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– Sí, es probable que utilizaran un contador -comentó el representante-. Es lo que parece.

– ¿A qué se refiere? -le preguntó Seth.

– Un método asistido por ordenador para cargar un número masivo de combinaciones en la memoria del sistema hasta dar con la combinación correcta. Es muy parecido a lo que hacen para romper las claves de acceso a los ordenadores.

Frank miró el control destripado y después al hombre.

– Me sorprende que una casa como esta no tenga un sistema más sofisticado.

– Es un sistema sofisticado -afirmó rápidamente el representante a la defensiva.

– Muchos ladrones utilizan ordenadores en estos tiempos.

– Sí, pero la cuestión es que este juguete tiene una base de quince dígitos, y un tiempo de espera de cuarenta y tres segundos. Si no la acierta, se arma la de Dios es Cristo.

Frank se rascó la nariz. Tendría que volver a su casa y ducharse. El olor a muerto calentado durante varios días en una habitación cálida dejaba un rastro indeleble en la ropa, el pelo, y la piel. También en la nariz.

– ¿Y? -preguntó Frank.

– Verá, los modelos portátiles que podría usar en un trabajo como este no pueden procesar el número suficiente de combinaciones en sólo treinta segundos. Mierda, en una configuración basada en quince dígitos hay un billón de combinaciones posibles. No creo que el tipo cargara con un ordenador normal.

– ¿Por qué treinta segundos? -quiso saber Magruder.

– Necesitaba unos segundos para quitar la tapa, Sam -contestó Frank. Miró al hombre de seguridad-. ¿Decía?

– Digo que si el tipo abrió el sistema con un portátil es que debió eliminar varios de los dígitos posibles. Quizá la mitad, o más. Esto significa que se puede conseguir un sistema que lo haga bien, o que se inventaron algo capaz de romper el sistema. Pero no hablamos de ordenadores baratos, ni de unos rateros de la calle que entran en una tienda y salen con una calculadora. Cada día hacen los ordenadores más pequeños y más rápidos pero debe comprender que la velocidad del ordenador no resuelve el problema. Tiene que contar con la velocidad de respuesta del ordenador del sistema de seguridad a la entrada de todas las combinaciones. Es muy probable que sea mucho más lenta que la de su equipo. Y entonces se encuentra metido en un buen follón. Si yo fuera uno de esos tipos querría un margen cómodo. ¿Sabe lo que quiero decir? En su trabajo no hay segundas oportunidades.

Frank miró el uniforme del hombre y después el panel. Si el tipo estaba en lo cierto, él ya sabía lo que significaba. Ya había pensado en esa posibilidad cuando vio que la puerta principal no había sido forzada.

– Me refiero que podemos eliminar esa posibilidad -añadió el representante-. Tenemos sistemas que se niegan a reaccionar hasta la introducción masiva de combinaciones. Dejan de funcionar. El problema con estos sistemas tan sensibles a las interferencias es que también se disparaban cuando los dueños no recordaban los números al primer o segundo intento. Joder, recibíamos tantas falsas alarmas que los departamentos de policía comenzaron a multarnos.

Frank le dio las gracias,y se fue a recorrer la casa. El autor de este crimen sabía muy bien lo que hacía. No iba a ser fácil resolver el caso. Una buena planificación previa significaba un buen plan posterior. Pero no habían contado con matar a la señora de la casa.

Frank se apoyó en el marco de una puerta y pensó en la palabra utilizada por su amigo el médico forense: heridas.