– De la chica, supongo. -Ella hipó, mirando a Eve con una expresión confundida. -Porque el champán lo haría enfermar? Nunca le pasó antes.
– Que chica?
– Que chica? -repitió Bambi, con su cara en blanco.
Paciencia, se recordó Eve a si misma. -Usted dijo que “la chica” le dio al Sr. Pettibone el champán para su brindis.
– Oh, esa chica. Una de las servidoras. -Bambi levantó un hombro, sacudiendo el pequeño perro. -Ella le dio a Boney un vaso nuevo cuando él quiso hacer su brindis.
– Lo tomó él de su bandeja?
– No. -Ella frunció los labios, sorbiendo despacio. -No, recuerdo que se lo puso en la mano y le deseó un feliz cumpleaños. Le dijo “Feliz cumpleaños, Sr. Pettibone”. Muy educada también.
– Usted la conocía? La había empleado antes?
– yo contraté al Sr. Markie, y él trajo a los camareros. Usted puede dejarle todo al Sr. Markie. Es un mago.
– Como se veía ella?
– Quien?
Dios, dame la fuerza para no sacudir de las solapas a esta cretina. La camarera, Bambi. La camarera que le dio a Boney el vaso de champán para su brindis.
– Oh. No lo sé. Nadie ve realmente a los camareros, no? -dijo confundida cuando Eve la observó fijamente. -Ordenada. -dijo después de un momento. -El Sr. Markie insiste en que su equipo presente una apariencia pulcra.
– Ella era mayor, joven, alta, baja?
– No lo sé. Se veía como uno de los camareros, es todo. Y tienen todos el mismo aspecto, realmente.
– Vió si su esposo hablaba con ella?
– Le dijo gracias. Boney es muy educado también.
– No pareció que él la reconocía? A la camarera. -agregó Eve rápidamente cuando la boca de Bambi empezó a fruncirse en que seguramente sería otro Quien?
– Porque lo haría?
Nadie, decidió Eve, podía simular tener ese nivel de idiota. Eso era sincero. -Está bien. Sabe usted de alguien que hubiera querido dañar a su esposo?
– Todos amaban a Boney. Usted lo haría también.
– Usted amaba a Boney mientras él estaba casado con su primera esposa?
Sus ojos se agradaron y redondearon. -Nosotros nunca, nunca la engañamos. Boney ni siquiera me besó hasta después de haberse divorciado. Era un caballero.
– Como lo conoció?
– Yo trabajaba en uno de sus negocios de flores. El que está en Madison. El acostumbraba ir a veces y mirar el stock, y hablar con nosotros. Conmigo. -agregó con una temblorosa sonrisa. -Entonces un día el llegó justo cuando yo estaba saliendo y ofreció llevarme a casa. Me tomó del brazo mientras caminábamos. Me dijo que estaba tramitando el divorcio y deseaba invitarme a comer con él alguna vez. Me imaginé que era sólo una línea que los tipos dicen en momentos como esos, usted sabe, cuando están dejando a su mujer, o como ella no los hacen felices, y todo ese tipo de cosas para llevarte a la cama con él. No soy estúpida.
No, pensó Eve, tú redefines la palabra.
– Pero Boney no era como esos. Nunca trató de hacer algo fuera de lugar.
Ella suspiró y empezó a frotar su mejilla otra vez con la piel del perro. -Era un romántico. Después de divorciarse nos citamos y me llevó a lugares realmente agradables pero nunca trató de hacer algo fuera de lugar. Finalmente yo traté de hacer algo fuera de lugar porque él era tan lindo, tan tierno y apuesto. Y después de eso, me preguntó si quería casarme con él.
– Diría que su primera esposa se resintió por esto?
– Probablemente. Quien no se resentiría por no tener a Boney para su propio deleite? Pero ella fue siempre muy agradable, y Boney jamás dijo nada malo sobre ella.
– Y sus hijos.
– Bueno, yo no pensé que ellos me agradarían al principio. Pero Boney dijo que iban a llegar a amarme porque él lo hacía. Y nunca tuvimos una pelea o algo así.
– Un gran familia feliz. -repitió Eve despúes de otros diez minutos con Bambi. -Todos querían a todos y Pettibone es el prototipo de buena persona.
– La esposa es boba. -Sugirió Peabody.
– La boba fue lo bastante lista para enganchar un esposo rico. Puede ser lo bastante lista para poner alguna pequeña extra en sus burbujas de cumpleaños. -Pero se detuvo un momento en lo alto de las escaleras para dejar que varias opciones jugaran en su mente.
– Hay que ser realmente listo, y tener nervios de acero para hacerlo mientras estaba parada justo al lado de él frente a una habitación llena de buenos deseos y testigos. Vamos a cavar un poco en la historia de ella, ver cuanto de ese toque de azúcar es real y cuanto es un acto. Alguien que vive con esa cantidad de rosa está en el tope de mi corta lista.
– Pienso que es una especie de muñeca, jugando el papel de “Me encanta ser una chica”.
– A veces me asustas, Peabody. Vamos a hacer una búsqueda tipo de ella para empezar. Bambi, -agregó saliendo- La gente que llama su hija Bambi debería saber que al crecer ella va a ser una boba. Ahora vamos a jugar con el Sr. Markie. A quien se le ocurrió esta mierda?
– Vamos a encontrarlo a él y al equipo de catering en la cocina.
– Bien. Vamos a encontrar a quien le dio a Pettibone el champán y le deseo feliz cumpleaños.
Cuando comenzó a cruzar el piso principal hacia la cocina, McNab corrió detrás de ella. -Dallas? El EM está aquí. Concuerda con el TM y el doctor sobre la apariencia de envenenamiento. No pueden decirlo oficialmente hasta que tengan al agarrotado en el depósito de cuerpos y hagan algunos exámenes.
– Gracias por ese colorido reporte, detective. Que el EM demore la información hasta que yo tenga la confirmación de la causa de la muerte ASAP. Ve adelante y dale una mirada a las entradas y salidas de los enlaces de la casa de las últimas veinticuatro horas, por si alguien fue descuidado.
– Estoy en eso. -Logró darle a Peabody una rápida palmada en el culo antes de irse.
– Teniendo a tus padres durmiendo contigo deberías dejar la tontería de jugar al toca-culo con McNab por un ratito.
– Oh, ellos no se quedan en mi casa. Dijeron que era muy pequeña y no querían sofocarme. No pude convencerlos. Ellos están su caravana. Les dije que no deberían hacerlo. Las ordenanzas de la ciudad y todo eso, pero sólo me palmearon en la cabeza.
– Llévalos a un hotel, Peabody, antes de que algún uniformado los cite.
– Me voy a ocupar de eso tan pronto como volvamos.
Entraron a la cocina. Era enorme, toda en blanco cegador y centelleante plateado. Y en ese momento reinaba el caos. Comida en varios estados de preparación estaba desparramada sobre los mostradores. Las bandejas estaban apiladas en torres, las copas en pirámides. Eve contó ocho uniformados del equipo apretados en un rincón comiendo y charlando con la energía nerviosa que las escenas de un crimen a menudo contagiaban a los testigos.
Una enorme jarra de café estaba dispuesta para el uso de policías y camareros. Uno de sus propios uniformados se estaba ayudando con una bandeja de bocadillos y otro estaba atacando el carro de postres.
Sólo fue necesaria su presencia para que la habitación cayera en la inmovilidad, y el silencio.
– Oficiales, si pueden organizarse y dejar la actitud de comer-todo-lo-que-pueda-del-buffet, tomen posiciones fuera de las puertas de ambas salidas de la cocina. Como la causa de la muerte no ha sido oficialmente declarada, les recuerdo que se están metiendo evidencia en la boca. Si es necesario, los voy a abrir a ambos en caso de que esa evidencia deba ser removida.
– No hay nada mal con mi comida. Un hombre se adelantó mientras los dos uniformados corrían afuera. Era bajo, de aspecto sencillo y una complexión olivácea. Su cabeza estaba afeitada y relucía suavemente como un témpano de hielo. Vestía un delantal blanco de carnicero sobre un formal traje negro.
– Usted es Markie?
– Sr. Markie. -dijo con fría dignidad. -Demando saber lo que ha pasado. Nadie nos dice nada, sólo nos ordenaron permanecer aquí. Si usted está a cargo…
– Estoy a cargo. Teniente Dallas, y lo que ha pasado es que Walter Pettibone ha muerto y estoy aquí para establecer como y porque.
– Bueno, teniente Dallas, puedo decirle que el Sr. Pettibone no encontró su fin por culpa de alguno de mis platos. No voy a permitir que se desbande ningún rumor con respecto a mi comida y mi negocio. Mi reputación es intachable.
– Detenga sus embates, Markie. Nadie lo está acusando de nada. – Ella levantó una mano antes de que él pudiera hablar y volvió su atención a los empleados. -Quien de ustedes sirvió al Sr. Pettibone antes de su brindis?
– No fue ninguno de nosotros. Estuvimos hablando sobre eso.
Eve estudió a la atractiva mujer asiática. -Y usted es?
– Sing-Yu. Estaba en el living cuando eso sucedió. Pero estaba terminando de hacer la vuelta con el champán cuando los invitados en esa sección levantaron los vasos para el brindis del Sr. Pettibone. Y Charlie… -movió el hombro hacia el delgado hombre negro a su lado. -El estaba trayendo los bocados de cangrejo.
– Yo estaba trabajando en el bar de la terraza. -Otro camarero levantó una mano. -Robert McLean. Y Laurie atendía a los invitados de la terraza. No dejamos nuestra estación hasta que escuchamos el griterío.
– Yo estaba en la cocina. -dijo otro hombre. -Yo soy, um, Don Clump. Usted recuerda, Sr. Markie? Estábamos aquí juntos cuando escuchamos la conmoción.
– Es correcto. -asintió Markie. -Justo había enviado a Charlie con los bocados de cangrejo, y estaba instruyendo a Don para empezar a pasar con los arrollados de hongos. Gwen estaba llegando con los vacíos, y escuchamos el griterío.
– Tengo un testigo que declaró que una mujer miembro de su equipo le puso en la mano al Sr. Pettibone un vaso de champán justo antes de que empezara su brindis.
Las miradas se cruzaron, cayeron.
– Esa debe ser Julie. -Sing Yu habló otra vez. – Lo siento, Sr. Markie, pero ella es la única que podría haber hecho eso, y es la única que no está aquí.
– Quien es Julie y porque no está aquí. -demandó Eve.
– No me gusta que mis empleados cotilleen sobre otro de ellos. -empezó Markie.
– Esta es una investigación policial. Las declaraciones de los testigos no son cotilleos y espero que usted y sus empleados cooperen. Quien es Julie? -preguntó Eve, volviéndose hacia Sing Yu.
– Ella tiene razón. -Markie lanzó un largo suspiro, luego se movió para palmear el hombro de Sing Yu. -Lo siento, mi querida, no estoy enojado contigo. Julie Dockport. -le dijo a Eve. -Ella estuvo con mi compañía por dos meses. En cuanto a donde está, no puedo decirle. Debe haberse deslizado afuera en la confusión que siguió inmediatamente cuando el Sr. Pettibone cayó. Me tomó unos pocos minutos darme cuenta de donde estaba el problema y salí de la cocina hacia el living. No pude verla. Cuando la policía llegó y nos dijo que viniéramos aquí, y nos quedáramos, ella no vino.