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– No grites, cariño. Sólo somos Eddie y yo. Anda, vuelve a la cama

Ruth Cole hizo lo que le pedían, y pasó de nuevo ante aquellas fotografías, que ahora parecían más fantasmales que el amante de su madre, aquel fantasma caído. Mientras Eddie seguía tratando de taparse con la pantalla de la lámpara, no había reparado en que, como estaba abierta por ambos extremos, ofrecía a Ruth una visión sin obstáculos de su pene menguante

A los cuatro años, Ruth era demasiado pequeña para recordar a Eddie o su pene con mucho detalle, pero él sí la recordaría. Treinta y seis años después, cuando él tuviera cincuenta y dos y Ruth cuarenta, aquel joven malhadado se enamoraría de Ruth Cole. Sin embargo, ni siquiera entonces lamentaría haberse tirado a la madre de Ruth. Tal sería, por desgracia, el problema de Eddie. Pero ésta es la historia de Ruth

Ruth Cole llegó a ser escritora no porque sus padres hubieran esperado que su tercer hijo fuese varón. Un origen más probable de la imaginación que poseía era que creció en una casa donde las fotografías de sus hermanos muertos eran una presencia más palpable que cualquier "presencia" que pudiera detectar en su madre o en su padre, y después de que la madre los abandonara, a ella y a su padre (y se llevara consigo casi todas las fotos de sus hijos perdidos), a Ruth le intrigaría el motivo de que su padre dejara los ganchos en las paredes desnudas. Aquellos ganchos, unas alcayatas especiales para colgar cuadros, figuraban entre los motivos por los que se hizo escritora. Después de marcharse su madre, durante muchos años Ruth intentaría recordar qué foto concreta colgaba de cada gancho. Y al no poder recordar satisfactoriamente las fotos verdaderas de sus hermanos fallecidos, Ruth empezó a inventar aquellos momentos de sus breves vidas, captados por las imágenes, a los que ella no había asistido. Que Thomas y Timothy muriesen antes de nacer ella también formaba parte del motivo por el que Ruth Cole se convirtió en escritora. Desde el más temprano de sus recuerdos, se vio obligada a imaginarlos

Fue uno de esos accidentes de automóvil con víctimas adolescentes cuya investigación posterior reveló que los dos jóvenes habían sido "buenos chicos" y ninguno de los dos estaba bebido. Lo peor de todo, para interminable tormento de sus padres, fue que la coincidencia de que Thomas y Timothy estuvieran en el coche al mismo tiempo y en aquel lugar concreto era el resultado de una pelea entre sus padres perfectamente evitable. Los pobres padres revivirían los trágicos resultados de su trivial discusión durante el resto de sus vidas

Más adelante Ruth se enteraría de que la concibieron en un acto bienintencionado pero sin pasión. Los padres se equivocaron incluso al imaginar que los chicos eran sustituibles, y ni siquiera se detuvieron a considerar que el bebé que arrastraría la carga de sus expectativas imposibles podría ser una niña

Que Ruth Cole llegara a ser de mayor esa combinación excepcional de novelista respetada y autora de best-sellers de alcance internacional no es tan notable como el hecho de que se hiciera mayor. Aquellos guapos muchachos de las fotografías habían robado casi todo el afecto de su madre. Sin embargo, que su madre la rechazara fue más soportable para Ruth que crecer a la sombra de la frialdad que existía entre sus padres

Ted Cole, autor e ilustrador de libros infantiles que tenían mucho éxito, era un hombre apuesto, más ducho en escribir y dibujar para los niños que en cumplir con las responsabilidades cotidianas de la paternidad. Y hasta que Ruth tuvo cuatro años bien cumplidos, aunque Ted Cole no siempre estaba borracho, a menudo bebía demasiado. También es cierto que, si bien no era un mujeriego empedernido, en ninguna época de su vida dejó de ser por completo un mujeriego, lo cual lo volvía, ciertamente, menos digno de confianza para las mujeres que para los niños

Ted acabó escribiendo para los niños por defecto. Su primera obra fue una novela para adultos excesivamente alabada y de indiscutible calidad literaria. No merece la pena mencionar las dos novelas que siguieron, excepto para decir que nadie, y menos aún el editor de Ted Cole, dejó traslucir el menor interés por una cuarta novela, que el autor nunca escribió. En su lugar, Ted escribió su primer libro para niños. Se titulaba El ratón que se arrastra entre las paredes, y estuvo en un tris de no ser publicado. A primera vista, parecía uno de esos libros infantiles que tienen un dudoso atractivo para los padres y que siguen siendo memorables para los niños sólo porque éstos recuerdan haberse asustado. Por lo menos, Thomas y Timothy se asustaron cuando Ted les contó el relato por primera vez. Cuando se lo contó a Ruth, El ratón que se arrastra entre las paredes ya había asustado a unos nueve o diez millones de niños de todo el mundo y en más de treinta idiomas

Al igual que sus hermanos muertos, Ruth creció escuchando los relatos de su padre. Cuando los leyó por primera vez en un libro, le parecieron una violación de su intimidad, pues había imaginado que su padre había creado aquellos relatos solamente para ella. Más adelante se preguntaría si sus hermanos experimentaron también la sensación de que su intimidad había sido violada

En cuanto a la madre de Ruth, Marion Cole, era una mujer guapa. También era una buena madre, al menos hasta que nació Ruth. Y hasta que murieron sus queridos hijos fue una esposa leal y fiel… a pesar de las innumerables infidelidades de su marido. Pero tras el accidente que se llevó a los muchachos, Marion se convirtió en una mujer diferente, distante y fría. Debido a la aparente indiferencia de Marion hacia su hija, a Ruth le resultó relativamente sencillo rechazarla. Le habría sido más difícil reconocer los defectos de su padre; tardaría mucho más en llegar a este reconocimiento, y por entonces sería demasiado tarde para que se volviera por completo contra él. Ted la encantaba, Ted encantaba a todo el mundo, hasta cierta edad. En cambio, Marion jamás encantó a nadie. La pobre Marion nunca intentó encantar a nadie, ni siquiera a su única hija. Y, sin embargo, era posible querer a Marion Cole

Y es en este punto donde Eddie, el desafortunado muchacho que se tapó con la pantalla inadecuada, hace su entrada en el relato. Él quería a Marion, nunca dejaría de quererla. Naturalmente, si hubiera sabido desde el principio que iba a enamorarse de Ruth, podría habérselo pensado dos veces antes de enamorarse de su madre. Pero, aun así, probablemente no hubiera podido. Eddie no pudo evitarlo