Este programa se planteaba la más colosal de las tareas en el campo de los problemas cosmológicos del siglo: estudiar el planeta Iks con el objeto de aprovechar sus recursos minerales, que encerraban inauditas –a escala terrestre– reservas de energía interna. Un centenar de toneladas de mineral de Iks, que se encontraba casi libremente sobre la superficie de este cuerpo estelar, podía, tras la pertinente elaboración, liberar una energía interna igual a la que necesitaría toda Europa, en forma de electricidad y calor, en todo un año. Tal era la naturaleza energética de la materia en Iks, surgida en condiciones especiales de la galaxia, bajo la acción de una prolongada evolución planetaria en el curso de muchos miles de millones de años. Lo atestiguaban las muestras de mineral traídas más de una vez por aparatos cósmicos de la superficie de Iks, y lo mismo decían los resultados de las expediciones que habían realizado varias incursiones breves a este rojo planeta de nuestro sistema solar.

El factor decisivo a favor del proyecto de conquista de Iks fue algo que no existía en ningún otro planeta conocido de la ciencia, incluidos la Luna y Venus: la presencia de agua libre en las entrañas de un planeta aparentemente desierto como Iks. La indiscutible existencia de agua se había comprobado con muestras de perforación. Según los cálculos de los científicos, bajo la superficie de Iks podía encontrarse una capa de agua de un espesor de varios kilómetros retenida en estado inalterable por unas capas inferiores de fría materia pétrea.

La existencia de esta enorme cantidad de agua en la estrella Iks aseguraba el carácter real del programa «Demiurg». En ese caso, el agua no era sólo una fuente de humedad sino también la materia prima para sintetizar otros elementos indispensables para la conservación de la vida y para el normal funcionamiento del organismo humano en las condiciones de otro planeta, y ante todo el aire para la respiración. Además, desde el punto de vista de la producción, el agua jugaba un papel fundamental en la teoría de la flotación primaria del mineral de Iks antes de ser cargado en los contenedores transcósmicos.

Estaba en estudio la cuestión de cómo transformar la energía de Iks: si en estaciones orbitales cósmicas para luego transmitirla a la Tierra a través de órbitas geosincrónicas, o bien directamente en la misma Tierra. El tiempo aún no apremiaba.

Se estaba preparando ya una gran expedición para el desembarco, por largo tiempo, de grupos de perforadores e hidrólogos a los que correspondería montar un conducto continuo, automáticamente controlado, que llevara un chorro de agua desde las entrañas de Iks a un sistema de cañerías. La estación orbital Paritetera, utilizando la terminología de los alpinistas, el principal campamento base en el camino hacia Iks. En la Paritetse habían instalado ya las necesarias construcciones para el amarre, carga y descarga de las «lanzaderas» de transporte que recorrerían el trayecto entre Iks y la Paritet.Con el tiempo, la construcción adicional de unos bloques, podrían instalarse en la Paritetmás de cien personas en condiciones muy confortables, incluyendo la continua recepción de las transmisiones televisivas de la Tierra.

En esta gran empresa cósmica, la obtención y el análisis del agua de Iks iba a ser el primer acto de actividad productiva realizado por el hombre fuera de los límites de su planeta...

Y se acercaba el día. Todo llevaba a ello...

En los cosmódromos de Nevada y de Sary-Ozeki se llevaban a cabo los últimos preparativos para la operación hidrotécnica en Iks. La Paritet,que se encontraba en la órbita «Tramplin», estaba preparada para recibir y reexpedir a Iks al primer grupo operativo de colonos cósmicos.

En esencia, la Humanidad contemporánea se hallaba en el umbral de su civilización extraterrena...

Y precisamente en ese momento, en la víspera del envío del primer grupo de hidrólogos a Iks, los dos paritet-cosmonautas que se encontraban en la órbita «Tramplin», en guardia cósmica de larga duración sobre la Paritet,desaparecieron sin dejar rastro...

Dejaron súbitamente de responder a cualquier señal, ni a la hora de las sesiones de enlace establecidas, ni en cualquier otro momento. La impresión era deprimente: excepto los transmisores, que señalaban continuamente la ubicación de la estación y el canal para corregir su movimiento, todos los demás sistemas de enlace radiotelevisivo estaban inactivos.

Pasaba el tiempo. La Paritetno respondía a ninguna interpelación. La inquietud en el Conventsiaiba en aumento. Se formularon toda clase de pronósticos y suposiciones. ¿Qué había pasado con los paritet-cosmonautas? ¿Cuál era el motivo de su silencio? ¿Habrían caído enfermos, se habrían envenenado con algún alimento impropio? Por lo menos, ¿estaban vivos?

Finalmente, se utilizó el último medio: se conectó la señal del sistema de alarma general contra incendios en la estación orbital. No hubo señal alguna en respuesta a esta aterrorizadora acción.

Un grave peligro pendía sobre el programa «Demiurg». Y entonces, el Centrun del Conventsiarecurrió a su última posibilidad para esclarecer la situación. Se enviaron a la Paritet,como emergencia para ensamblarse con ella, dos naves cósmicas con dos cosmonautas: uno desde el cosmódromo de Nevada y otro desde el de Sary-Ozeki.

Cuando se realizó el ensamblaje sincronizado, lo que resultó una empresa sumamente difícil, la primera noticia de los cosmonautas que habían penetrado en la Paritetfue pasmosa: después de recorrer todas las cabinas, los laboratorios, los pisos, todo, hasta el último rincón, declararon que no habían encontrado a los paritet-cosmonautas en la estación orbital. No estaban, ni vivos ni muertos...

A nadie se le había ocurrido algo semejante. Ninguna imaginación era capaz de suponer qué había sucedido, dónde se habían metido de pronto los dos hombres que se encontraban desde hacía más de tres meses en la estación orbital y que hastaentonces habían ejecutado con precisión todas las funciones que se les había encomendado. ¡No se habrían evaporado! ¡No habrían salido al cosmos!

La inspección de la Paritetse efectuó con enlace radiotelevisivo directo con el Conventsiay con la participación directa de ambos copresidentes generales, jefes de los paritet-planetólogos. Se veía muy bien en las muchas pantallas del Centrun cómo los cosmonautas charlaban y pasaban flotando en la ingravidez por todos los bloques y estancias de la estación orbital. Examinaban la estación paso a paso informando al mismo tiempo de sus observaciones. Esta conversación se registró en cinta magnetofónica:

PARITET. ¿Lo observáis? En la estación no hay nadie. No encontramos a nadie.

CONVENTSIA. ¿Hay rastro de objetos destrozados, de alteraciones o roturas en la estación?

PARITET. No. Todo parece estar como es debido, en orden. Todo está en su sitio.

CONVENTSIA. ¿Habéis visto algún rastro de sangre? PARITET. Absolutamente no.

CONVENTSIA. ¿Dónde se encuentran, y en qué estado, los objetos personales de los paritet-cosmonautas?