¿Engañaste a tu esposa al objeto de poder disponer de estas dos semanas libres, no es cierto? ¿Qué pensabas hacer en el transcurso de estas dos semanas una vez las hubieras obtenido? ¿Por qué demonios dispusiste las cosas de tal forma que pudieras tomarte unas vacaciones?

– Pues, no lo sé -repuso Yost.

– Pues yo sí lo sé -dijo Shively levantando la voz-, lo sé muy bien. Porque en tu fuero interno y en tu bragueta deseabas que sucediera. Deseabas que te transportáramos nosotros. Estabas realmente dispuesto ha hacerlo siempre que otro te guiara.

Yost murmuró por lo bajo y asintió casi involuntariamente.

– Sí, creo que en mi fuero interno deseaba que sucediera.

Me parece que no quería aguijonearos ni echar sobre mis hombros la principal responsabilidad. Creo que estaba dispuesto a seguir siempre y cuando fuera otro el que tomara las riendas y convirtiera el sueño en realidad.

– Pues nosotros lo hemos convertido en realidad, Howie -dijo Shively suavizando un poco el tono de su voz-.

No tenemos prácticamente nada que nos lo impida, Adam y yo estamos dispuestos a seguir adelante. Estamos dispuestos a cargar con toda la responsabilidad. Lo único que tienes que hacer es acompañarnos y aprovechar la parte de bonificación que pueda corresponderte. Te hemos allanado el camino, amigo. ¿Qué dices?

Yost guardó silencio. Miró primero a Shively y después a Malone, pero evitó encontrarse con la penetrante mirada de Brunner. Después movió casi imperceptiblemente la cabeza hacia arriba y hacia abajo.

– Muy bien -murmuró-, bueno ¿por qué no? Tal vez me hacía falta que alguien me retorciera el brazo. Gracias. Pues claro que iré. Y conseguiré convencer a mi señora de que tengo que salir hacia Colorado al rayar el alba de este miércoles en lugar de la semana que viene.

– Estupendo, Howard -dijo Malone radiante de felicidad.

– No te arrepentirás de ello en toda tu vida -le dijo Shively satisfecho-.

Llevamos varias semanas preparando las cuatro erecciones más memorables de la historia y no estamos dispuestos a echarlo todo a rodar en el último momento. No, señor.

Mira, Howie, cuando ya te hayas acostado con la Diosa de la Sexualidad, me besarás los pies por haber insistido en que te quedaras con nosotros y haberte ofrecido la oportunidad de gozar de lo mismo que tantos años llevan los ricachones recibiendo en bandeja de plata.

Tú también podrás gozar de ello, tal vez el mismo miércoles por la noche, y entonces me agradecerás que te haya permitido disfrutar de la experiencia más fabulosa de toda tu cochina vida.

Mientras escuchaba, Malone comprendió que estaba totalmente de acuerdo con la opinión de Shively. Tal vez no lo estuviera con sus vulgares modales y motivos, pero sí, ciertamente, con el objetivo que defendía. Consideraba Malone que Shively era todo acción irresponsable y al diablo las consecuencias. A Shively le movía únicamente la atracción que en él ejercía aquella gran aventura sexual.

Malone, en cambio, había concebido el proyecto y deseaba llevarlo a la práctica por un motivo más elevado que trascendía incluso su amor hacia Sharon. Sabía lo que era: un soñador.

Y para un soñador aquel proyecto constituía un experimento de vital importancia, un experimento capaz de demostrarle si la fantasía no era más que un simple y fugaz ensueño sin relación alguna con la existencia real, o bien si la fantasía podía convertirse, a través de la energía física, en una realidad tangible.

Caso de ser ello posible, dicha alquimia tal vez llegara a constituir parir la raza humana un descubrimiento de mucho más valor que cualquiera de los realizados por Galileo, Newton, Darwin o Einstein.

Sin embargo, para saber si ello era posible, era necesario que el experimento no se hiciera añicos la víspera de su puesta en práctica.

Malone miró a Yost.

Allí estaba el gran fanfarrón convertido ahora en un flan.

Había resistido, pero más tarde había capitulado por temor a no estar a la altura de sus compañeros. Pero le habían ganado de nuevo para la causa.

Tres de ellos estaban dispuestos a empezar antes de lo previsto. Por consiguiente, sólo quedaba un indeciso.

Malone reflexionó acerca de Leo Brunner.

Al perito mercantil le había estremecido y hasta acobardado la vibrante arenga que Shively les había dirigido tanto a él como a Yost.

Solo ante el grupo unido, Brunner comprendería sin lugar a dudas que su postura se había debilitado.

Malone tomó una rápida decisión.

Antes que permitirle a Shively atacar de nuevo las débiles defensas de Brunner, corriendo con ello el riesgo de ejercer el contraproducente efecto de provocar la resistencia de Brunner, Malone decidió encargarse personalmente del segundo ataque.

Pensó que resultaría más efectivo abordarle de una forma más oblicua y sutil.

– Leo -dijo Malone suavemente-, eres el único que pone reparos al proyecto y al hecho de que lo llevemos a la práctica antes de lo previsto.

Kyle tiene razón, ¿sabes? Estas breves vacaciones pueden ser la experiencia más satisfactoria de toda tu vida.

Todo está perfectamente planeado. Debes comprenderlo. No hay ni una sola cosa que no hayamos previsto. No puede fallarnos nada. Creo sinceramente que merece la pena hacer el esfuerzo final.

¿Qué más da que sea pasado mañana o dentro de una semana? Lo importante es llevarlo a cabo. Y te hemos dado nuestra palabra de que, si no nos da el resultado que pretendemos alcanzar, la soltaremos sin más y no le causaremos daño alguno.

– Observó que Brunner escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras para que le penetraran bien en el cerebro y pudiera reflexionar acerca de ellas.

Malone se acercó a Brunner y se agachó ante él mirándole con una sonrisa comprensiva-.

¿Acaso no comprendes que no somos malos, Leo? Ninguno de nosotros tiene la menor intención de causarle daño a un ser humano. Somos personas corrientes que no hemos obtenido de la vida todo lo que nos merecemos.

Por consiguiente, lo único que pretendemos es llevar a cabo un pequeño esfuerzo para tratar de conseguir, si podemos, sacarle un poco más de jugo a la vida. No queremos pasarnos soñando los mejores años de nuestra vida y tener que pensar, al morir, que lo que obtuvimos de la vida fue pobre, aburrido o vulgar. Tú y yo, Leo, nos merecemos la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños.

¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Tres de nosotros -hombres sanos y honrados-estamos dispuestos a seguir adelante, a explorar y a descubrir un placer que siempre creímos que nos estaría vedado.

Pero sería mejor, infinitamente mejor, que estuviéramos juntos los cuatro, exactamente igual que al principio. -Malone se detuvo mirando esperanzado a su renuente amigo.

Con voz susurrante, apenas audible, Malone prosiguió-: Quédate con nosotros, Leo. Ya has llegado hasta aquí. Sigue con nosotros hasta el miércoles por la mañana. Podrás arreglarlo. Podrás hacerlo. Y no correrás ningún riesgo.

Si nosotros tres no tenemos miedo, tú tampoco debes tenerlo. Iremos juntos. Por favor, quédate con nosotros.

Brunner le miraba con ojos extrañamente vidriados.

Parecía que le hubieran arrancado y liberado de su antigua concha de inflexibilidad. Asintió lentamente.

– Muy bien -murmuró-, muy bien, lo haré. -Tragó saliva-. Creo creo que no tengo muchas cosas que perder, habiendo sido un fracasado toda la vida. Sí, ya me las apañaré con Thelma y mis clientes. Aquí estaré el miércoles por la mañana.

Malone tomó muy emocionado la mano de Brunner, se puso en pie sonriendo y estrechó primero la mano de Yost y después la de Shively.

– ¡En marcha! -exclamó-. Mañana por la mañana, Shiv, tú y yo efectuaremos una visita al puesto de observación. Mañana por la noche, pasaros los tres por aquí para celebrarlo. Y pasado mañana ¡El Paraíso Encontrado! -Miró a su alrededor-. Eso será, ¿no os parece?