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87 Sinfonía de una Noche Inquieta

Dormía todo como si el universo fuese una equivocación; y el viento, fluctuando indeciso, era una bandera sin forma desplegada sobre un cuartel sin ser.

Se desgarraba cosa ninguna en el aire alto y fuerte, y los marcos de las ventanas sacudían los cristales para que al lado de acá [133] se oyese. En el fondo de todo, callada, la noche era el túmulo de Dios (el alma sufría con pena de Dios).

Y, de repente -un nuevo orden de las cosas universales se movía sobre la ciudad-, el viento silbaba en el intervalo del viento, y había una noción dormida de muchas agitaciones en la altura. Después, la noche se cerraba como una trampilla, y un gran sosiego daba ganas de haber estado durmiendo.

(Posterior a 1923.)

[133] «a extremidade» (el extremo).