c.c. al general Felipe Collazos, jefe de Administración, Intendencia y Servicios Varios del Ejército y
al general Roger Scavino, comandante en jefe de la V Región (Amazonía).
Parte estadístico
El coronel EP Máximo Davila se complace en enviar al SVGPFA el siguiente informe sintético sobre la visita que su convoy número 32 efectuó a la Guarnición de Barranca (sobre el río Marañón):
Fecha de la visita del convoy número 32: 3 de noviembre de 1957.
Medio de transporte y personal: Barco Eva. Jefe del convoy: Chino Porfirio. Visitadoras: Coca, Pechuga, Lalita, Sandra, Iris, Juana, Loreta, Brasileña, Roberta y Eduviges.
Permanencia en la Guarnición: seis (6) horas, de las 14 a las 20.
Número de usuarios y desarrollo de las prestaciones: Ciento noventidós (192) usuarios, divididos y servidos del siguiente modo: un grupo de diez (10) hombres, consignado a la visitadora Brasileña (pese a ser la más ambicionada por los hombres del regimiento se acató la disposición del SVGPFA de asignar a esta visitadora solo el número reglamentario mínimo de usuarios); un grupo de veintidós (22) hombres, consignado a la visitadora Pechuga (por ser la segunda en popularidad en el regimiento) y ocho grupos de veinte (20) hombres cada uno, consignados a las restantes visitadoras. Esta repartición se efectuó luego de cancelado el imprevisto que se refiere más adelante.
Como era preciso que Eva zarpara antes del oscurecer debido a los rápidos nocturnos que en esta época se forman frente a Barranca, se acortó el tiempo máximo de permanencia del usuario en el emplazamiento de veinte a quince minutos, de modo que toda la operación terminara antes de ocultarse el sol, lo que felizmente se obtuvo.
Apreciación: Las prestaciones fueron plenamente gratas a los usuarios, lamentando algunos, sólo, el recorte de tiempo debido a la razón ya expuesta, y siendo la conducta del convoy número 32 del todo correcta, como ha sido hasta ahora la de todos los convoyes del SVGPFA que hemos tenido el agrado de recibir en la Guarnición de Barranca.
Imprevistos: La Asistencia Médica de esta unidad descubrió, viajando en el convoy número 32, tramposamente vestido de mujer, a un polizonte, quien, entregado a la Prevención e interrogado, resultó ser el individuo Adrián Antúnez, (a) Milcaras, el mismo que, se reveló, es protector o macró de la visitadora denominada Pechuga. El polizonte confesó haber sido introducido en el barco Eva por su protegida y haber obtenido bajo amenazas el consentimiento del jefe del convoy y el silencio de las demás visitadoras para llevar a cabo su estrambótico intento. Con el engaño de las ropas de
mujer, se mintió a la tripulación que se trataba de una visitadora nueva llamada Adriana, descubriéndose la superchería cuando, al llegar a Barranca, la supuesta Adriana inventó una enfermedad ante su primer cliente, el número Rogelio Simonsa, para no brindar la prestación por el sitio debido, proponiendo en cambio realizarla de manera sodomita o contranatura. El número Simonsa, entrando en sospechas, denunció lo ocurrido y la falsa Adriana fue examinada a la fuerza
por el enfermero de guardia, haciéndose patente su verdadero sexo. El polizonte aseguró al principio haber ideado esta pantomima para controlar más de cerca los ingresos de la visitadora Pechuga (de los cuales recibe el 75%) pues sospechaba que ella le hacía cuentas mañosas a fin de retacearle su participación. Pero luego, ante la incredulidad de los interrogadores, confesó que siendo invertido pasivo desde hace muchos años, su verdadera intención había sido practicar su vicio con la tropa, para demostrarse a sí mismo que podía suplantar con creces a una mujer en funciones de visitadora. Todo lo cual fue corroborado por su propia conviviente Pechuga. No siendo competencia de esta unidad tomar una decisión sobre el particular, el individuo Adrián Antúnez, (a) Milcaras, es devuelto esposado y custodiado en el barco Eva al centro logístico, para que la jefatura del SVGPFA adopte las medidas que más convengan.
Sugerencia: Que se estudie la posibilidad de enviar los convoyes del SVGPFA a los centros usuarios con más frecuencias, por el buen efecto que las prestaciones tienen en la tropa.
Firmado:
coronel EP MÁXIMO DÁVILA, jefe de la Guarnición de Barranca (sobre el río Marañón)
Se adjunta: lista de usuarios con nombre, apellido, número de foja de servicios y boleta de descuento, y polizonte Adrián Antúnez, (a) Milcaras.
Iquitos, I de noviembre de 1957
Respetable señora Pantoja:
Muchas veces he llegado hasta su puerta para tocarla, pero arrepentida cada vez me he vuelto a casa de mi prima Rosita, llorando, porque acaso no nos ha amenazado siempre tu esposo diciendo han de ir al infierno antes que acercarse a mi hogar. Pero estoy desesperada y viviendo ya el infierno, señora, compadézcase de mí, hoy que es el día de nuestros muertos queridos. De aquí me voy a rezar a la iglesia de Punchana por todos tus muertos, señora Pantoja, sé buena, yo sé que usted lo es, he visto lo linda que es tu hijita con su carita tan santa como la del niño mártir de Moronacocha. Le contaré que cuando nació tu hijita todas tuvimos tanta alegría allá en Pantilandia, le hicimos su fiesta a tu esposo y lo emborrachamos para que estuviera más feliz con la bebita, ha de ser como un angelito de alma blanca venido del cielo, nos decíamos entre nosotras. Así ha de ser, yo lo sé, me lo sé, me lo secretea el corazón. Usted me conoce, una vez me vio hace como un año o más, esa lavandera que hizo entrar a su casa por equivocación, creyendo que iba a lavarle la ropa. Esa soy yo, señora. Ayúdame, sea buena con la pobre Maclovia, estoy muriéndome de hambre y el pobre Teófilo allá en Borja, me lo tienen preso en el calabozo, a pan y agua me dice en una carta que me trajo un amigo, el pobrecito, todo su pecado es quererme, haga algo por mí, te lo voy a agradecer hasta mi muerte. ¿Cómo quiere pues que viva, señora, si su marido me botó de Pantilandia?
Diciendo que me había portado mal allá en Borja, que yo lo había invencionado para que se escapara conmigo al Teófilo. No fui yo, fue él, me dijo huyámonos a Nieva, que me perdonaba que fuera puta, que me había visto llegar a Borja y el corazón le había hablado diciendo: "Apareció la mujer que andas buscando por la vida."
Tengo un techo gracias al corazón de mi prima Rosita, pero ella también es pobre y no puede mantenerme, señorita, ella te está escribiendo esta carta por mí porque yo no sé. Compadézcase que Dios te lo premiará en el cielo y lo mismo a tu hijita, la he visto en la calle dando sus pasitos y he pensado un niño dios, qué ojitos. Tengo que volver a Pantilandia, háblale a tu marido, que me perdone y me contrate de nuevo. ¿Acaso no le he trabajado siempre bien? ¿Qué disgusto le he dado al señor Pantoja desde que estoy con él? Ninguno, pues sólo éste, unito en un año acaso es
tanto. ¿No tengo derecho a querer a un hombre? ¿A él no se le cae la baba cuando la Brasileña le hace sus mañoserías? Cuídate, señora, esa mujer es mala, ha vivido en Manaos y las putas de allá son bandidas, seguro le estará dando cocimiento a tu marido para tenerlo embrujado y aquí, en un puño. Además, ya se han matado por ella dos hombres, un gringuito santo, dicen y el otro un estudiante. ¿Acaso no lo tiene ya al señor Pan Pan que le saca lo que quiere? Cuídese, esa mujer es capaz de quitártelo y sufrirías, señora. Rezaré para que no te pase.
Háblale, ruégale, señora Pantoja. A mi Teófilo me lo van a tener preso todavía muchos meses y yo quiero ir a verlo pues, lo extraño, en las noches lloro dormida pensando en él. Es mi marido ante Dios, señora, nos casó un padre viejecito, allá en Nieva. Y en el Arca de allá clavamos una gallinita en prenda de amor y de fidelidad. Él no era hermano pero yo sí, desde que vino a Iquitos el Hermano Francisco, Dios lo bendiga, fui a oírlo y me convertí. Yo lo convertí a Teófilo, y se hizo hermano al ver cómo los hermanos nos ayudaron allá en Nieva. Los pobres, por darnos de comer y prestarnos una hamaca han tenido que irse al monte, dejando sus casas y sus animalitos y las cositas que tenían. ¿Es justo que se persiga así a la gente buena que cree en Dios y hace el bien?