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CAPITULO 16

Eve olió el café y las masas en el momento en que el elevador abrió las puertas en su oficina. Ambos eran consumidos con notorio entusiasmo por su equipo. Roarke parecía haberse contentado con café.

– Tienes una conferencia vía enlace a las nueve en punto. -le recordó ella.

– Mi administrador se ocupará de eso. -El le puso en la mano su taza de café. -Las novedades están organizadas en tu escritorio. Toma un muffin. -Le elegió uno, relleno con frambuesas, de una bandeja.

– Lo que sea que hayas organizado, yo podía hacerlo. Tengo mi propio sistema.

– En el cual yo tengo un interés personal. Presióname en esto -agregó, bajando la voz- y te haré retroceder. Dudo que estés suficientemente recuperada para ser un desafío.

– No me des la lata con eso. Pero si quieres perder tu tiempo sentado en esta reunión, no tengo problemas.

– Es una suerte para ambos. -El fue a buscarse otra taza de café.

Para evitarse de decir algo desagradable que podía no ser capaz de respaldar, se llenó la boca con el muffin, y luego se sentó en el borde del escritorio. -Necesito enfocarme enseguida en el tipo que me noqueó ayer, y en el chico del aero patín.

– Lo tengo. -Feeney apartó un pastel, y sacó su libro de memo para referencias. -Un durmiente de la calle llamado Emmet Farmer, con licencia de mendigo. Pesca en el sector alrededor de la Central, se cuelga en las intersecciones y hace el truco del parabrisas para levantar algo de cambio. Un montón de uniformados lo conocen, y reportaron que él es excitable pero básicamente pacífico.

Levantó la vista hacia Eve, frunciendo los labios cuando dio un vistazo al rostro de ella. -Supongo que no estás de acuerdo con la parte de pacífico bajo estas circunstancias. Su declaración es que la rubia le dio cinco dólares y le dijo que debía esperar por tu vehículo, hacer lo del parabrisas, y tú la darías otros cinco. Le dijo que tenía que mantenerte junto al vehículo o no iba a conseguir el pago. Farmer tiende a ser realmente insistente sobre el pago.

– Entonces ella lo levantó específicamente. Ensuciar el parabrisas por lo que mi vehículo quedaría ciego y no podría perseguirla de esa forma. Me mandó a chocar contra Gibraltar, entonces le compró suficiente tiempo para sacarme una buena ventaja.

Feeney asintió. -Y si resultabas pateada en el proceso, mucho mejor. La declaración del chico del aeropatín, Michael Yardley, te da una puesta en escena que el debía seguir. Dada su edad, el hecho de que nunca se metió en problemas, eso se sostiene. Ella declaró ser una productora de videos, armó la escena para él. El chico se deleitó. Tiene miedo de ir a la cárcel por haberte derribado.

– Un montón de fallos en el plan. -Eve frunció el ceño mientras bebía su café. -Fuera de coordinación, sólo un poquito, si alguno de sus ayudantes no hubiera seguido el plan, o no hubieran sido lo bastante duros para inmovilizarme, ella hubiera comido pavimento.

Y oh, pensó mientras hacía girar su hombro dolorido, que glorioso día hubiera sido.

– Pero ella tomó el riesgo, -continuó Eve. -Lo que me dice que la entrevista con Nadine se le metió bajo la piel.

– Quería herirte a ti. -Peabody podía ver todavía la enorme mano de Farmer volando, sorprendentemente, levantando limpiamente a Eve del suelo.

– Si, pero más aún, quería joderme la psiquis. Sacudir mi confianza. Es personal.

Ociosamente tomó la estatua de alabastro que Phoebe le había dado, girándola en su mano. -Todo es personal con Julianna. Ella me la armó, y lo hizo rápido. Entonces, como supo cuando iba a salir de la Central? No podía permitirse mantener al durmiente y al chico colgados por mucho tiempo. Si ellos se aburrían, los perdía. No podía permitirse estar rondando la Comisaría Central, o algún uniformado podía reconocerla.

– No es que sea difícil averiguar tus turnos. -apuntó McNab.

– No, pero que tan a menudo alguno de nosotros entre o sale en turnos programados? No lo hice ayer. Entonces, ella me estaba observando. Me estuvo observando, y así pudo establecer una pauta. Obtener pautas es uno de sus mejores puntos.

Ella depositó nuevamente la estatua. -McNab, consígueme los edificios que enfrentan mi oficina en la Central. Consigueme una vista.

– Crees que ha estado vigilándote? -preguntó Peabody mientras McNab saltaba para cumplir el encargo.

– Ella observa a sus víctimas, aprende todo lo que puede sobre ellas. Sus rutinas, sus hábitos. Donde van, que hacen. Con quien están. -Eve miró a Roarke. Cuanto, pensó, podía Julianna Dunne encontrar sobre Roarke?

Como mucho, decidió, lo que él permitía a algunos del público conocer. Y la mitad de eso era ficción.

– Ella ve como una ventaja mantener mi oficina bajo vigilancia. -Eve se volvió hacia la pantalla cuando el trazado de las calles empezó a aparecer.

– Como un juego? -preguntó Peabody.

– No, esto no es un juego, no para ella. La primera vez era sobre negocios. Ahora, es la guerra. Y por lo tanto, ella se ocupará de todas las batallas importantes. -Levantó un puntero láser de sobre su escritorio, y corrió el punto de luz sobre la pantalla. -Estos tres edificios le darían el mejor acceso a la ventana de mi oficina. Necesitamos una lista de inquilinos.

Atrapó la mirada que pasó entre Feeney y Roarke, por lo que le envío a Feeney una de las propias cuando Roarke se deslizó en su propia oficina.

– El la a conseguir más rápido. -Feeney levantó su taza de café, pero no alcanzó para esconder su sonrisa.

Ella lo dejó pasar. -Vamos a buscar un lugar alquilado, de corto término. De mes a mes, probablemente. Ella no pasaría mucho tiempo ahí. Debe haber instalado un equipo de vigilancia, alimentado desde otro lugar donde haría un cómodo estudio y valoración. Pero estaba allí ayer, personalmente, porque decidió moverse hacia mi.

Eve se vió a si misma, parada ante la ventana de su oficina, mirando hacia afuera. Retrocedió hasta ahí, detrás del estrecho vidrio, y estudió los edificios y ventanas del otro lado de la calle.

– Este tiene mi voto. -Señaló con la luz uno de los edificios. -O si no hubiera espacio disponible en uno de esos niveles… -hizo correr una línea de luz cruzando cinco pisos. -Este edificio. Esos son sus mejores ángulos. Espera un minuto.

Entró en la oficina de Roarke, donde él estaba sentado al escritorio mientras su equipo zumbaba con eficiencia. -Tengo una ubicación prioritaria. -le dijo- Quiero que hagas una lista de uno para poder correr una probabilidad.

– Ya estoy corriendo probabilidades, en los tres. Creo que ésta es tu ubicación.

Ella miró a la pantalla donde él tenía la misma vista, y el edificio que ella había señalado.

– Presumido.

– Ven a sentarte en mi regazo y dilo. Tú buscarías alquileres a corto plazo, me imagino, y podrías querer el detalle de mudanzas desde el último alquiler. Como lo estoy haciendo?

– Te estás animando a hacer de consultor experto, civil, en forma permanente?

– No sería divertido? -El palmeó sus rodillas, pero ella lo ignoró. -Ah, bueno, no hay ventajas adicionales. Tus probabilidades están llegando. Hice esto desde la línea de visión. Fue bastante fácil meter sus datos desde tus archivos en la mezcla y reducirlo considerablemente.

– Espera. -Revisó la lista de nombres que él había dispuesto en pantalla. -Bam! Daily enterprises. Justine Daily, propietaria. Es nuestra chica.

Ella quería moverse, rápido y duro, pero se contuvo. -Vamos a asegurarnos primero. Manda estos datos a mi unidad, quieres? Vamos a tratar de mantener esta investigación razonablamente oficial.

– Por supuesto. Teniente? Voy a ir contigo. Espera, -dijo cuando ella abrió la boca. -Aún si se reduce la chance de que la encuentres ahí, voy a ser parte de esto. Ella me la debe.

– No puedes explotar cada vez que termino golpeada en el trabajo.

– No puedo? – El tono tranquilo había cambiado en su voz, enfriándose. -Ella tiene en mente venir después por nosotros, por ambos, así que estoy en esto. Voy a estar ahí cuando la atrapes. Cuando sea, donde sea que pase.

– Sólo recuerda quien la va a encerrar. -Volvió hacia su oficina. -Feeney, tenemos a Justine Daily en el edificio primario. Los datos están en mi unidad. Busca los antecedentes de ella y su Daily Enterprises.

– Parece coincidir con sus propias iniciales. -Tomó el lugar de McNab en el escritorio de Eve. -Esas son las pequeñas manías que estampan a los tipos malos contra la pared.

– Yo voy a ser la manía que la estampe a ella. -Eve sacó su enlace y requirió la orden de búsqueda y captura y los refuerzos para hacerla cumplir.

En menos de una hora, se estaba moviendo por el pasillo hacia la oficina de Daily Enterprises. Las escaleras estaban bloqueadas, los elevadores retenidos abajo. Todas las salidas estaban cubiertas.

Y ella supo en su interior que no encontraría a Julianna Dunne.

Aun así, vería el lugar, y acomodó a su equipo en el sitio con señales de mano. Sacó su arma, y luego el código maestro para abrir los cerrojos.

Retrocedió.

– Espera. Debe haber pensado en ésto. Contaba con ésto. -Miró con dureza la puerta barata, las cerraduras baratas, y se agachó para estudiarla de cerca. -Necesito algún microanteojo. Un escáner de bombas.

– Piensas que puso una trampa para bobos en la puerta. -Feeney frunció los labios, agachándose con ella. -Ella no había usado explosivos antes.

– Aprendes un montón de cosas para trabajos manuales en prisión.

Feeney asintió. -Sí, lo haces.

– Ves que es todo ordinario?

– Cerraduras viejas. Una mierda débil. Alarma común por la pinta del panel. Quieres llamar a los olfateadores de bombas?

– Tal vez. Estoy tratando pensar como ella, pero no quiero los pedazos de mi equipo desparramados sobre todo este pasillo. -alzó la vista. Roarke estaba moviéndose detrás de ella.

– Porque no me dejas darle una mirada. -El ya lo hacía, acercándose y haciendo bailar los hábiles dedos sobre el panel, el marco de la puerta. Sacó su PPC de un bolsillo, programó un código de tareas, y luego lo conectó al panel con un cable fino como un cabello.

– Está caliente. -confirmó.

– Atrás. Retrocedan. -Eve le hizo gestos al equipo mientras sacaba su comunicador. -Limpien de civiles este piso, los que están directamente arriba y abajo.

– Eso no va a ser necesario, teniente, si me das un minuto aquí. -Roarke ya tenía el panel abierto para el momento en que ella volvió.