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De todos modos, mejor morir así que no con el culo ensartado por flechas brajaranas en una galera, sin motivo .

Educadamente, se acordó de decir:

– Por tus bendiciones te damos también las gracias, dios sin temporada -igual que cuando rezaba de pequeño antes de acostarse.

Ayúdame. Ayúdame. Ayúdame .

Oh.

Las llamas de las velas oscilaron y se apagaron. El mundo se oscureció, y desapareció.