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Rhage se frotó los ojos. Yup, aquel impulso de marcarla estaba definitivamente trabajándolo.

Y ese no era su único problema. El zumbido volvió su cuerpo, animado por las explícitas imágenes en su cabeza, su olor y el suave sonido de su respiración.

Y la velocidad de su sangre.

Él quería probarla…beber de ella.

Mary se giró hacia él. -Hal, estás…

Su voz parecía papel de lija. -Tengo que decirte algo.

Soy un vampiro. Soy un guerrero. Soy una bestia peligrosa.

Al final de esta tarde, no recordarás que alguna vez me encontraste.

Y la idea de estar en tu memoria me hace sentir que me han apuñalado sobre el pecho.

– Hal. ¿Qué pasa?

Las palabras de Thor se repetían en su cabeza.

Es más seguro. Por ella

– Nada. -Dijo él liberándose del cinturón y saliendo del coche. -No es nada.

Él fue alrededor y abrió su puerta, ofreciéndole la mano para ayudarla a salir. Cuando ella puso su palma en las suyas, él cerró los párpados. La vista de sus brazos y sus piernas hicieron que sus músculos se tensaran y un suave gruñido le subió por la garganta.

Y maldición, en vez de apartarse de su camino, cerró el espacio hasta que sus cuerpos casi se tocaron. Las vibraciones bajo su piel se tensaron aún más y más fuerte con su lujuria rugiendo por ella. Sabía que debería mirarla a más distancia porque seguramente sus iris brillaban un poco. Pero él no podía.

– ¿Hal? – Dijo ella escasamente. -Tus ojos…

Él cerró sus párpados. -Lo siento. Entremos…

Ella tiró de su mano. -No creo que quiera cenar.

Su primer impulso fue discutir, pero él no quería intimidarla. Además, a menos tiempo que pasaran juntos, menos tendría que borrar.

Infiernos, debería acabar de borrarle desde el momento en que la hizo subir a su casa.

– Te llevaré a casa.

– No, digo, ¿quieres caminar un poco conmigo? ¿Por el parque de ahí? Es solo que no tengo ganas de meterme en una mesa. Estoy también…inquieta.

Rhage puso las llaves del coche en su bolsillo. -Me gustaría.

Mientras ellos serpentearon por la hierba y anduvieron bajo un pabellón de hojas coloreadas, él exploró los alrededores. No había nada peligroso alrededor, ninguna amenaza que pudiera sentir. Miró hacia arriba. Una media luna colgaba en el cielo.

Ella se rió un poco. -Yo nunca haría esto normalmente. Sabes, salir al parque de noche.! Pero contigo! No me preocupo sobre que nos atraquen.

– Bueno. No deberías. -Por que él rebanaría a quien intentara dañarla, humano, vampiro o no muerto.

– Parece que esté mal. Murmuró ella. -Estar al aire libre en la oscuridad, creo. Se siente un poco ilícito y un poco asustadizo. Mi madre siempre me advertía sobre ir a los sitios de noche.

Ella se paró, inclinó su cabeza hacia atrás, y miró fijamente hacia arriba. Despacio alargó su brazo hacia el cielo con su mano lisa. Cerró un ojo.

– ¿Qué estás haciendo? Le preguntó él.

– Sosteniendo la luna en la palma de mi mano.

– El se inclinó y siguió la longitud de su brazo mirando fijamente -Sí, la tienes.

Cuando se enderezó, deslizó sus manos alrededor de su cintura y la apretó contra su cuerpo. Después de la rigidez inicial del momento, ella se relajó y dejó caer la mano.

Dios, le encantaba su olor. Tan limpio y fresco, con aquella lleve nota a cítrico.

– Estabas en el médico cuando te llamé hoy. -Dijo él.

– Sí, lo estaba.

– ¿Qué van a hacer por ti?

Ella se separó y comenzó a andar otra vez. Él le cogió el paso, permitiéndole que escogiera el ritmo.

– ¿Qué te dijeron, Mary?

– No tenemos que hablar sobre todo eso.

– ¿Por qué no?

– Va en contra de tu tipo. -Dijo ella ligeramente. – Los playboy, no se supone que se encarguen adecuadamente de las partes poco atractivas de la vida.

Él pensó en su bestia. -Estoy acostumbrado a lo poco atractivo, confía en mí.

Mary se paró otra vez, sacudiendo la cabeza- Sabes, algo no está bien sobre todo esto.

– Buen punto. Yo debería estar sosteniendo tu mano mientras andamos.

Él extendió la mano, solo para que ella se alejara. -En serio, Hal ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Estar conmigo?

– Vas a acomplejarme. ¿Qué pasa si deseo pasar un poco de mi tiempo contigo?

– ¿Necesitas que te lo explique detalladamente? Soy una mujer de la media que tiene un trabajo de la media. Eres muy guapo. Sano. Fuerte…

Diciéndose que era diez veces estúpido, él se colocó frente a ella y puso sus manos sobre la base de su cuello. Iba a besarla otra vez, aun cuando no debería. Y este no iba a ser de la clase del que le había dado delante de su casa.

Cuando él bajo su cabeza, la extraña vibración en su cuerpo se intensificó, pero no se paró. Infiernos si iba a dejara su cuerpo imponerse sobre él esta noche. Sujetando el zumbido, apretó la sensación a pura fuerza de voluntad. Cuando logró suprimirlo, se sintió aliviado.

Y determinado a adentrarse en ella, aunque sólo fuera con su lengua en la boca.

Mary miró los eléctricos ojos azules de Rhage. Podría haber jurado que ardían en la oscuridad, aquella luz verde azulada en realidad salía de ellos. Ella había sentido una cosa parecida en el aparcamiento.

El vello se su nuca se le erizó.

– No te preocupes por el brillo.- Dijo él suavemente, como si hubiera leído su mente. -No es nada.

– No lo entiendo.-Susurró ella.

– No lo intentes.

Él cerró la distancia entre ellos, descendiendo. Sus labios eran suaves como el ante contra los suyos, prolongándolo, ciñéndola. Su lengua salió y le acarició la boca.

– Ábrete para mí, Mary. Déjame entrar.

La lamió hasta que ella los separara para él. Cuando su lengua se deslizó dentro de ella, el empuje aterciopelado la golpeó entre los muslos y alivió en su cuerpo, el calor la atravesó cuando sus pechos encontraron su pecho. Ella lo agarró por los hombros, intentando acercarsela todos aquellos músculos y al calor.

Ella tuvo éxito durante solo un momento. Bruscamente, él separó sus cuerpos, aunque mantuvo el contacto con sus labios. Ella se preguntó si todavía la estaba besando para ocultar el hecho de que él se había retirado. ¿O tal vez solo intentaba refrescarla un poco, cuando ella había estado demasiado agresiva o algo así?

Ella giró su cabeza hacia un lado.

– ¿Qué pasa? -Preguntó él. -Estás dentro de esto.

– Sí, bien, no lo bastante para los dos.

Él la detuvo antes de que se distanciara un paso rechazando dejar su cuello.

– No quiero parar, Mary. -Sus pulgares acariciaron la piel de su garganta y luego presionaron sobre su mandíbula e inclinó su cabeza hacia atrás. -Quiero que estés caliente. Bastante caliente para no sentir nada excepto a mí. No pensarás en nada más que en lo que te hago. Te quiero líquida.

Él se dobló y tomó su boca, entrando profundamente, comiéndosela. Buscó en todas las esquinas hasta que no hubo ningún lugar en su interior que no hubiese explorado. Entonces cambió el beso, retirándose y avanzando, una rítmica penetración que hizo que estuviera más mojada y aún más lista para él.

– Exacto, Mary. -Dijo él contra sus labios. -Déjate ir. Dios, puedo oler tu pasión…eres exquisita.

Sus manos fueron de arriba abajo, yendo bajo las solapas de su abrigo, sobre sus clavículas. ¡Por Dios! Se había perdido en él. Si él le hubiera pedido que se quitara la ropa, ya se habría desnudado. Si él le hubiera dicho que se tendiera sobre la tierra y se abriera de piernas, ella habría preparado la hierba para él. Cualquier cosa. Cualquier cosa que quisiera, lo que fuera con tal de que nunca dejara de besarla.

– Voy a tocarte. -Dijo él. -No lo bastante, no realmente lo bastante. Pero un poco…

Sus dedos se movieron sobre su jersey de cuello alto de cachemira, yendo más y más abajo y…

Su cuerpo se sacudía con fuerza cuando él encontró sus apretados pezones.

– Tan lista para mí. -Murmuró él, cogiéndolos. -Querría tomarlos en mi boca. Quiero amantarme de ti, Mary. ¿Vas a dejarme hacerlo?