Изменить стиль страницы

Capítulo ciento treinta y siete Platero de cartón

Platero, cuando, hace un año, salió por el mundo de Los hombres un pedazo de este libro que escribí en memoria tuya, una amiga tuya y mía me regaló este Platero de cartón. ¿Lo ves desde ahi? Mira: es mitad gris y mitad blanco, tiene la boca negra y colorada. los ojos enormemente grandes y enormemente negros; lleva unas angarillas de burro con seis macetas de flores de papel de seda, rosas, blancas y amarillas mueve la cabeza y anda sobre una tabla pintada de añil, con cuatro ruedas toscas.

Acordándome de ti, Platero, he ido tomándole cariño a este borrillo de juguete. Todo el que entra en mi escritorio le dice sonriendo: “Platero”. Si alguno no lo sabe y me pregunta qué es, le digo yo: “Es Platero…” Y de tal manera me ha acostumbrado el nombre al sentimiento, que ahora yo mismo, aunque esté solo, creo que eres tú y lo mimo con mis ojos.

¿Tú? ¡Qué vil es la memoria del corazón humano! Este Platero de cartón me parece hoy más Platero que tú mismo, Platero…

Madrid, 1915.