CARTA VII. EL HIEROFANTE.
Vi al gran Maestro en el Templo. Estaba sentados en un trono dorado colocado sobre una plataforma púrpura, y vestía la túnica de un alto sacerdote con una tiara dorada. Sostenía una cruz dorada e ocho puntas y a sus pies había dos llaves cruzadas. Dos iniciados inclinados ante él y a los que le decía: -
"Busquen el camino, no busquen el logro, busquen el camino dentro de ustedes.
"No esperen oír la verdad de otros, ni verla o leerla en libros. Busquen la verdad en ustedes, no fuera de ustedes.
"Aspiren solamente a lo imposible e inaccesible. Esperen solamente eso que no será .
"No se esperancen Mí, – no me vean a Mí, – no crean – que yo estoy fuera de ustedes.
"Dentro de su alma construyan una elevada torre por la cual puedan ascender al cielo. No crean en milagros externos, esperen milagros solamente dentro de ustedes. Cuídense de la creencia en un misterio de la tierra, en un misterio guardado por los hombres; porque los tesoros que deben ser guardados están vacíos. No busquen un misterio que pueda ser ocultado por los hombres. Busquen el misterio dentro de su propio ser
"Sobretodo, eviten esas torres construidas para preservar los misterios y para hacer un ascenso al cielo por escaleras de piedra. Y recuerden que tan pronto como los hombres construyan tal torre comienzan a disputarse la cumbre.
"El camino está en ustedes mismos, y la Verdad está en ustedes mismos y el Misterio está en ustedes mismos."