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Es difícil proponerse sólo pocas cosas. Pero justamente de eso depende lo que uno consiga hacer. Lo mucho es lo agradable, lo poco es lo bueno. Fuera todo es viento, movimiento gozoso y bienhechor. Dentro está la respiración activa y eficaz. Sólo el que lucha por respirar sabe exactamente lo que es el trabajo. Los dos tiempos de la respiración señalan la parte que está permitida. De todos los que toman aire, sólo los enfermos saben lo poco que tienen y viven para este poco.

A mí nadie me obliga a seguir viviendo. Por esto amo tanto la vida. Es verdad, los que vengan después, aquellos a quienes la muerte les estará prohibida, ya no sabrán de esta tensión, la más grande de todas, y nos envidiarán algo a lo que nosotros habríamos renunciado gustosos.

La desconfianza encierra una fuerza peligrosa: le lleva a uno a creer que puede pensar solo, juzgar solo, decidir solo. Le induce a uno a creer que está solo. Les obliga a los otros, a los que tienen que ver con uno, a humillarse, a adoptar la actitud de pecadores. Suprime las fronteras que separan lo que realmente ha sucedido de lo que podría suceder, y hace irremediablemente culpables a los sopechosos.

Haber estado en todas partes. No decir a nadie dónde se estuvo. Así se conserva el miedo de todos los lugares.

El falso extranjero: alguien se jura vivir en su propio país disfrazado de forastero hasta que le reconozcan. Muere, profundamente amargado, como forastero.

Un especialista: busca erudición sin movimiento; sus dudas deben estar orientadas de tal manera que sólo pongan en peligro unas cuantas cosas. Necesita un suelo fiable y seguro. Pero sólo unos pocos deben estar con él en este suelo. En medio de grupos pequeños se ve superior. Raras veces abandona su terreno, por miedo de que tal vez no sabría volver a él. Su poder lo ejerce a través del pequeño grupo al que pertenece. Le resulta fácil despreciarlo todo, porque nadie entiende nada de su campo y no hay nada fuera de su campo que realmente le interese. Mientras se limita a mantenerse dentro de este coto reducido, jamás estará seriamente en peligro. Su carácter único se ve realzado por su exquisitez, porque se ha buscado algo alejado, inútil, vano; quién iba a atribuirle motivos egoístas. Se encuentra a gusto si su ciencia no pasa de ser un saber muerto. Se inquieta si, de repente, ésta empieza a echar brotes; entonces sabe que ha respirado demasiado hondo y se oprime el pecho fuertemente. El motivo fundamental por el que tiene una mujer es para mantenerse en buena medida ajeno a ella. Para él la mujer es la encarnación de la irremediable tontería del mundo. Un doble necesita él, una persona hecha a su imagen y semejanza que revuelva en los mismos cachivaches que él, otro especialista al que pueda respetar como si fuera él mismo.

Los primeros tendrán que halagar a los últimos y será divertido oír lo que tendrán que rebuscar en sus cabezas.

En la eternidad todo está empezado, fragante mañana.

Agosto de 1945

La materia está rota; el sueño de la inmortalidad, hecho trizas; estábamos muy, muy cerca de hacerlo verdadero. Las estrellas que habían llegado a estar tan cerca, están perdidas ahora. Lo más cercano y lo más lejano se han convertido en una sola cosa, y bajo qué rayos. Sólo lo quieto y callado, lo lento es todavía digno de la vida. Le ha quedado poco tiempo. Breve fue el placer del vuelo. Si hubiera almas, esta nueva catástrofe las hubiera alcanzado a ellas también. De ahí que uno desee que no haya nada, pues qué hay que sea inalcanzable. La destrucción, segura de su origen divino, llega hasta el tuétano de las cosas, y el Creador, con la arcilla hace añicos su propia mano, la que daba forma a las cosas. ¡Permanencia! ¡Permanencia! ¡Indigna palabra! Los árboles eran la forma más sabia de la vida, y caen con nosotros, expoliadores del átomo.

Si sobrevivimos, lo que importará será mucho más grande. Pero la idea de que quizá no sobrevivamos es insoportable. Toda seguridad venía de lo eterno. Sin la eternidad, sin este maravilloso sentimiento de una perduración u otra, aunque no sea la de uno mismo, todo es insípido y vano.

Que no estuviéramos constantemente enardecidos por unas posibilidades cuya existencia no sospechábamos, ¡qué bendición! El paraíso estaba empezando y ahora ha llegado a su fin. Lo que más me duele es la muerte de las otras criaturas. Somos tan culpables que ahora ya casi no podemos hacer nada. Lo único que se puede hacer es dormir para no pensar en esto. El espíritu despierto se siente culpable y lo es.

La consecuencia de los descubrimientos de nuestra historia es en sí misma una tragedia. Unos cuantos cambios y todo hubiera ocurrido de otra manera. Unas cuantas décadas para esto o para aquello Y ya no nos hubiera alcanzado. Sin duda, como todo, también esta desgracia tiene sus leyes. Pero ¿a quién interesan todavía las leyes de un mundo que sin duda alguna no tiene consistencia?

No es que no veamos nada ante nosotros. Pero el futuro se ha escindido; va a ser de esta manera o de esta otra; a un lado todo el miedo, al otro toda la esperanza. Ya no se tiene el peso para decidir sobre esto; ni en uno mismo. Futuro de doble lengua, pitonisa venerada por segunda vez.

Destronamiento del sol; el último mito válido está destruido. La Tierra es ahora mayor de edad; abandonada a sí misma ¿qué va a hacer consigo misma? Hasta ahora ella era la hija indiscutible del sol, totalmente dependiente de él, invisible sin él, perdida sin él. Pero la luz está destronada; la bomba atómica se ha convertido en la medida de todas las cosas.

Lo más pequeño ha vencido. paradoja del poder. El camino que lleva a la bomba atómica es un camino filosófico: hay caminos que llevan a otras partes, caminos no menos seductores. Oh, tiempo, tiempo para encontrarlos: a lo mejor has perdido catorce años en los cuales hubiera sido posible salvar algo. De ahí que nada te distinga de aquellos que en estos mismos catorce años han estado trabajando para la destrucción.

Gratitud por la nostalgia común. Hablábamos de la vida como se habla de un muerto. Lo que se oye cantar de antes de la guerra suena como sí fuera de la Edad de Piedra. Los mismos pensamientos ya no son posibles. Pero de qué modo maravilloso se desperezan ahora las palabras. Todas las puertas se abren de repente y todo el mundo enseña lo que ha estado guardando cuidadosamente hasta hoy. Esperanza de salvación por la entrega de los últimos secretos.

Ahora ha quedado rota la última avaricia: la provisión de unos años guardados secretamente en un futuro en el que uno ya no vivirá. Desde que ya no se ahorra para la eternidad, ya no hay nada que le pueda robar a uno la pura alegría de vivir. Ya no vivir para nada, ni siquiera para la eternidad; la nueva libertad.

Las religiones lo han sabido, pero también ellas han colaborado a que esto sea así. Astrología al revés: ahora vamos a ser nosotros los que hagamos planetas y soles. La época de veda de los astros ha terminado, los hemos alcanzado.

El Arca crece ¿cuándo estará llena? Los hombres construyen y construyen, pero el suelo es más tenue que el aire. Se acabó el atrevimiento, el derroche, la mano fácil de la Humanidad. Los hombres tienen que ser prudentes si quieren seguir viviendo.

No tiene fin el pensamiento creador del hombre. En esta maldición está la única esperanza.

Las primeras palabras y las primeras imágenes de la que es propiamente mi ciudad, fueron a la vez reconfortantes y terribles. Que el Prater esté destruido, el tren de las grutas en el cual el roto de Messina pasó a ser la más profunda impresión de mi infancia; que esta vida multicolor exista sólo en mi comedia interior, en la que nadie la conoce; que de este modo yo me haya convertido en el conservador del Prater hasta que vuelva a existir, y a existir de tal forma que contenga en sí la destrucción: es ciertamente un extraño destino para una persona para quien la transformación y el juego significan la esencia del hombre.

Las almas de los muertos están en los otros, los que han quedado, y allí se van muriendo del todo, lentamente.

La fama es venal, pero sólo en el momento. A la larga es inrevisable y esto es lo único que la reconcilia con el momento.

Sea lo que fuere lo que hayas pensado sobre la muerte, ahora ya no tiene validez. De un gran salto ha alcanzado un poder de contagio como no lo tuvo jamás. Ahora es realmente todopoderosa, ahora es verdaderamente Dios.

Al solitario el «tú» le da el calor que necesita para hablar de sí mismo sin la jactancia del «yo» ni la hipócrita indiferencia del «él». Uno pone su otro yo ante sí mismo como si fuera su amigo positivo o lo negativo de él le son conocidos desde hace tiempo; sin malquerencia ni adoración uno le comunica lo que realmente sabe; pero tiene que oír también, y en esta ocasión se oye a sí mismo.

Toda obra es una violación, aunque sólo sea por su mero volumen. Hay que encontrar medios distintos y más puros de expresarse.

Hitler tendría que seguir viviendo ahora como judío.

Lo tranquilizador de la Historia es su falsedad. Es una historia sobre la Historia, pues ¡si supiéramos la verdad! El satírico que ya no puede aplicar su sátira al mundo exterior fracasa como ser moral: el destino de Gogol.

Poco a poco, el odio contra sus personajes va tomando conciencia en él en forma de odio contra sí mismo. Sea quien fuere aquel a quien él ha detestado, se ha detestado así mismo. Se ha buscado un juez severo que le amenace con el infierno. No consigue terminar las «Almas muertas» que son su propio tribunal. Las arroja al fuego, se arroja a sí mismo, y permanece en forma de ceniza.

El miedo se venga. Todo miedo que uno haya padecido se transmite a otros seres. El grado de desarrollo de un hombre se muestra en los seres a quienes transmite su miedo: si le da igual quién sea el que va a recibir este miedo; si construye casas para el miedo; si lo deja fluir libremente; si le basta con animales; si necesita hombres o sólo hombres muy especiales, que reciban este miedo de un modo concreto.