CONCLUSIONES

No hay nunca conclusiones en literatura, y la mejor creación literaria nos arroja en el mejor de los casos a una intuición limitada y a una vasta incertidumbre sobre la realidad de las cosas. No quiero por tanto terminar estas palabras con algo que dé la sensación de que tengo una idea clara y acabada sobre todos los asuntos a los que me he referido. En vez de eso, me limitaré a desear, por bien de lo que podamos escribir y leer en adelante, que los escritores no demos la espalda nunca a la mirada femenina. Por lo menos mientras exista y podamos intuir en qué consisten sus peculiaridades.

Pero igualmente confío en que siga habiendo mujeres que atraviesen la raya y que en lugar de reducirse a crear maniquíes groseros y vociferantes (como ha sido el caso de alguna literatura femenina) sepan ofrecernos hombres. También para las escritoras está disponible, en toda su variedad y contradicción, la mirada masculina.

Baeza, 15 de septiembre de 1999

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