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— Buena suerte — dijo Yenaro, con voz dubitativa.

Miles se detuvo.

— Usted estaba hablando del prнncipe Slyke, no es cierto?

— ЎNo! ЎYo hablaba del hautgobernador Ilsum Kety!

Miles se mordiу los labios y dejу escapar un siseo agudo entre los dientes. Bueno, no sй si me han jodido o me han salvado. Cuбl de las dos cosas?

— Fue Kety quien le tendiу la trampa… con todo esto?

— Sн…

Se las habrнa ingeniado Kety para enviar a su amigo y primo, el gobernador Slyke, a ver los objetos imperiales al Criadero Estrella? Otro movimiento de distracciуn? Desde luego. O no. Y bien mirado, no era posible que Slyke hubiera manipulado a Kety para que Kety manipulara a Yenaro? No podнa descartarlo. Otra vez en la casilla de salida. Mierda, mierda, mierda.

Mientras Miles dudaba y analizaba los datos, apareciу el oficial de protocolo por la curva del sendero. Su paso apurado se hizo mбs lento en cuanto descubriу a Miles e Ivan. Una mirada de alivio le cruzу el rostro. Para cuando llegу junto a ellos, proyectaba otra vez el aire de un turista, pero estudiу a Yenaro con una mirada tan penetrante como un cuchillo.

— Hola, milores. — El gesto abarcу a los tres.

— Hola, seсor — saludу Miles-. Ha mantenido usted una conversaciуn interesante?

— Extraordinaria.

— Ah… No creo que le hayan presentado formalmente a lord Yenaro, seсor. Lord Yenaro, le presento al oficial de protocolo de mi embajada, lord Vorreedi.

Los dos hombres intercambiaron gestos de reconocimiento mбs ceremoniosos. La mano de Yenaro pasу al pecho en una especie de alusiуn rбpida a una reverencia, pero no se levantу.

— ЎQuй coincidencia, lord Yenaro! — siguiу diciendo Vorreedi-. Precisamente estбbamos hablando de usted.

— Ah, sн? — preguntу Yenaro, preocupado.

— Ah… — Vorreedi se mordiу el labio, pensativo, despuйs pareciу llegar a algъn tipo de conclusiуn-. No sй si se da cuenta de que en este momento se encuentra usted en medio de una especie de vendetta, lord Yenaro.

— Yo… Ўno! Quй le hace pensar eso?

— Mmm. En general, los asuntos personales de los ghemlores no son de mi incumbencia, me intereso sуlo por los asuntos oficiales. Pero la… suerte… ha puesto en mi camino la oportunidad de hacer una buena acciуn, lord Yenaro, y no pienso desaprovecharla. Al menos por esta vez. Acabo de charlar con un… ah… caballero que, segъn me informу, habнa venido aquн para asegurarse de que usted… y ahora cito textualmente son propias palabras… de que usted no saliera del Salуn del jardнn de la Luna con vida. Fue un poco vago en cuanto al mйtodo que pensaba usar para llevar a cabo esta misiуn. Lo que me pareciу mбs raro es su identidad: el personaje en cuestiуn no es un ghem, sino que se gana la vida con su arte, un especialista. No sabнa quiйn le habнa pagado esta vez: esa informaciуn quedу muy lejos, bajo varias capas de intermediarios… Tiene usted alguna idea de quiйn podrнa estar interesado en pagar sus servicios?

Yenaro escuchу impresionado, con los labios tensos, pensativo. Miles se preguntу si el hombre estaba sacando las mismas conclusiones que йl. Supuso que sн. El hautgobernador, quien quiera que fuese, habнa enviado refuerzos. Querнa asegurarse de que nada fallara. De que Yenaro no sobreviviera a su propia bomba y pudiera acusarlo, por ejemplo.

— Yo… bueno… tengo una idea, sн.

— Podrнa usted compartirla?

Yenaro lo mirу, dubitativo.

— No en este momento.

— Como quiera. — Vorreedi se encogiу de hombros-. Dejamos al… caballero sentado en un lugar tranquilo. El efecto de la pentarrбpida desaparecerб en cuestiуn de diez minutos. Tiene usted ese tiempo para hacer… lo que considere conveniente.

— Gracias, lord Vorreedi — dijo Yenaro con calma. Levantу la ropa negra que lo rodeaba y se puso de pie. Estaba pбlido pero mantenнa una serenidad admirable: no temblaba—. Ahora debo dejarles.

— Seguramente йsa es una buena idea — asintiу Vorreedi.

— Estaremos en contacto, eh? — dijo Miles.

Yenaro bajу la cabeza en un gesto formal, breve.

— Sн. Usted y yo todavнa tenemos un asunto pendiente. — Se alejу mirando a derecha e izquierda.

Ivan se mordнa los dedos. Bueno, mejor eso que soltarle a Vorreedi todo lo que estaba pasando. Eso era lo que mбs temнa Miles.

— Era cierto eso, seсor? — preguntу Miles al coronel.

— Sн. — Vorreedi se frotу la nariz-. Pero tambiйn es cierto que no estoy tan seguro de que no sea de nuestra incumbencia. Lord Yenaro parece muy interesado en usted. Lo vigila. No puedo dejar de preguntarme si existe alguna relaciуn… Revisar la jerarquнa de los que pudieron haberle pagado a ese tug serнa un proceso tedioso y largo para mi departamento. Y quй encontrarнamos al final del hilo? — Vorreedi mirу fijamente a Miles-. Hasta quй punto se enfadу usted por la quemadura de la estatua de Marilac, lord Vorkosigan?

— ЎNo tanto, por Dios! — negу Miles con rapidez-. Por lo menos deme un margen de crйdito… aъn no he perdido el sentido de la mesura. No. Yo no contratй al asesino. — Aunque sin duda habнa metido a Yenaro en esa situaciуn, al tratar de jugar esos jueguecitos mentales con su posible patrуn, Kety, el prнncipe Slyke o el Rond. Querнas una reacciуn… pues ya la tienes—. Pero… tengo la sensaciуn de que la investigaciуn sн valdrб la pena, aunque suponga dedicarle tiempo y recursos…

— Una sensaciуn, eh?

— Seguramente usted ha confiado en su instinto en mбs de una ocasiуn, seсor.

— Bueno, yo uso mi instinto. No confнo en йl. Un oficial de SegImp tiene que conocer la diferencia.

— Entiendo, seсor.

Se levantaron para seguir el recorrido de la exposiciуn. Miles evitу cuidadosamente mirar la marca negra y quemada del suelo cuando pasaron junto a ella. Y cuando se acercaron al extremo oeste de la cъpula, empezу a buscar a su contacto. Ahн estaba, sentada cerca de la fuente, con el ceсo fruncido. Pero Miles sabнa que ahora nunca conseguirнa sacarse a Vorreedi de encima; lo tenнa pegado como una lapa, para siempre. De todos modos, lo intentу.

— Discъlpeme, seсor. Tengo que darle un mensaje a una dama.

— Irй con usted — dijo Vorreedi, en tono alegre.

Correcto. Miles suspirу y compuso el mensaje mentalmente. La ghemlady, digna y tranquila, levantу la vista cuando йl se acercу con compaсeros no deseados. Miles se dio cuenta de que no sabнa su nombre.

— Discъlpeme, milady. Querнa decirle que me es imposible aceptar su invitaciуn de… eh… esta tarde. Por favor, exprese mis mбs sinceras disculpas a su ama. — Entenderнan ella y la haut Rian que eso significaba ЎAnulen la operaciуn, anъlenla!? Tenнan que captar el mensaje. Lo deseу con todas sus fuerzas-. Pero si en lugar de lo que habнamos planeado, puede concertar una entrevista con el primo del seсor… creo que eso sн serнa educativo.

El surco que tenнa la mujer en la frente se hizo mбs profundo. Pero lo ъnico que dijo fue:

— Transmitirй sus palabras a mi seсora, lord Vorkosigan.

Miles hizo un gesto de despedida, bendiciйndola por haberle evitado una conversaciуn mбs larga y compleja. Cuando volviу la vista atrбs, ella ya se habнa puesto de pie y se alejaba rбpidamente.