Изменить стиль страницы

Saint me llevó a los Estados Unidos, donde viví en casas más pequeñas que aquélla en el campo. Vestía holgadas prendas norteamericanas, hacía tareas propias de las criadas. Aprendí las costumbres occidentales. Intenté hablar con la voz apagada. Crié a una hija, contemplándola desde otra orilla. Acepté su manera de ser y sus hábitos norteamericanos.

Nada de todo esto me importó. No tenía espíritu.

¿Puedo decirle a mi hija que amé a su padre? Era un hombre que me frotaba los pies por la noche, alababa la comida que yo preparaba, que lloró sinceramente cuando saqué las baratijas que había guardado para el día apropiado, el día que me dio a mi hija, una muchacha tigre.

¿Cómo podría no amar a ese hombre? Pero era el amor de un fantasma, unos brazos que rodeaban pero no tocaban, un cuenco lleno de arroz pero sin apetito para comerlo, sin avidez, sin plenitud.

Ahora Saint es un fantasma. Ahora podemos tenernos un amor igual. El sabe las cosas que he ocultado durante todos estos años. Y ahora debo decírselo todo a mi hija. Que es la hija de un fantasma. Ella no tiene chi, y ésa es mi mayor vergüenza. ¿Cómo puedo abandonar este mundo sin dejarle mi espíritu?

He aquí lo que pienso hacer. Reuniré mi pasado y lo contemplaré, veré algo que ya ha sucedido, el dolor que cortó y separó mi espíritu. Retendré ese dolor en mi mano hasta que se haga duro y brillante, más claro, y entonces podré recuperar mi fiereza, mi lado dorado, mi lado negro. Usaré este dolor agudo para atravesar la dura piel de mi hija, para cortar y separar su espíritu de tigre. Ella luchará contra mí, porque así es la naturaleza de dos tigres, pero yo venceré y le daré mi espíritu, pues así es cómo una madre ama a su hija.

Oigo a mi hija hablando con su marido en el piso de abajo. Dicen palabras que no significan nada. Están en una habitación que carece de vida.

Percibo lo que va a ocurrir antes de que suceda. Ella oirá el estrépito del florero y la mesa cuando caigan al suelo. Subirá y entrará en esta habitación. Sus ojos no verán nada en la oscuridad, donde yo espero entre los árboles.