23
Trasladaron a Myron a un gran armario de cedro del segundo piso y lo echaron en la base, con las manos atadas a la espalda con cinta adhesiva y también los pies. Dominick Rochester estaba de pie a su lado, con una pistola en la mano.
– ¿Ha llamado a su amigo Win?
– ¿Quién? -dijo Myron.
Rochester frunció el ceño.
– ¿Me toma por imbécil?
– Si conoce a Win -dijo Myron, mirándole a los ojos-, y sabe de lo que es capaz, la respuesta es sí. Creo que es imbécil.
Rochester soltó una risa burlona.
– Ya lo veremos -dijo.
Myron evaluó rápidamente la situación. Sin ventanas, una entrada. Por eso le habían llevado allí: sin ventanas. Así Win no podría atacarles desde fuera o desde lejos. Se habían dado cuenta, lo habían considerado, habían sido lo bastante listos para atarle y subirlo.
Aquello no tenía buena pinta.
Dominick Rochester iba armado. Lo mismo que Profesor de Arte. Por lo tanto sería prácticamente imposible entrar allí. Pero él conocía a Win. Myron sólo necesitaba darle tiempo.
A la derecha, Lazo Mordiscos seguía sonriendo. Tenía sangre -de Myron- en los dientes. Profesor de Arte estaba a la izquierda.
Rochester se agachó y acercó su cara a la de Myron. El olor a colonia seguía en él, peor que nunca.
– Voy a decirle lo que quiero -dijo-. Después le dejaré a solas con Orville y Jeb. Mire, sé que tuvo algo que ver con la desaparición de la chica. Y si tuvo algo que ver con ella, tuvo algo que ver con Katie. Tiene sentido, ¿no?
– ¿Dónde está la señora Seiden?
– Nadie quiere hacerle daño.
– No tuve nada que ver con su hija -dijo Myron-. Sólo acompañé a Aimee en coche. Sólo eso. La policía se lo dirá.
– Pidió un abogado.
– No fue así. Apareció mi abogado. Contesté todas las preguntas. Les dije que Aimee me había llamado para que la acompañara. Les enseñé dónde la había dejado.
– ¿Y mi hija qué?
– No la conozco. No la he visto en mi vida.
Rochester miró a Orville y a Jeb. Myron no sabía quién era quién. La pierna del mordisco le dolía.
Profesor de Arte se estaba arreglando la cola de caballo, apretándola y recolocando la goma.
– Le creo.
– Pero -añadió Lazo Mordiscos- «we got to be, got to be certain, tengo que estar seguro».
Profesor de Arte frunció el ceño.
– ¿De quién es eso?
– De Kylie Minogue.
– Uau, qué raro, tío.
Rochester se incorporó.
– Vosotros a lo vuestro. Yo vigilaré abajo.
– Espere -dijo Myron-. Yo no sé nada.
Rochester le miró un momento.
– Es mi hija. No puedo arriesgarme. Así que ahora los Gemelos le van a dar un repasito. Si después sigue contando la misma historia, sabré que no ha tenido nada que ver. Pero si no, podría salvar a mi hija. ¿Entiende lo que le digo?
Rochester se fue hacia la puerta.
Los Gemelos se acercaron a Myron. Profesor de Arte le dio un empujón. Después se sentó sobre sus piernas. Lazo montó sobre su torso. Miró hacia abajo y enseñó los dientes. Myron tragó saliva. Intentó zafarse, pero con las manos atadas a la espalda era imposible. Su estómago se contrajo de miedo.
– Espere -repitió Myron.
– No -dijo Rochester-. Inventará evasivas, cantará, bailará, se inventará historias…
– No, no es eso…
– Déjeme acabar, entendido. Es mi hija. Tiene que comprenderlo. Tiene que reventar antes de que pueda creerle. Los Gemelos. Son buenos reventando a la gente.
– Escúcheme un momento, por favor. Intento encontrar a Aimee Biel…
– No.
– …y si la encuentro, hay una excelente posibilidad de que encuentre también a su hija. Se lo juro. Oiga, ya me ha investigado, ¿no? Por eso sabe que existe Win.
Rochester se paró y esperó.
– Habrá oído que me dedico a esto. Ayudo a la gente que está en apuros. Dejé a esa chica y después desapareció. Tengo que localizarla porque se lo debo a sus padres.
Rochester miró a los Gemelos. A lo lejos Myron oyó una radio de coche, una canción que iba y venía. La canción era «We Built This City on Rock-n-Roll» de Starship.
La segunda peor canción del mundo, pensó Myron.
Lazo Mordiscos empezó a cantar «We built esta ciudad, we built esta ciudad, we built esta ciudad…»
Profesor de Arte Hippy, sin soltar las piernas de Myron, empezó a balancear la cabeza siguiendo la voz de su colega.
– Le digo la verdad -dijo Myron.
– De todos modos -dijo Rochester-, tanto si dice la verdad como si no, los Gemelos se quedan. Lo averiguarán. Mire, a ellos no puede mentirles. En cuanto le aticen un poco, nos contará todo lo que queremos saber.
– Pero entonces será demasiado tarde -dijo Myron.
– No tardarán mucho -dijo Rochester mirando a Profesor de Arte.
– Media hora, una hora máximo -dijo Profesor de Arte.
– No me refería a eso. Estaré demasiado hecho polvo. No podré funcionar.
– Tiene razón -dijo Profesor de Arte.
– Dejamos marcas -añadió Lazo, exhibiendo los dientes.
Rochester lo pensó.
– Orville, ¿dónde has dicho que había ido antes de volver a casa?
Profesor de Arte -Orville- le dio la dirección de Randy Wolf y le habló del restaurante. Le habían estado siguiendo, y Myron no se había enterado. O eran muy buenos, o Myron estaba oxidado, o ambas cosas. Rochester le preguntó a Myron por qué había ido allí.
– Allí vive su novio -dijo Myron-. Pero no estaba en casa.
– ¿Cree que tiene algo que ver con esto?
Myron no fue tan tonto para decir que sí.
– Estoy hablando con los amigos de Aimee para saber en qué estaba metida. ¿Quién mejor que su novio?
– ¿Y el restaurante?
– Había quedado con un informador. Quería saber qué tenía la poli sobre su hija y Aimee. Intento hallar una relación entre ellas.
– ¿Y qué ha averiguado hasta ahora?
– Acabo de empezar.
Rochester lo pensó un poco más. Después meneó la cabeza lentamente.
– Por lo que me han dicho, recogió a la chica Biel a las dos de la madrugada.
– Es cierto.
– A las dos -repitió.
– Ella me llamó.
– ¿Por qué? -Se le puso roja la cara-. ¿Es que le gusta recoger a colegialas?
– No es eso.
– Ah. ¿Va a decirme que fue todo inocente?
– Lo fue.
Myron notó que le aumentaba la rabia. Lo estaba perdiendo.
– ¿Vio el juicio del pervertido de Michael Jackson?
La pregunta confundió a Myron.
– Un poco, sí.
– Duerme con chiquillos, ¿no? Lo reconoce. Y luego dice: «Pero era algo inocente».
Entonces Myron vio adónde quería ir a parar.
– Y usted hace lo mismo, me dice que recoge a chicas bonitas a altas horas de la noche, a las dos de la madrugada. Y luego añade: «Oh, pero es algo inocente».
– Escúcheme…
– No, creo que ya he escuchado bastante.
Rochester hizo un gesto con la cabeza a los Gemelos para que se pusieran manos a la obra.
Había pasado tiempo suficiente. Myron esperaba que Win estuviera en posición. Probablemente estaba esperando una última distracción. Myron no podía moverse, así que intentó otra cosa.
Sin avisar, Myron soltó un grito.
Gritó lo más largo y fuerte que pudo, incluso después de que Orville Profesor de Arte le pegara un puñetazo en los dientes.
El grito surtió el efecto deseado. Por un segundo, todos le miraron. Sólo por un segundo. No más.
Pero fue suficiente.
Un brazo agarró a Rochester del cuello mientras una pistola aparecía en su frente. La cara de Win se materializó junto a la de Rochester.
– La próxima vez -dijo Win, arrugando la nariz-, por favor no se compre la colonia en la estación de servicio Exxon.
Los Gemelos se movieron rápidos como un rayo. Saltaron de encima de Myron en un segundo. Profesor de Arte se situó en el rincón más lejano. Lazo Mordiscos se deslizó detrás de Myron y lo hizo poner de pie, utilizándolo como escudo. También tenía un arma en la mano. La apoyó contra el cuello de Myron.