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Agradecimientos

El entrenador de fútbol americano Ara Parseghian dijo en una ocasión: «Un buen entrenador es aquel que sabe enseñar a sus hombres el potencial de lo que pueden ser en lugar de conformarse con lo que son». Sería imperdonable de mi parte no dar las gracias en primer lugar a mi editora, Charlotte Herscher, que no sólo me mostró las posibilidades de esta historia sino que me dejó encontrar mi propio camino hasta llegar al FIN.

Agradezco a Kevin Brennan, biólogo experto en la fauna salvaje, asesor del Departamento de Caza y Pesca de California, la valiosa información que me proporcionó y todo lo que me enseñó sobre el halcón peregrino y las responsabilidades de un biólogo dedicado a la conservación de la fauna. Kevin suele llamar a sus aves con el nombre de su frecuencia de radio, no con un mote.

Una vez más, agradezco a Wally Lind, de Crime Scene Writers, su gran ayuda en la investigación de los hechos y en cuestiones de ciencia forense, sobre todo en lo relativo a las armas de fuego y a cómo se corrompen las pruebas biológicas. Si en algo me he equivocado, seguro que no es por culpa suya.

Además de mostrarse muy comprensivo con mis extraños horarios de trabajo, mi marido, Dan, también me ha explicado (en numerosas ocasiones) cómo funciona un motor de coche y cómo atascar el filtro del combustible. Si no he entendido bien el proceso, se debe a mi bloqueo mental con respecto a todo lo relacionado con la mecánica.

Dan estudió en la Universidad de Montana State-Bozeman y, a través de sus recuerdos y fotos, me ayudó a ambientar la historia en el condado de Gallatin.

Agradezco también a mis primeras lectoras. Kathia, Michele, Jan, Amy y Sharon. A mis correctores, Karin y Edie, que trabajaron con un celo extraordinario para darle forma a este libro. Y, por supuesto, a mis hijos, que ya no aprecian tanto la pizza como antes.