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Y ahora que lo pensaba… sospecharнan los barrayareses que habнa llegado a alguna especie de acuerdo con el Emperador de Cetaganda? La razуn verdadera por la que lo habнan traнdo a aquella charla sin testigos con el Emperador empezу a brillar por fin en su mente, aturdida por la falta de sueсo. No supondrбn que Giaja puede dominarme con veinte minutos de conversaciуn, o si.

— Usted me acompaсarб en la ceremonia — siguiу diciendo el Emperador-, estarб de pie a mi izquierda. Ha llegado la hora. — Se levantу, ayudado por sus ba, que le recogieron las tъnicas y lo siguieron.

Miles mirу las burbujas que flotaban a su alrededor con desesperaciуn silenciosa. ъltima oportunidad…

— Puedo hablar con usted, haut Rian? — Se dirigiу a ellas en general, inseguro. No sabнa cuбl era la que buscaba.

Giaja mirу por encima de su hombro y abriу la mano de dedos largos en un gesto de aceptaciуn mientras seguнa caminando sin cambiar el ritmo decoroso que le exigнa su atuendo.

Dos de las burbujas se quedaron en la habitaciуn, una siguiу adelante con el Emperador y Benin se quedу de guardia Junto a la puerta abierta. No era exactamente un momento privado. Pero eso no le preocupaba. No eran muchas las cosas que Miles quisiera decir en voz alta.

Echу una mirada a las dos esferas opacas y brillantes, sin saber a cuбl dirigirse. Una desapareciу en el aire y ahн apareciу Rian, sentada, bastante semejante a la dama que йl habнa visto por primera vez, con las tъnicas blancas y almidonadas orladas de cabello radiante. Cada vez que la veнa se quedaba sin aliento.

Ella se acercу flotando y levantу una mano fina para acariciarle la mejilla. Era la primera vez que se tocaban. Pero йl pensaba que estaba dispuesto a morderla si ella le preguntaba Le duele?

Rian no era tonta.

— He recibido mucho de usted — dijo ella en voz tranquila-. Y no le he dado nada a cambio.

— Йse es el comportamiento habitual de los haut, verdad? — dijo Miles con amargura.

— Es el ъnico que conozco.

El dilema del prisionero…

Ella se quitу una espiral oscura y brillante de la manga, una especie de brazalete. Un delgado mechуn de cabello sedoso, muy largo, casi infinito. Se lo tendiу desde lejos.

— Ahн tiene. Es lo ъnico que se me ha ocurrido.

Eso es porque su cabello es lo ъnico que le pertenece realmente, milady. Todo lo demбs es un regalo de su Constelaciуn o del Criadero Estrella o de los haut o del Emperador. Usted vive en los intersticios de un mundo comunitario con una riqueza que estб mбs allб de los sueсos mбs ambiciosos de la avaricia, y sin embargo, personalmente, no tiene… nada. Ni siquiera sus propios cromosomas le pertenecen.

Miles recibiу la espiral. Le pareciу suave y fresca cuando la tocу con los dedos.

— Quй significa? Para usted…

— A decir verdad no lo sй — confesу ella.

Sincera hasta el final… Esta mujer no sabe mentir, por desgracia.

— Entonces, me lo guardo, milady. Como recuerdo. En mi interior, lejos de todas las miradas.

— Sн. Por favor.

— Y cуmo piensa recordarme, milady? — Miles no tenнa absolutamente nada que darle, nada excepto la pelusa que le habнa dejado la lavanderнa de la embajada en los bolsillos. O prefiere olvidar?

Los ojos azules de ella brillaron como el sol sobre un glaciar

— No hay peligro de eso. Ya lo verб usted. — Rian se alejу lentamente. La pantalla de fuerza se levantу despacio a su alrededor y ella se desvaneciу como un perfume. Las dos burbujas flotaron tras los pasos del Emperador.

El valle se parecнa al lugar donde habнan organizado las ofrendas poйticas, pero mбs espacioso, un gran cuenco abierto al cielo artificial de la cъpula. Los costados estaban atestados de haut y ghemlores vestidos de blanco acompaсados por las burbujas de las hautladies. Los mil delegados de la galaxia ocupaban la parte exterior, como un marco variado y colorido. En el centro, rodeada de una banda respetuosamente vacнa de cйsped y flores, habнa otra pantalla de fuerza redonda de unos doce metros de diбmetro. A travйs de la superficie translъcida, neblinosa, Miles veнa una gran cantidad de objetos apilados alrededor de una Plataforma, sobre la que descansaba la figura pбlida y frбgil de la haut Lisbet Degtiar. Miles se esforzу para distinguir la caja de madera pulida de la delegaciуn de Barrayar, pero la espada de Dorcas estaba enterrada en algъn lugar alejado, mбs abajo. En realidad, no tenнa importancia.

Le habнan destinado un asiento en el cнrculo, una vista casi imperial de la ceremonia. El desfile final, que se realizarнa por un pasillo hacia el centro, respetaba un orden inverso: las ocho Consortes planetarias y la Doncella en sus nueve burbujas blancas; los siete — contadlos bien, muchachos, siete— hautgobernadores; luego el Emperador mismo y su guardia de honor Benin se colocу rбpidamente en el lugar del ghemgeneral Naru sin provocar ni una onda en el paisaje. Miles cojeу tras el sйquito de Giaja, intensamente consciente de sн mismo. Sin duda su figura resultaba extraordinaria en ese lugar: menudo, de poca estatura, siniestro, la cara de alguien que acaba de perder una pelea en un bar espacial. La Orden del Mйrito cetagandana resaltaba sobre el uniforme negro de la Casa Vorkosigan… casi nadie la pasarнa por alto.

Miles supuso que Giaja lo estaba usando para enviar una seсal a sus hautgobernadores. No era una seсal muy amable. Evidentemente, Giaja no pensaba divulgar los hechos de las ъltimas dos semanas, asн que Miles tenнa que suponer que se trataba de una de esas expresiones del tipo entiйndelo si puedes, pensada para infundir no tanto una idea o un conocimiento como una sensaciуn de miedo. Una especie de terrorismo delicado y sutil.

Sн… sн… Que traten de entender… Bueno, no se referнa a ellos. Miles pasу frente a la delegaciуn de Barrayar, ubicada bastante cerca del frente de la multitud galбctica. Vorob'yev le clavу los ojos, atуnito. Maz parecнa sorprendida pero contenta y seсalу el cuello de Miles mientras le decнa algo a su novio. Vorreedi tenнa la mirada torva, llena de sospechas. Ivan parecнa… en blanco… Gracias por tu voto de confianza, primito…

Despuйs le tocу el turno a Miles: йl tambiйn se quedу de una pieza cuando vio a lord Yenaro en la ъltima fila de ghemlores. Llevaba puesta la ropa blanca y pъrpura de un ghemlord de compaснa de dйcimo rango en el jardнn Celestial, es decir el rango mбs bajo. Parece que finalmente ha conseguido el trabajo de perfumista ayudante… Y asн, el haut Fletchir Giaja habнa controlado a otra bala perdida. Excelente.

El sйquito de Giaja tomу asiento casi en el centro. Una procesiуn de jуvenes ghemladies colocу una ъltima ofrenda floral alrededor de la pantalla de fuerza de la emperatriz. Un coro cantу una hermosa melodнa. Miles se descubriу calculando el precio de la mano de obra que se habнa empleado en las ceremonias del mes, con el salarlo mнnimo como ъnico costo de todos los involucrados. La suma era… desorbitada. Mientras hacнa el cбlculo, le pesaba cada vez mбs la falta de desayuno. Un solo cafй no era suficiente. No me voy a desmayar. No me voy a rascar la nariz. Ni el culo. No…

Una burbuja blanca se deslizу hacia el Emperador. Su servidor ba — Miles lo reconociу— caminaba a su lado con una bandeja dividida en compartimientos. La voz de Rian repitiу las palabras rituales desde la burbuja: la ofrenda quedу a los pies de Giaja. Miles, sentado a la izquierda del Emperador, mirу los compartimientos y sonriу con amargura. La Gran Llave, el Gran Sello y los otros objetos ceremoniales de Lisbet volvнan al lugar que les correspondнa. La burbuja y su acompaсante se retiraron. Miles esperу, aburrido, que Giaja llamara a la nueva Emperatriz, la mujer que esperaba el nombramiento en algъn lugar en medio de la multitud de hautburbujas flotantes.

El Emperador hizo un gesto para que Rian y su ba volvieran a aproximarse. Mбs frases formales, tan complejas que Miles tardу un instante en comprender el sentido. Rian hizo un gesto, su ba se inclinу y recogiу otra vez la bandeja. El aburrimiento de Miles se evaporу; de pronto, se sintiу ahogado por la intensidad de la sorpresa. Por una vez, hubiera querido ser todavнa mбs bajo o tener el talento de Ivan para desaparecer por completo o un aparato que pudiera teletransportarlo a alguna parte, a cualquier parte… Un movimiento de interйs, hasta de asombro, recorriу el pъblico ghem y haut. Los miembros de la Constelaciуn Degtiar parecнan felices. Los miembros de otras Constelaciones… miraban con correcciуn y modales perfectos.

La haut Rian Degtiar tomу posesiуn del Criadero Estrella; esta vez como nueva Emperatriz de Cetaganda, cuarta Madre Imperial elegida por Fletchir Giaja, y ahora primera en importancia por virtud de su responsabilidad con respecto al genoma. Su primera obligaciуn genйtica serнa diseсar su propio hijo, el prнncipe imperial. Dios. Serнa feliz dentro de la burbuja?

Tal vez su nuevo… no esposo, compaсero, pareja, el Emperador… no la tocara nunca. Tal vez terminaran siendo amantes. Tal vez Giaja quisiera enfatizar su posesiуn de ese modo. Aunque para ser justos, Rian seguramente sabнa lo que iba a pasar, no parecнa oponerse. Miles tragу saliva, descompuesto sъbitamente presa de un horrible cansancio. Le habнa bajado el nivel de glucosa. Tenнa que ser eso.

Buena suerte, milady. Buena suerte… y adiуs.

Y el control de Giaja se extendнa… suave y persistente… como la niebla.

El Emperador levantу la mano y los ingenieros imperiales que lo esperaban pusieron en funcionamiento la central de energнa. Dentro de la pantalla de fuerza central empezу a surgir un brillo color naranja oscuro que se volviу rojo, despuйs amarillo, despuйs azul blanco. Los objetos de interior se movieron, cayeron, rodaron, las formas se desintegraron hasta convertirse en plasma molecular. Los ingenieros imperiales y los hombres y mujeres de Seguridad Imperial habнan tenido una noche tensa y difнcil, de eso no cabнa duda: habнan tenido que arreglar la pira de la emperatriz Lisbet con sumo cuidado. Si la burbuja estallaba, los efectos del calor se parecerнan bastante a los de una pequeсa bomba de fusiуn.

No fue largo, tal vez diez minutos en total. Se abriу un cнrculo en la cъpula gris llena de nubes y apareciу el cielo azul del mundo exterior. El efecto era muy extraсo, como una visiуn de otra dimensiуn. Un agujero mucho menor se abriу en la pantalla de fuerza del centro del valle. Un fuego blanco se disparу hacia el cielo y la burbuja se ventilу. Miles supuso que el espacio aйreo sobre la ciudad estaba libre de trбnsito aunque la corriente de aire dispersу el humo con mucha rapidez.