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– Ha entrado en la casa -dijo Ruth.

– ¿Qué es lo que ha entrado? ¿El ruido?

– Está en la casa, pero intenta estarse quieto -le explicó Ruth.

– Entonces vamos a buscarlo -dijo su padre-. Un ruido que intenta estarse quieto. Tengo que ver eso

La tomó en brazos y recorrió el largo pasillo del piso superior, de cuyas paredes colgaban más fotografías de Thomas y Timothy que en cualquier otra parte de la casa, y, cuando Ted encendió las luces, los hermanos muertos de Ruth parecieron rogarle a la niña que les dispensara toda su atención, como una hilera de príncipes que solicitaran el favor de una princesa.

– ¿Dónde estás, ruido? -preguntó Ted

– Mira en las habitaciones de los invitados -le pidió Ruth. Su padre la llevó al extremo del pasillo, donde había tres dormitorios y dos baños para los invitados…, cada uno con más fotos. Encendieron todas las luces, miraron en los armarios y detrás de las cortinas de las duchas

– ¡Sal, ruido! -ordenó Ted

– ¡Sal, ruido! -repitió Ruth

– Tal vez esté abajo -sugirió su padre

– No, estaba arriba con nosotros -le dijo Ruth

– Entonces creo que se ha ido-concluyó Ted-. ¿Qué clase de ruido era?

– Era como el ruido de alguien que no quiere hacer ruido -le explicó Ruth

Él la depositó en una de las camas para los invitados, y tomó de la mesilla de noche un bloc y un bolígrafo. Le gustaba tanto lo que la niña había dicho que debía anotarlo. Pero no llevaba puesto el pijama y, por lo tanto, carecía de bolsillos para guardar la hoja de papel, de modo que sostuvo la hoja entre los dientes cuando tomó de nuevo a Ruth en brazos. Ella, como de costumbre, sólo mostró un interés pasajero por la desnudez de su padre

– Tu pene es gracioso -le dijo

– Sí, mi pene es gracioso -convino su padre

Era lo que siempre le decía. Esta vez, con la hoja de papel entre los dientes, la naturalidad de esa observación parecía todavía más natural

– ¿Adónde ha ido el ruido? -le preguntó Ruth

Su padre la llevaba a través de los dormitorios y baños de los invitados, apagando las luces al pasar, pero en uno de los baños se detuvo tan en seco que Ruth imaginó que Thomas o Timothy, o tal vez los dos, habían alargado la mano desde una de las fotografías para agarrar a Ted

– Voy a contarte un cuento sobre un ruido -le dijo su padre, y, al hablar, la hoja de papel que sostenía entre los dientes se ondulaba

Entonces, con la niña todavía en los brazos, se sentó en el borde de la bañera

En la fotografía que le había llamado la atención, Thomas tenía cuatro años, exactamente la edad que tenía Ruth ahora. Todos aparecían en poses desgarbadas: Thomas, sentado en un gran sofá con un confuso diseño floral en la tapicería, y Timothy, con dos años, a quien parecía inundar el exceso botánico del sofá, y que permanecía a la fuerza en el regazo de Ted. La foto debía de datar de 1940, dos años antes de que naciera Eddie O'Hare

– Una noche, cuando Thomas contó su padre-, y Timothy aún oyó un ruido

Ruth siempre recordaría a su padre en hoja de papel de la boca

– ¿Los dos se despertaron? -le preguntó Ruth, mirando la fotografía

Y eso fue lo que puso en movimiento el viejo y memorable relato. Ted Cole se lo sabía de memoria desde la primera línea. -"Tom se despertó, pero Tim no." Ruth se estremeció en los brazos de su padre. Incluso de mayor, convertida ya en una novelista de éxito, Ruth Cole no podría oír o pronunciar esas palabras sin estremecerse

– "Tom se despertó, pero Tim no. Era noche cerrada. "¿Has oído eso?", le preguntó Tom a su hermano, pero Tim sólo tenía dos años e, incluso cuando estaba despierto, no hablaba mucho

"Tom despertó a su padre y le preguntó: "¿Has oído ese ruido?"

"¿Qué clase de ruido?", preguntó su padre

"Era como el de un monstruo sin brazos ni piernas, pero que intenta moverse", dijo Tom

"¿Cómo puede moverse sin brazos ni piernas?"

"Pues se arrastra", dijo Tom. "Se desliza sobre su plaje

"¡Ah!, pero ¿tiene pelaje?", preguntó el padre. "

"Avanza apoyándose en los dientes."

"¡También tiene dientes!", exclamó el padre"

"Ya te lo he dicho… ¡Es un monstruo!", insistió Tom. "

"Pero ¿cómo era exactamente el ruido que te ha despertado?", le preguntó su padre"

"Era un ruido como si…, como si uno de los vestidos que tiene mamá en el armario estuviera vivo de repente y tratara de bajar del colgador", dijo Tom."

Durante el resto de su vida, Ruth Cole tendría miedo de los armarios. No podría dormirse en una habitación si la puerta del armario estaba abierta. No le gustaba ver los vestidos allí colgados. No le gustaban los vestidos, y punto. De niña jamás abría la puerta de un armario si la habitación estaba a oscuras, por temor a que un vestido tirase de ella y la arrastrara dentro del armario

"Volvamos a tu habitación y escuchemos el ruido", dijo el padre de Tom

"Y allí estaba Tim, que seguía dormido y aún no había oído ningún ruido. Era un ruido como si alguien quitara los clavos de las tablas, en el suelo, debajo de la cama. Era un ruido como el de un perro que intentara abrir una puerta: tenía la boca húmeda, y por lo tanto no podía agarrar bien el pomo, pero no dejaba de intentarlo, y Tom pensó que al final el perro entraría. Era un ruido como el de un fantasma en el desván, que dejara caer al suelo los cacahuetes que había robado en la cocina."

Y al llegar ahí, la primera vez que escuchó el cuento, Ruth interrumpió a su padre para preguntarle qué era un desván…

– Es una habitación muy grande encima de los dormitorios -le dijo

La existencia incomprensible de semejante habitación la llenó de espanto. La casa donde Ruth creció carecía de desván.

"¡Ahí está otra vez el ruido!", susurró Tom a su padre. "¿Lo has oído?"

"Esta vez Tim también se despertó. Era un ruido como el de algo atrapado dentro de la cabecera de la cama. Se estaba comiendo el material para salir de allí, roía la madera."

Ruth interrumpió a su padre de nuevo. Su litera no tenía cabecera, y no sabía lo que significaba "roía". Su padre se lo explicó

– "A Tom le parecía que el sonido era claramente el de un monstruo sin brazos ni piernas que arrastraba su espeso y húmedo pelaje

"¡Es un monstruo!", exclamó