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Mi memoria es como una película. Por eso soy realmente bueno a la hora de acordarme de cosas, como las conversaciones que he escrito en el libro, y lo que la gente llevaba y cómo olía, porque mi memoria tiene una banda olfativa que es como una banda sonora.

Y cuando la gente me pide que recuerde algo puedo apretar simplemente el Rebobinar y el Avance Rápido y la Pausa como en un aparato de vídeo, más bien como en un DVD porque no tengo que rebobinar todo lo que hay en medio para llegar a un recuerdo de algo que pasó hace mucho tiempo. Y no hay botones, además, porque está pasando en mi cabeza.

Si alguien me dice: «Christopher, cuéntame cómo era tu madre», puedo Rebobinar hasta montones de escenas distintas y decir cómo era ella en esas escenas.

Por ejemplo podría Rebobinar hasta el 4 de julio de 1992, cuando yo tenía 9 años, que era un sábado y estábamos de vacaciones en Cornualles y por la tarde estuvimos en la playa en un sitio llamado Polperro. Y Madre llevaba unos pantalones cortos tejanos y la parte de arriba de un bikini azul claro y fumaba unos cigarrillos llamados Consulate que tenían sabor mentolado. Y no se bañaba. Madre tomaba el sol en una toalla de rayas rojas y moradas y leía un libro de Georgette Heyer titulado Los farsantes . Y entonces acabó de tomar el sol y se metió en el agua para nadar y dijo: «Jolín, qué fría está la condenada». Y dijo que yo debería meterme y nadar también, pero a mí no me gusta nadar porque no me gusta quitarme la ropa. Y ella dijo que tan sólo me arremangara los pantalones y me metiera un poquito en el agua, así que eso hice. Y me quedé ahí de pie en el agua. Y Madre dijo: «Mira. Es genial». Y saltó hacia atrás y desapareció bajo el agua y yo pensé que un tiburón se la había comido y grité y ella salió otra vez del agua y se acercó a donde yo estaba y levantó la mano derecha y abrió los dedos en abanico y dijo: «Vamos, Christopher, tócame la mano. Venga ya. Deja de gritar. Tócame la mano. Escúchame, Christopher. Tú puedes». Y al cabo de un rato dejé de gritar y levanté la mano izquierda y abrí los dedos en abanico e hicimos que nuestros dedos se tocaran, y Madre dijo: «Tranquilo, Christopher. Tranquilo. En Cornualles no hay tiburones», y entonces me sentí mejor.

Sólo que no puedo acordarme de nada de antes de que tuviera 4 años porque hasta entonces no miraba las cosas de la forma adecuada, así que no se grabaron como es debido.

Y así es como reconozco a alguien si no sé quién es. Veo qué lleva puesto, o si lleva un bastón, o si tiene el pelo raro, o cierta clase de gafas, o si tiene una forma particular de mover los brazos y hago una Búsqueda a través de mis recuerdos para ver si lo he visto antes.

Y también es mi manera de saber cómo reaccionar en las situaciones difíciles cuando no sé qué hacer.

Por ejemplo, si la gente dice cosas que para mí no tienen sentido, como «Estás como una verdadera cabra» o «Te estás quedando en los huesos», hago una Búsqueda y compruebo si he oído a alguien decir eso antes.

Y si alguien está tendido en el suelo en el colegio hago una Búsqueda a través de mis recuerdos para encontrar una imagen de alguien sufriendo un ataque de epilepsia y entonces comparo la imagen con lo que está pasando delante de mí para así poder decidir si tan sólo está tendido jugando, o echándose un sueñecito, o si es un ataque de epilepsia. Y si es un ataque de epilepsia, aparto todos los muebles para que el niño no se golpee la cabeza y me quito el jersey y se lo pongo debajo de la cabeza y voy a buscar a un profesor.

Hay otras personas que también tienen imágenes en la cabeza. Pero son diferentes porque las imágenes en mi cabeza son todas imágenes de cosas que pasaron realmente. Las otras personas tienen imágenes de cosas que no son reales y no pasaron.

Por ejemplo, Madre solía decir a veces: «De no haberme casado con tu padre, creo que viviría en una pequeña granja en el sur de Francia con alguien llamado Jean. Y él sería, por decir algo, el manitas de la zona. Ya sabes, pintaría y empapelaría, cuidaría jardines y construiría cercados. Y tendríamos una galería rodeada de higueras y habría un campo de girasoles al final del jardín y un pueblecito en la colina en la distancia y nos sentaríamos ahí fuera al atardecer a beber vino tinto y fumar cigarrillos Gauloises y a ver la puesta de sol».

Y Siobhan me dijo una vez que cuando se sentía deprimida o triste cerraba los ojos y se imaginaba que estaba en una casa en Cape Cod con su amiga Elly, y que viajaban en un barco desde Provincetown y salían a la bahía a ver las ballenas y que eso la hacía sentirse tranquila y en paz y feliz.

Y a veces, cuando alguien se ha muerto, como se murió Madre, la gente dice «¿Qué te gustaría decirle a tu madre si estuviese aquí ahora?» o «¿Qué iba a pensar tu madre de eso?», lo cual es una estupidez porque Madre está muerta y no puedes decirle nada a la gente muerta y la gente muerta no piensa.

Y la Abuela también tiene imágenes en la cabeza, pero sus imágenes son todas confusas, como si alguien hubiese hecho un lío con toda la película y ella no pudiese decir qué pasó y en qué orden, y piensa que la gente muerta aún está viva y no sabe si algo pasó en la vida real o si pasó en la televisión.