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Havers. No había vuelto a hablar con Havers y el doctor debería haber tenido suficiente tiempo para acceder a los archivos. Rhage cogió su teléfono móvil y salió al pasillo.

La conversación con el doctor no duró demasiado tiempo, por que el hombre le dijo que no había nada que pudiera hacer por ella. Como los vampiros no padecían cáncer, no se había concentrado en esa enfermedad ni ninguno de sus colegas.

Rhage estuvo a punto de colgarle cuando el hombre se lo dijo.

– Perdone, señor, no deseo curiosear. Pero sabe… ¿sabe cómo de extensos van a ser sus tratamientos?

– Se que hay muchos de ellos.

– ¿Se da cuenta de lo intensos que serán? Si la leucemia ha vuelto, sus opciones pueden ser limitadas…

– Gracias por mirar sus registros. Lo agradezco. -Como si necesitara una confirmación de lo seria que era la situación.

– Espere…por favor sepa que lo ayudaré en cualquier cosa que pueda. Incluso aunque no pueda ayudar con respecto a la quimioterapia, tenemos los formularios de muchas medicaciones para el dolor y varias otras cosas que pudiera necesitar. Puedo ayudar a aliviarla y cuidarla, aun cuando ella reciba sus tratamientos en hospitales de humanos. Debe llamarme.

– Lo haré. Y…gracias, Havers.

Después de colgar, fue al despacho de Wrath, pero la habitación estaba vacía entonces fue abajo. Tal vez Wrath y beth estaban comiendo algo.

Por arte de magia, una pared de cuero negro con una cabeza con pelo negro se materializó delante de él. Las gafas de sol de hoy eran de plata envolventes.

– ¿Me estabas buscando? -Le dijo el rey.

– Esto. Sí. Mary se quedará. Permanentemente.

– Lo escuché. Fritz me dijo que se había traído a algunas cosas con ella.

– Uh-huh. Escucha, ¿te importa si preparo una reunión aquí esta noche? Quiero que Mary vea a su amiga Bella y pensaba que la Hermandad podría hacerlo agradable. Sabes, con trajes y todo eso. Tal vez Wellsie también podría venir, también. Mary ya me tiene, pero tiene que tener a algunas otras personas a su alrededor. No quiero que permanezca aislada.

– Maldita buena idea. Beth quería que fuéramos a la ciudad esta noche, pero…

– No cambies tus proyectos. Es realmente algo ocasional.

– Bien, mi shellan tenía ganas de salir. El tipo de cosas que le gustan. Y yo, ah, realmente me gusta cuando ella me tiene de ese modo ¿me entiendes?

Rhage sonrió un poco cuando el cuerpo de Wrath liberó una ráfaga de calor. -Sí, lo hago.

Hubo una pausa. El rey dijo -Mi hermano, ¿necesitas algo más?

– Ah, sí. Mary estará muy enferma pronto. Saldré todas las noches con los hermanos mientras pueda, pero cuando las cosas se pongan mal…

– Desde luego. Harás lo que tengas que hacer.

– Gracias, hombre.

Wrath asintió con la cabeza. -Sabes una cosa-eres un hombre de valor. -De verdad que lo eres.

– Si, bueno, solo quédatelo. Tengo una reputación de gilipollas egocéntrico que mantener.

– Tohr, podría ver haciéndolo. Phury desde luego. Tal vez V.

Rhage frunció el ceño. -Haces que suene como un sacrificio, por Cristo. La amo.

– Es un sacrificio. La amas cuando sabes que irá al Fade.

– Ella no va a ninguna parte. – Rhage apretó las muelas. -Se pondrá bien. Será duro, pero se pondrá bien.

– Perdóname. -Wrath inclinó la cabeza.-Desde luego que lo hará.

Rhage bajó la vista. No sabía que hacer con la apología por que no tenía experiencia en ofrecerlas. Y además, pensar en que Mary pudiera morir, hacía que sintiera como si tuviera un soplete en el pecho.

– Hasta después, mi señor. – Dijo él, queriendo irse antes de deshonrarse emocionalmente.

Pero lo miró fijamente, fue la primera vez que vio los ojos de Wrath sin gafas. El rey nunca se quitaba las gafas. Siempre las llevaba.

Rhage dejó de respirar, concentrándose en los iris iridiscentes, verde plateado que le devolvía la mirada. No había pupilas, solo dos pequeños puntos. Y el calor en esos círculos ciegos, encendidos era chocante.

– Me siento orgulloso de llamarle hermano. -Le dijo Wrath.

Rhage sintió pesados brazos rodeándolo como si fuese empujado contra un pecho sólido. Estaba tenso, pero entonces se permitió colgarse del enorme Wrath.

– ¿Wrath?

– ¿Si?

Rhage abrió la boca para hablar, pero perdió la voz.

Wrath contestó a su silencio. -Nosotros estaremos allí para ti. Entonces nos pedirás ayuda cuando nos necesites. Y si el momento llega, nosotros le brindaremos enteramente una ceremonia Fade, como la shellan de un guerrero se merece.

Rhage apretó sus ojos cerrados. -Gracias…mi señor.

Más tarde aquella noche Mary estaba de pie en su cuarto de baño, secándose y cepillándose el pelo. Cuando terminó, se miró en el espejo y se alisó los oscuros rizos. Eran muy suaves bajo sus dedos y con esta luz realmente tenía un poco de rojizo y oro en él.

Rechazó el pensar en quedarse calva otra vez. Tan solo se sacó directamente el pensamiento de su mente. Dios sabía, habría tiempo para obsesionarse con ello cuando en realidad ocurriera.

– Estás tan hermosa como lo estabas ayer.-Dijo Rhage cuando salió de la ducha. Mientras se secaba, pasó por detrás de ella y le envió un beso a través del reflejo.

Ella sonrió. -Muchas gracias por invitar a Bella y a John. Ella ha sido una Buena amiga y he estado preocupada por él.

– No quiero que pierdas el contacto con la gente solo por que estás aquí. Además, la Hermandad tiene que jugar a la civilización de vez en cuando. Es bueno para nosotros.

– Sabes, Tohrment y Wellsie son muy amables por recoger a John.

– Son los mejores, los dos.

Cuando Rhage abandonó el baño, los ojos del tatuaje la miraron fijamente. Un misterioso efecto, pensó ella, pero no exactamente desagradable. Parecía que estaba siendo observada por un perro guardián quien realmente quería un animal doméstico.

Se acercó y se sentó al borde de la cama. -Hey, lo siento si te mantuve despierto esta mañana. Me muevo y doy muchas vueltas cuando me sube la fiebre.

Rhage salió del closet, cerrando rápidamente la cremallera de un par de pantalones negros. -No me molestaste para nada. ¿Podemos hacer alguna cosa sobre ello?

– No realmente. Me iré a otro dormitorio si te molesta. -Ella sonrió ante la mirada que le hizo. -Bien, no lo haré.

– Sobre Havers. Yo esperaba que hubiera algo que pudiéramos hacer por ti.

– No te preocupes. Aprecio el intento.

– ¿Cuando vas a volver a ver a tu oncólogo otra vez?

– Pronto, pero no hablemos más de ello, ¿vale? Esta noche, es todo vida. Me siento bien, y no malgastaré ni un maldito minuto.

La boca de Rhage se elevó por las comisuras, sus ojos encendidos con aprobación, con respeto.

¿Y ella había pensado en algún momento dejarlo? Idiota.

Ella rió detrás de él, teniendo ganas de que finalizara la tarde, cuando pudieran estar a solas. En la oscuridad. Con nada entre ellos.

Cuando él desapareció en el closet, ella fue tras él, pensando que tenían algunos minutos antes de que la reunión comenzara de manera que podrían tener algún adelanto. Mientras él miraba sus camisas alienadas sobre los colgadores, ella puso su mano sobre su espalda, directamente sobre el hombro de la bestia.

Rhage se estremeció y se apartó un paso.

– ¿Te he hecho daño? -Le preguntó ella.

Cuando ella dio una vuelta a su alrededor, él siguió manteniéndose a distancia, los dos moviéndose dos o tres veces.

– Rhage…

– Tenemos que darnos prisa o vamos a llegar tarde. -Su voz era un poco ronca, su pecho tenso.

– ¿Qué le ocurre a tu espalda?

Él sacó descolgó una camisa y se la puso, abotonándose rápidamente. -La espalda está bien.

Rhage le dio un pico en la mejilla y rápidamente chilló por ella. Fuera en el dormitorio abrió la puerta que conducía al pasillo y luego recogió el reloj del aparador y se lo puso sobre su muñeca. Sus dedos temblaban mientras se lo abrochaba.