calles, y tiene una cara de nueve surcos para aumentar la atracción sobre la tierra o la arena.

– ¿No le parecen muchos surcos?

– Bueno, hay algunas que también los tienen pero no es corriente. En cierto modo todos son distintos.

Este Cooper Sixty del cacharro tenía una línea en zig-zag.

– ¿Eran nuevos los neumáticos?

– Completamente nuevos. Eran estupendos.

– ¿Habló usted de algo más con el cliente o con el conductor?

– No recuerdo. Salieron a la Avenida Magnolia y se alejaron.

– ¿Qué dirección tomaron?

– Subieron por Magnolia y giraron a la derecha al llegar a la siguiente bocacalle -repuso Middleton señalándole la dirección con la mano-. Tomaron ese camino.

– ¿Les hubiera llevado este camino a las Gavilán Hills?

– Si hubieran girado de nuevo a la derecha para salir a Van Buren, sí.

– Muchas gracias, señor Middleton. Nos ha ayudado usted mucho.

Una vez en la calle, el capitán Culpepper apenas pudo disimular su alivio.

– El primer resultado positivo que obtenemos desde que hemos descifrado la clave -les dijo a Nellie y a Zigman.

– Ahora ya sabe que hay más de uno -dijo Zigman.

– Y la dirección que tomaron -añadió Nellie-. Eso es muy útil, ¿verdad?

– Todo es útil. Pero lo más importante es la marca de los neumáticos que llevaban. Es un dato que nos facilitará mucho el trabajo. -Se volvió hacia el sargento Neuman-. Ya sabe lo que tiene que hacer, sargento, ¿no es cierto? Vaya a esta tienda de Conroy o a cualquier otra de por aquí y saque una fotografía muy clara de la configuración de los surcos del neumático Cooper Sixty Paso Rápido.

Sáquela de un neumático auténtico que esté a la venta o pida que le entreguen una fotografía de catálogo.

Mande que la amplíen y que se hagan copias. Distribúyalas por todos los coches patrulla que estén recorriendo estas malditas colinas. Dígales que no presten atención a ninguna carretera asfaltada.

Que se limiten a todos los caminos sin asfaltar que encuentren. Sólo caminos sin asfaltar. Ya ha oído que el viejo ha dicho un cacharro de ir por las dunas.

Eso significa que utilizaron un camino sin asfaltar y que se encuentran ocultos en una zona de terreno muy escabroso. Quiero que se examinen todos los caminos poco transitados en busca de huellas que puedan parecerse a las del Cooper Sixty de nueve surcos.

Los oficiales utilizarán las fotografías como punto de referencia. Y dígales que se trata de neumáticos nuevos y que las huellas tienen que ser muy claras. Si encontramos huellas, serán fácilmente identificables.

Si tropiezan con alguna huella que se parezca a la del Cooper Sixty, que la fotografíen y que hagan vaciados en yeso para estar seguros. Después lo compararemos todo con un neumático nuevo.

En marcha antes de que anochezca.

Neuman salió rápidamente en dirección al cuartel general provisional de la policía instalado en el aparcamiento de la tienda de muebles.

Culpepper miró a Zigman y a Nellie Wgriht con los labios fruncidos.

– Ustedes quieren saber si hay esperanzas -les dijo.

– Ahora hay más posibilidades, ¿verdad? -le preguntó Zigman.

– Mire -contestó Culpepper respirando hondo-. Hasta ahora no había ninguna.

Nuestros helicópteros no han descubierto nada desde el aire, ni una sola cosa que pueda parecerse a un escondite habitable. Es natural. Los sospechosos no se hubieran ocultado en un lugar fácilmente visible desde arriba.

En cuanto a nuestro equipo de tierra, las entrevistas que han mantenido con los habitantes de la zona no han podido descubrir ninguna pista.

Pero aquí, en Arlington, hemos descubierto un hilo de esperanza. Muy escasa, deben comprenderlo.

– ¿Escasa hasta qué extremo, capitán? -preguntó Nellie ansiosamente.

– ¿Quiere saber cuántas probabilidades tenemos? Dígame cuántos caminos sin asfaltar hay por todos estos kilómetros de monte.

Súmelos y éstas son las probabilidades que tenemos de encontrar el camino que nos conduzca hasta la señorita Fields antes de que sea demasiado tarde.

Mientras se dirigía con Nellie Wright y con Zigman al remolque, el capitán Culpepper intentó animarles y consolarles un poco.

– Bueno -dijo-, por lo menos ahora tenemos algunas probabilidades sobre las que apostar. Antes no teníamos ninguna.

Pero, a partir de ahora; bueno ahora, cualesquiera que sean las posibilidades, por lo menos podemos apostar.

En el salón de Más a Tierra, tras haber salido Shively en busca de Leo Brunner, Adam Malone se dedicó a mirar el noticiario especial de Sky Hubbard que había pasado a sustituir la programación habitual.

En realidad, no se había añadido ningún otro detalle a la noticia en exclusiva, según la cual la famosa actriz cinematográfica Sharon Fields se encontraba en poder de unos secuestradores y la policía había intervenido en el caso.

A los equipos móviles de televisión que se habían trasladado a la mansión que la actriz poseía en Bel Air, se les había impedido la entrada pero, filmando a través de los barrotes de la verja de hierro forjado, habían conseguido captar las constantes entradas y salidas de los vehículos blanco y negros de la policía.

Otro equipo de televisión enviado a los estudios de la Aurora Films habían encontrado los estudios cerrados por ser día festivo, habiendo averiguado que Justin Rhodes, el productor de Sharon, no se encontraba en la ciudad.

Tales fracasos habían inducido al equipo de producción de Sky Hubbard a preparar un programa retrospectivo dedicado a la fabulosa vida y carrera de Sharon Fields.

La preocupación inicial de Malone en relación con la divulgación de la noticia del secuestro, se había ido atenuando progresivamente tras contemplar éste en la pantalla distintos fragmentos de famosas películas de Sharon.