– Con la venia del señor jefe local de la Guardia de Franco, de la Guardia de Hierro y Pedernal camarada sir Winston Leonard Spencer Rodríguez II. Me llamo Matilde Lens, Matilde Meizoso, Matilde Verdú, y juro por Dios y digo ante quienes quieran oírme que no he tenido nada que ver, absolutamente nada que ver ni con el turbio asunto del alcohol metílico ni con el también turbio asunto del aceite de colza.

El nenúfar es una bellísima e inútil flor de poesía descriptiva, duele aun más la hermosura sin objeto que el desamor.

– Yo no bebo más que gaseosa La Flor de la Gramela, de mí nadie podrá decir nunca que soy gulosa ni lujuriosa.

Esquilo se dolía de que los poderosos no pudieran tener amigos, es amargo verse obligado a vender la primogenitura por un plato de lentejas, pero no lo es menos perderse en la isla de la soledad.

– ¿Aquella en la que sobre sus inaccesibles y fieros acantilados de basalto y piedra pómez baten las olas del poder que jamás es bastante?

– Sí.

El día del Juicio Final todos los resucitados hablarán sólo cuando se les ordene por Dios con muy generosa complacencia.

– Y yo he tenido una hija subnormal, se llama Esther, con una hache después de la te, pero ella no lo sabe.

– ¿Por qué a mi amigo Salvador Espriu -preguntó el veterinario a su amante sarda- se le cansan los ojos de la luz?

– Y yo soy hija de soltera y hacia mi madre no siento más que respeto, gratitud, lástima, cierto desprecio, duda, esperanza y caridad. Mi abuelo era militar, brigada de artillería, y murió en el cumplimiento del deber durante la guerra civil, lo mataron en el frente de Nules, le dieron un tiro en un oído y murió en el acto.

¡Pasa de largo, jinete, y no te detengas tomándole el pulso a la yerba!, no es prudente seguir a ciegas el ejemplo de Atila.

Las mujeres solemos tener espíritu de gobernanta y lo más grave es que creemos que eso es una virtud. Isolino Cospindo Balarés era empleado del Gobierno Civil, lo dejaron cojo en la guerra, medalla de sufrimientos por la patria y mutilado total, y don Julio lo metió en el Gobierno Civil, cuerpo de subalternos, para que pudiera comer caliente el resto de sus días, lo menos que se puede hacer para mantener los principios es premiar las conductas ejemplares, la conducta se gobierna por la voluntad y a Isolino lo habían dejado cojo a pesar suyo, pero eso no importa, don Julio además de gobernador justo y patriota era hombre misericordioso. Isolino se gastó su primer sueldo en comprarle una cafetera de peltre a su señora, Remedios Formoso, la de la mercería del Campo de la Leña.

– Mira, Remedios, lo que te compré, ¿te gusta?

– Mucho, Isolino, me gusta la mar, ¿para qué te molestaste?

Al Campo de la Leña le llaman ahora plaza de España, antes también se le decía Campo de las Piñas y Campo del Chambo, las cocinas económicas se prendían con piñas y allí era donde las vendían los piñeiros, daba gusto el olor, a las cocinas económicas la gente les llamaba cocinas bilbaínas; chambo es lo que se hace al chambar y chambón es el chamarilero o sea el que chamba o cambia, esto es en gallego, en castellano chamba es chiripa y chambón es el desmañado y también el chiripero, a mí me parece que en gallego a la chamba se le llama chimba, pero tampoco lo podría jurar, a lo mejor es en el gallego de mi aldea. En el Campo del Chambo tenía mucho renombre la Pichona, una mujer corpulenta, muy tetuda, que fumaba farias y tagarninas y que se pasaba el tiempo restaurando cómodas y camas y aparadores al aire libre, la Pichona era chambona de mucha confianza y su palabra era de oro, regateaba como una gitana pero cuando cerraba el trato no se volvía atrás jamás. Emilita, la amiga que le había buscado un puesto en Obras Públicas a Matty, la verdad es que sin suerte, le compró a la Pichona dos mecedoras cubanas de caoba bastante baratas.

– Cien pesos.

– ¡Qué disparate! ¿Hacen cinco?

– Noventa pesos y son suyas.

– Sigue siendo un robo.

– No diga usted eso, señorita. Ochenta pesos y cerramos.

– ¿Hacen diez?

– No, mi última palabra: setenta pesos.

– ¿Hacen cincuenta y me llevo las dos?

– Hacen, sí, señorita.

En el Campo de la Leña don Baltasar Pardal, que fue un sacerdote muy caritativo, fundó la Grande Obra de Atocha, ahora tiene una estatua, le ayudaron dos monjas, Teresa Correa y Amalita Barrié de la Maza, que era hermana del conde de Fenosa, por aquel barrio había mucha miseria, por las calles de Atocha Alta, Atocha Baja, San Roque, San Juan, San José, San Lorenzo, San Vicente de Paúl, San Ignacio, la caridad no es la justicia, eso lo sabe todo el mundo, pero ayuda a sobrellevar airosamente la injusticia; tampoco ignoro que el hombre no está en esta vida tan sólo para remediar o disfrazar la habitual injusticia, para engalanar la acostumbrada y acomodada injusticia, el hombre tiene otras muchas cosas que hacer, por ejemplo pescar pulpos y nécoras, bañarse en Riazor o andar en piragua.

– ¿Usted piensa que es injusto todo lo que es natural?

– No, no, yo no pienso nada.

– Dicho de otra manera, ¿usted cree que la naturaleza tiende a la injusticia?

– No, no, yo no creo en nada.

Remedios Formoso presta dinero mientras vende hilos, cremalleras y botones, también medias, bragas y sostenes, por un duro te cobro un real los sábados durante un año o hasta que me devuelvas el duro, después ya quedamos en paz y así ganamos todos. Melquisedec no fue nunca mejor que Cristo, no fue jamás superior a Nuestro Señor Jesucristo digan lo que digan los que tengan o finjan tener algo que decir y quieran decirlo, quizá fuera prudente ahorcar a todos los melquisedecianos, la verdad es que yo sólo conozco a cinco.

– ¿Me puede usted prestar diez duros, señora Remedios?

– Sí, filliña, ¿pero vas a tener todos los sábados diez reales?

En medio de una gran tormenta de rayos y truenos y apagones de luz la narradora encendió una vela, se sentó ante el espejo, se sacó las tetas por el escote y dijo,

– Declaro que ni mi marido ni yo hemos sabido representar con la mínima calidad, con la necesaria dignidad exigible, el difícil papel de ajusticiados en la cruz de San Andrés, en ocasiones nos daba la risa, nos dio la risa lo menos tres veces, y eso es algo que el buen aficionado no perdona, nuestro papel lo llevamos poco y mal ensayado y los parlamentos, sobre todo los largos, no los tuvimos nunca automáticamente memorizados.

– ¿Terminó ya?

– No, todavía no. También declaro que el curso Cómo dejar de fumar en cinco días puede producir muy cuantiosos beneficios a la hermandad, debemos liberar el espíritu mediante el detallado análisis de nuestras propias contradicciones, los señoriales lacedemonios escupían en la cara a los esclavizados y estúpidos y ebrios ilotas para recordarles la ciega obediencia, desterremos de nuestra memoria la ofensa de considerar como propiedad privada los órganos sexuales, también las relaciones sexuales, y adoctrinemos a nuestras hermanas en la gimnasia intelectual, espiritual y vaginal, la propiedad de nuestros cuerpos, ese que se refleja en el espejo o cualquier otro, no nos pertenece a nosotras mismas sino al líder, Amancio Jambrina, Amancio Villaralbo, Amancio Moreira, antes os dije cómo se llamaba, lo que pasa es que no prestáis atención, cámbiate ahora mismo el nombre pensando que no hay más registro admisible que el divino, yo de ahora en adelante me llamaré Adoración Espantoso Naveira, que es nombre de comadrona titulada.

Conviene hacer determinadas mínimas y puntuales precisiones, la exactitud es un arte cornudo pero escasamente agradecido. Matty llevó muy mal que su hermana Betty Boop y su amiga Obdulita Cornide se casaran antes que ella y tan pronto como rompió con Hans Rückert se casó con Jaime Vilaseiro, no fueron novios más que un mes, no llegó a dos, la santa de Donalbai, o sea la señora Pilar Seixón, está muy orgullosa del ritmo de su crónica. Jaime Vilaseiro es inspector de policía, tampoco hubiera servido para otra cosa, cada cual sirve para dos o tres cosas pero no más, a Jaime Vilaseiro también pudiera una verlo de mártir en una misión remota en Borneo, en Java, en Sumatra, en Indonesia hay todavía mucho que convertir, y en Melanesia, las personas de carácter inestable dan muy buenos mártires y si son de temple violento, de temperamento agresivo, mejor aún porque facilitan el martirio, el alemán hubiera hecho un marido más práctico y conveniente aunque hubieran tenido que irse a vivir a Denver, Colorado, allí también existe alguna gente normal, no es cierto que haya sólo indios sioux y pastores vascos, además todo es cuestión de acostumbrarse, cuando Hans Rückert se esfumó a Matty se le viraron las tornas, con la vida no se puede jugar, es muy arriesgado jugar con la vida, en el póker puede muy arriesgado rehacerse pero en la vida, no, casi siempre suele uno darse cuenta cuando ya es tarde; en el bar de Xestoso se come barato y está todo bastante limpio, casi nunca hay moscas en la sopa ni en nada, don Jucundiano Pérez López, magistrado de la sala de lo criminal, come con frecuencia en el bar de Xestoso, sobre todo desde que está viudo, sopa o caldo, parrochas guisadas, jarrete de ternera, un plátano, pan y vino, 75 pesetas, a las parrochas se les llama xoubas de Santiago para abajo, a veces lo acompaña su hijo Sisinio, que vende tarjetas postales con vistas de la bahía, del castillo de San Antón y de la Marina y pinta a la acuarela, los límites de cada cual los conoce sólo la Divina Providencia, que es generosa, sí, pero también caprichosa y voluble.