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La academia vegetal de los silencios… tu nombre sonando como las amapolas… los estanques… mi regreso… el cura loco que se volvió loco en misa… Estos recuerdos son de mis sueños… No cierro los ojos pero no veo nada… No están aquí las cosas que veo… Aguas…
En una confusión de enmarañamientos, el verdor de los árboles es parte de mi sangre. Me late la vida en el corazón distante… /Yo no fui destinado a la realidad, y la vida quiso venir a verme/.
¡La tortura del destino! ¡Quién sabe si moriré mañana! ¡Quién sabe si no va a sucederme hoy algo terrible para mi alma!… A veces, cuando pienso en estas cosas, me aterroriza la tiranía suprema que nos hace tener los ojos puros [228] no sabiendo de qué acontecimientos va al encuentro mi incertidumbre.