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Y el policía dijo:

– Bueno, supongo que ya no debo tenerte más rato de charla.

Y yo dije:

– ¿De dónde saco un billete para el tren? -Porque si estás perdido y necesitas que te orienten puedes preguntarle a un policía.

Y él dijo:

– Eres lo que se dice todo un ejemplar, ¿eh, muchacho?

Y yo dije:

– ¿De dónde saco un billete para el tren? -porque no había contestado a mi pregunta.

Y él dijo:

– Allí dentro. -Y señaló y había una gran habitación con una ventanilla al otro lado de la puerta de la estación, y entonces dijo-: A ver, ¿estás seguro de que sabes lo que haces?

Y yo dije:

– Sí. Voy a Londres a vivir con mi madre.

Y él dijo:

– ¿Tu madre tiene un número de teléfono?

– Sí -dije.

Y el policía dijo:

– ¿Y puedes decirme cuál es?

Y yo dije:

– Sí. Es 0208 887 8907.

Y él dijo:

– La llamarás si te metes en algún lío, ¿de acuerdo?

Y yo dije:

– Sí. -Porque sabía que podías llamar a la gente desde las cabinas telefónicas si tenías dinero, y yo ya tenía dinero.

Y él dijo:

– Bien.

Y caminé hacia la habitación de venta de billetes y me di la vuelta y vi que el policía aún estaba mirándome así que me sentí a salvo. Y había un gran mostrador en el otro lado de la gran habitación y una ventanilla sobre el mostrador y había un hombre de pie delante de la ventanilla, y otro detrás de la ventanilla, y yo le dije al hombre de detrás de la ventanilla:

– Quiero ir a Londres.

Y el hombre de delante de la ventanilla dijo:

– Si no te importa.

Y se volvió de manera que su espalda quedó hacia mí y el hombre de detrás de la ventanilla le dio un pedacito de papel para firmar y él lo firmó y lo pasó otra vez por debajo de la ventana y el hombre de detrás de la ventanilla le dio un billete. El hombre de delante de la ventanilla me miró y dijo:

– ¿Qué coño miras? -Y entonces se alejó.

Llevaba rastas, que es lo que llevan algunas personas negras, pero él era blanco, y las rastas es cuando nunca te lavas el pelo y parece una cuerda vieja. Y llevaba pantalones rojos con estrellas. Y yo agarré mi navaja del Ejército Suizo por si me tocaba.

Y entonces no había nadie delante de la ventanilla y le dije al hombre de detrás de la ventanilla:

– Quiero ir a Londres.

Y no había tenido miedo cuando estaba con el policía pero me di la vuelta y vi que ya se había ido y me asusté otra vez, así que traté de imaginarme que estaba jugando a un juego en mi ordenador, y que se llamaba Un tren a Londres y que era como Myst y The Eleventh Hour, y tenías que resolver montones de problemas diferentes para acceder al siguiente nivel, y podía desconectarlo en cualquier momento.

Y el hombre dijo:

– ¿De ida o de ida y vuelta?

– ¿Qué significa «de ida o de ida y vuelta»? -dije yo.

Y él dijo:

– ¿Quieres ir nada más, o quieres ir y volver?

Y yo dije:

– Cuando llegue allí quiero quedarme allí.

Y él dijo:

– ¿Durante cuánto tiempo?

– Hasta que vaya a la universidad -dije.

Y él dijo:

– Ida, entonces -y luego dijo-: Son 17 libras.

Y le di los 5 billetes de 10 libras y él me devolvió 30 libras y me dijo:

– No lo vayas malgastando.

Y entonces me dio un pequeño billete amarillo y naranja y 3 libras en monedas y yo me lo metí todo en el bolsillo con mi navaja. Y no me gustó que el billete fuera medio amarillo pero tuve que quedármelo porque era mi billete de tren.

Y entonces el hombre dijo:

– Haz el favor de apartarte del mostrador.

Y yo dije:

– ¿Cuándo es el tren para Londres?

Y él miró su reloj y dijo:

– Andén 1, en cinco minutos.

Y yo dije:

– ¿Dónde está el andén 1?

Y él señaló y dijo:

– Coge el paso subterráneo y sube por la escalera. Ya verás los letreros.

Y «paso subterráneo» significaba «túnel» porque veía adonde estaba señalando, así que salí de la oficina de venta de billetes, pero no era para nada como en un juego de ordenador porque yo estaba en medio de él y era como si todos los letreros me estuvieran gritando y alguien chocó conmigo cuando pasaba e hice un ruido como el de un perro al ladrar para asustarle.

Y me imaginé en mi cabeza una gran línea roja a través del suelo que empezaba a mis pies y recorría todo el túnel, y empecé a caminar por la línea roja, diciendo «Izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha», porque a veces cuanto estoy asustado o enfadado, me ayuda hacer algo que tenga ritmo, como tamborilear, que es algo que Siobhan me enseñó a hacer.

Y subí la escalera y vi un letrero que decía ¬ Andén 1 y la ¬ señalaba hacia una puerta de cristal o sea que la crucé, y alguien volvió a chocar conmigo con una maleta y yo hice otro ruido como el de un perro al ladrar, y dijo «A ver si vigilas por dónde vas, joder», pero hice como que era uno de los Demonios Guardianes de Un tren a Londres. Y ahí estaba el tren. Y vi a un hombre con un periódico y una bolsa de palos de golf acercarse a una de las puertas del tren y apretar un botón y las puertas eran electrónicas y se abrieron deslizándose y eso me gustó. Y entonces las puertas se cerraron detrás de él.

Y entonces miré mi reloj y habían pasado 3 minutos desde que había estado en la oficina de billetes, lo que significaba que el tren se iría al cabo de 2 minutos.

Y entonces me acerqué a la puerta y apreté el botón grande, y las puertas se abrieron deslizándose y pasé a través de las puertas.

Y estaba en el tren a Londres.