Hay médicos que se tendrían que haber dedicado a otra cosa. Por ejemplo éste, que me pregunta por qué me tomé las pastillas, y cuando le contesto que me las dio Prudencia, me dice que quién es Prudencia. Como si no la estuviera viendo, pobrecilla, después que se pasa conmigo todo el día.

Y es que no puede vivir sin mí, como no tiene hijos. A mí también me los negó Dios y me resigné a su sabiduría. Pero Prudencia no, cree que son una bendición y que ella está maldita. Por eso se encuentra tan sola, porque echa de menos a los hijos que no tuvo.

Los primeros años de matrimonio lloraba cuando le venía la regla, como si perdiera un hijo. Tiene que ser horroroso que se te muera uno cada mes.